Diego Fernández Torrealba

La pandemia dispara la adopción y también el abandono de mascotas

La acogida de mascotas en los hogares españoles aumentó durante los duros meses de confinamiento. Una situación que no tiene que ser negativa siempre que incorporemos al animal a nuestras vidas con compromiso y responsabilidad

Los primeros días de confinamiento, en los que tanto buscábamos el humor como válvula de escape para sobrellevar aquella complicada e inesperada situación, se bromeaba mucho con el privilegio de quienes tenían perro, que al menos por unos minutos al día -aunque alguno los convertía en horas- podían salir al aire libre a respirar y desconectar del encierro casero.

Las mascotas, y más en concreto los perros, se convirtieron en aliados imprescindibles en aquellas difíciles semanas; y no sólo por la posibilidad que brindaban de salir a dar un pequeño paseo, sino por lo mucho que aportaron también entre las cuatro paredes de cada hogar, especialmente cuando la casa se hacía pequeña y pesada y su compañía era un gran aliado.

En ese periodo de reflexión obligatoria consecuencia del confinamiento, numerosos hogares sin un animal de compañía decidieron dar el paso de adoptar uno. Y tener una mascota en casa se convirtió en un auténtico boom durante la dura primavera de 2020, con los canes como los claros protagonistas de esta tendencia.

Las estadísticas así lo demuestran. Según la Real Sociedad Canina de España (RSCE), en plena pandemia del coronavirus se produjo un repunte de nada más y nada menos que un 50% en la demanda de cachorros, un total de 5.000 perros.

Una ola que con el paso de los meses ha revelado un reverso terrorífico: el de los abandonos. La RSCE calcula que esta execrable práctica aumentó en un 25% desde el inicio de la desescalada en España, lo que suponen 2.000 animales dejados en la estacada.

Una situación muy triste que desvela que muchos simplemente utilizaron a los perros para escapar de sus casas durante esos meses, o bien se aburrían de estar tanto tiempo en su domicilio y buscaron un pasatiempo en forma de animal de compañía del que ya se han cansado.

Un animal no es un juguete ni un objeto ni un entretenimiento; es un ser vivo que siente y no sólo tiene la capacidad de disfrutar y hacer disfrutar, sino también de sufrir y sentir dolor. Requiere por tanto de atención y cuidados, por lo que si queremos tenerle de compañero nos obliga a estar pendientes de él y tratarlo bien, asumiendo su tutela con la suficiente sensatez.

Por eso no hay que tomar a la ligera la decisión de incorporarlo a nuestras vidas para poco después dejarlo en la calle. No puede ser que, como denuncia la fundación Affinity, casi 150.000 animales, entre perros y gatos, sean abandonados cada año en nuestro país. Así que... ¡bien por los que les han acogido con ilusión, compromiso y responsabilidad!