Concha Raso

Reducir las emisiones al 55% en 2030 costará 350.000 millones más al año

Esta cantidad se utilizará para descarbonizar la generación de energía, la industria, el transporte y mejorar la eficiencia energética de los edificios

La crisis climática sigue siendo un gran desafío. Las políticas actuales para frenar el cambio climático no garantizan, a día de hoy, que Europa pueda alcanzar la neutralidad climática en 2050, de ahí que la UE haya dado un paso adelante en su objetivo de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y lo haya elevado del 40% actual a, al menos, un 55% en la próxima década, en comparación con los niveles de 1990.

La nueva propuesta es el objetivo principal del Plan Climático para 2030 que la Comisión Europea presentó a mediados de septiembre junto a una evaluación de impacto exhaustiva de los efectos económicos, sociales y medioambientales que demuestra que el nuevo objetivo de emisiones es viable y realista. En este mismo contexto, la CE ha presentado una propuesta legislativa revisada para incluir este objetivo en la Ley de Clima Europea.

Lograr esta mayor ambición climática requerirá un impulso a la inversión, la participación de todos los sectores de actividad y la revisión de un conjunto de normativas -comercio de derechos de emisión, eficiencia energética, energías renovables, las relacionadas con el CO2 aplicables a los vehículos de carretera, etc-, cuyas propuestas legislativas se presentarán en junio de 2021.

El nuevo objetivo climático también contribuirá a la recuperación económica que tanto necesita Europa debido a la pandemia del coronavirus. Para ello, los Estados miembros podrán recurrir a una parte de los 750.000 M€ del Plan de Recuperación contra la pandemia -Next Generation UE- y al próximo presupuesto a largo plazo de la UE para realizar estas inversiones en transición ecológica.

Reducir las emisiones de GEI en, al menos, un 55% para 2030 requerirá, tal y como acabamos de apuntar, una inversión adicional significativa para descarbonizar la generación de energía, la industria, el transporte y mejorar la eficiencia energética de los edificios, poniendo especial cuidado en no invertir en activos que puedan volverse obsoletos en el futuro cercano. A largo plazo, reducirá los gastos de combustible y la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, y mejorará la seguridad energética de la UE.

Se estima que, con el nuevo objetivo, la inversión anual en el sistema energético deberá ser unos 350.000 millones más alta en la próxima década que en la década anterior. Esto se debe, principalmente, a las nuevas capacidades e interconexiones, incluidas las sustituciones de plantas eléctricas e industriales antiguas que llegan al final de su vida económica, y la renovación de edificios.

Efectos en el sistema energético

El nuevo objetivo de reducción de emisiones requiere una mayor proporción de energía renovable del 38%-40% del consumo final bruto. El sector energético seguirá alejándose de los combustibles fósiles, que generarían menos del 20% de la electricidad de la UE en 2030, mientras que las renovables suministrarían alrededor de dos tercios de la electricidad de la Unión. La evaluación de impacto de la Comisión indica que el consumo de energía final y primaria se reduciría aún más en 2030, consiguiendo un ahorro del 36%-37% en eficiencia energética.

En calefacción y refrigeración, las energías renovables alcanzarían una penetración de alrededor del 40% en 2030, principalmente mediante el cambio de combustibles hacia soluciones de calefacción renovables, con las bombas de calor como la solución de más rápido crecimiento. Los edificios serán más eficientes energéticamente y dependerán menos de los combustibles fósiles para calefacción y refrigeración. Como resultado, las emisiones de los edificios disminuirían alrededor del 60% en 2030 en comparación con 2015.

En el sector del transporte, las renovables alcanzarían alrededor del 24% mediante un mayor desarrollo y despliegue de vehículos eléctricos, biocombustibles avanzados y otros combustibles renovables y bajos en carbono. Al mismo tiempo, las normas de emisión de CO2 revisadas para automóviles y camionetas garantizarán que haya suficientes automóviles limpios en el mercado. Apoyar esta transición requerirá el despliegue de la infraestructura de recarga y reabastecimiento de combustible para 2030. Recordemos que la Comisión quiere colocar 1 millón de nuevos puntos de recarga en toda la UE.

El aumento de la acción por el clima también ayudará a mejorar la calidad del aire. Junto a la política de aire limpio existente, la reducción del 55% en las emisiones de GEI disminuiría la contaminación del aire en un 60% en 2030, lo que mejoraría sustancialmente la salud de los europeos y reduciría su coste en, al menos, 110.000 millones. El aumento de la acción climática por sí solo reduciría los costes del control de la contaminación atmosférica en, al menos, 5.000 millones. El nuevo objetivo también ayudaría a reducir el volumen de importaciones de combustibles fósiles en más del 25%, de manera que lograr la neutralidad climática en 2050 ahorraría 100.000 millones de euros en la próxima década y hasta 3 billones de euros en 2050.

Otro de los efectos de limitar el cambio climático es la preservación de la biodiversidad a escala mundial. Las acciones para aumentar las absorciones del sumidero de uso de la tierra, así como la restauración de bosques, pueden contribuir a detener la pérdida de biodiversidad en Europa. Con el desarrollo de la iniciativa de cultivo de carbono de la UE, los agricultores tendrán una nueva oportunidad comercial.

Planes de energía y clima

Junto con el Plan de Objetivos Climáticos a 2030 y su evaluación de impacto, la Comisión también ha adoptado una evaluación de los planes nacionales de energía y clima de los Estados miembros para 2021-2030, que se complementará con 27 evaluaciones individuales que se adoptarán en octubre, junto con el Informe sobre el estado de la Unión de la Energía, que incluirán orientaciones específicas para cada Estado miembro. El documento de evaluación realizado indica que casi todos los países están eliminando el carbón o han fijado una fecha para eliminarlo. Se prevé que el uso de este combustible disminuya en un 70% y que la electricidad renovable alcance el 60% de la electricidad producida para 2030.

La evaluación muestra que, con las medidas existentes y previstas en los planes nacionales de energía y clima, se superarían los objetivos actuales de reducción de emisiones del 40% para 2030. La proporción de energía renovable podría alcanzar entre el 33,1% y el 33,7% en 2030, superando el objetivo actual de renovables, al menos, el 32% en 2030. Sin embargo, los planes nacionales actuales todavía muestran una brecha de ambición en la eficiencia energética, situándose en el 2,8% para el consumo de energía primaria y en el 3,1% para el consumo de energía final. A este respecto, la Comisión propondrá medidas para garantizar la consecución de los objetivos de eficiencia energética de la Unión.

La evaluación de los planes nacionales de energía y clima también ofrece buenos ejemplos de proyectos y áreas tecnológicas como el hidrógeno renovable y las baterías, donde las inversiones en los Estados miembros están aumentando. Y aunque, actualmente, no prestan suficiente atención a las necesidades de Investigación e innovación (I+i) para cumplir los objetivos climáticos y energéticos, la Comisión cree que evolucionarán con la próxima revisión formal prevista para 2023. En esta línea, Bruselas ha puesto en marcha una convocatoria para este tipo de proyectos con un presupuesto de 1.000 millones.