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Miles de puestos tecnológicos por cubrir y millones de trabajadores en el paro

El Parlamento aprobaba días atrás la octava ley educativa de la democracia. La Ley Orgánica de Modificación de Ley Orgánica de Educación (Lomloe) será recordada como la ‘ley Celaá’ por la ministra que ocupa ahora esta cartera. Su aprobación no ha estado exenta de polémicas como la falta de consideración del español como lengua vehicular o los recortes para ahogar poco a poco a la educación concertada.

Se ha convertido en una rutina -triste rutina- que cada ministro del ramo configure una nueva ley, a la le da nombre, que cambia a su vez los criterios de la norma anterior... Estos ministros, con independencia del partido político al que pertenezcan, parecen ignorar el trastorno que provoca este tipo de cambios en uno de los sistemas clave y vertebradores de la sociedad. Si sus resultados fueran exitosos, tal vez mereciera la pena todos esos sacrificios. Sin embargo, a la luz de los datos, ni lo uno ni lo otro compensan tanto trajín. Y es que, a día de hoy, ninguna de estas leyes parece haber dado con la nota exacta para mejorar el sistema, la competencia de los alumnos y alumnas y prepararlos para el mercado laboral. El reportaje que llevamos a la portada de este número habla de las carencias que encuentran las empresas de tecnología a la hora de contratar a profesionales competentes.

Esta demanda creciente de perfiles relacionados con la inteligencia artificial, la analítica de datos o la robótica, entre otros campos, choca de frente con una realidad incontestable: los 3.851.312 desempleados que reconoce el Gobierno en su última actualización del mercado laboral. Entre los datos que aparecen en este reportaje, leemos que, a nivel global, Linkedin contabiliza 285.000 puestos por cubrir de las disciplinas anteriormente mencionadas, así como desarrolladores de apps, programadores, técnicos IT, etc. La falta de adecuación entre lo que el mercado de trabajo y las empresas necesitan para ser competitivos y la preparación que ofrece a los jóvenes el sistema educativo deja mucho que desear. No es un debate nuevo. Lo más desalentador es que no haya intención de mejorar esos planes de formación y que, una vez concluidos los estudios reglados en las universidades, los estudiantes tengan que enfrentarse a un mercado para el que, después de tantos años de esfuerzo, no han sido realmente preparados. Y entonces arranque el periplo de práctica en práctica, de curso a curso hasta adquirir los conocimientos reales que el mercado requiere.

Desde la patronal tecnológica Ametic reclaman con razón que “cada vez es más necesario incorporar perfiles digitales especializados, lo que refleja la necesidad de potenciar la formación en este ámbito”. Añaden sus portavoces que esa formación, además, debe ser continua. Reivindican procesos formativos más flexibles y continuados a lo largo de la vida laboral en los que la formación técnica esté acompañada de liderazgo, colaboración, trabajo en equipo, creatividad, etc.