¿Cuándo aprenderemos a utilizar el agua como un recurso escaso, necesario y valioso?

El planeta se compone de 510 millones de kilómetros cuadrados de superficie terrestre. De estas, el agua supone el 71%, mares y océanos son el 97%, con lo cual, agua dulce sería el 3% y, de ésta, el 70% serían casquetes polares y glaciares, 29% aguas subterráneas, y el 1%, agua dulce accesible, es decir, aquella de la cual el ser humano puede disponer y que se encuentra dividida del siguiente modo: el 38% como humedad de la tierra, 52% en lagos, un 1% en forma de vapor de agua, y 1% en ríos, mientras que el restante 1% está contenido en seres vivos, alimentos, etc.

Luego a tenor de estos datos elaborados para la FAO, el agua dulce accesible en el Planeta para el ser humano es tan solo el 0,00025% del total de superficie terrestre, o lo que es lo mismo 110.000 kilómetros cuadrados en total. Por lo tanto, el agua resulta ser un bien muy escaso y según el World Resources Institute, a finales de la década próxima 33 países estarán sometidos a un elevado estrés hídrico, entre ellos España.

El agua de lluvia cuando ésta se produce cae sobre la tierra de tal forma que, dependiendo del grado de erosión que exista, acumula hasta el 38% del total y el resto queda depositada en balsas, pantanos y demás recintos acumuladores. La sobrante se va al mar, por lo tanto, cuanto menor sea el grado de erosión en un país y mayor el nivel de almacenamiento de sus infraestructuras hídricas, menor será el agua que de forma directa se pierda en los cauces de los ríos de camino al mar o al océano. De forma habitual, y como término medio, al mar resultaría irse del orden entre el 30 y el 60% de las lluvia acaecidas, dependiendo de los factores abordados.

Del total de agua que se ostenta en la Tierra, el 83%se destina a agricultura. Hemos de tener en cuenta que la agricultura de regadío supone tan solo el 20%del total de superficie de las tierras cultivables y que las tierras irrigadas fijan el doble de población que las que no lo son y generan unos ingresos hasta 6 veces mayores que las de secano. Luego el agua no solo es vida, además es riqueza.

Por su uso, en segundo lugar está el destino urbano del agua, con un 13% del total del consumo, que es utilizada al abastecimiento de núcleos urbanos (consumo humano, otros usos domésticos distintos y consumo municipal en limpieza, fuentes, etc.).

El 2% se destina a uso industrial, uso en general en la industria, así como, para producción de energía eléctrica: centrales hidroeléctricas y de fuerza motriz, centrales térmicas renovables (termosolares y biomasa) y centrales térmicas no renovables: nucleares, carbón y ciclo combinado, acuicultura, navegación por ocio, actividades deportivas o de disfrute, etc.

Y por último, el restante 2% se destina a usos diferentes, como es el caso de diversos usos de orden público o privado, es decir, utilización de la misma de forma que no coincidan con los modos recogidos en los apartados anteriores.

Por lo tanto, nos encontramos ante un recurso que tan solo supone el 0,00025% de la corteza terrestre, luego es escaso. Según las fuentes antes mencionadas, a finales de la próxima década no estará disponible para más de 30 países, o lo estará de forma limitada, y ello, dificultaría la vida de las personas. Por lo tanto, es necesario, y del mismo modo, mermaría los resultados económicos de las economías agrícolas, es decir, se trata de un bien valioso, que como último impacto limitaría por su escasez la producción de alimentos. Pero, ¿cómo podemos preservar la disponibilidad de este recurso escaso, necesario y valioso?

En primer lugar, hemos de recurrir a aquellas estrategias que resulten de fácil aplicación y no conlleven grandes inversiones en inmovilizado, como por ejemplo, cuidar de la erosión. De este modo, la agricultura será más próspera, iría menos agua a mares y océanos, y se ayudaría a preservar las aguas subterráneas. Otro de los factores fundamentales es la reutilización del agua, especialmente para agricultura (hasta ahora solo se reutiliza el 5% del agua usada). Esto ahorraría una gran cantidad de este recurso indispensable. En tercer lugar resulta fundamental innovar y optimizar los regadíos y su forma de uso; así solo se consumiría el agua necesaria y no se desperdiciaría durante los trayectos y transporte de la misma.Otro aspecto fundamental es evitar la contaminación de los acuíferos.

En un segundo grupo incluiríamos aquellas iniciativas que sí requieren una mayor inversión, como es el caso de la desalinización, mejora y construcción de nuevas infraestructuras hidráulicas, como embalses, trasvases de cuencas excedentarias a deficitarias, etc.

De este modo, y mediante la aplicación de estas medidas, en países como España, donde no hay escasez de agua sino que está poco optimizado su uso, se garantizaría el acceso a este recurso escaso, necesario y valioso, evitando el estrés hídrico de la población, y permitiendo una floreciente agricultura que garantice el abastecimiento alimentario.