Liberalización del ferrocarril: la movilidad sostenible con la digitalización y la innovación

El año pasado se cumplía el trigésimo aniversario de la llegada del tren de alta velocidad a España con la apertura de la primera ruta de AVE que conectaba Madrid con Sevilla. Este hito no solo se convertía en símbolo de la modernización y del progreso de una España que por entonces asombraba al mundo, sino que también fue el primer paso de un proceso que ha llevado a nuestro país a contar con una de las mayores redes de alta velocidad del mundo, solamente superada por China. Tras muchos años en los que AVE ha ido conectando paulatinamente las principales ciudades de nuestro país, España es hoy en día un modelo a seguir principalmente por la calidad de sus infraestructuras y por el ambicioso modelo de liberalización que ha hecho posible que, durante los dos últimos años, operadores internacionales puedan circular por las vías españolas.

Las políticas y la legislación europeas, en concreto el cuarto paquete ferroviario, han propiciado avances significativos en la liberalización del mercado ferroviario. Asimismo, es innegable el impacto positivo que la liberalización ha traído a la sociedad española, que ahora se beneficia de más alternativas, mejores precios y una mayor oferta.

Sin embargo, es importante tener cuenta que el proceso de liberalización no ha concluido. Así, al igual que ocurrió con los procesos de liberalización de otros sectores clave para el desarrollo económico de nuestro país, como el de las telecomunicaciones; una vez avanzada la liberalización de la actividad primaria es necesario abordar la liberalización total de la distribución con el fin de garantizar el despliegue del potencial y las oportunidades que ofrece la apertura a la competencia.

En realidad, el sector europeo de la distribución de billetes se encuentra actualmente en una situación asimétrica de poder de mercado entre los principales operadores históricos y los distribuidores independientes, que dependen de las compañías ferroviarias para su remuneración. Este escenario provoca que exista un acceso desigual a datos en tiempo real, tarifas y funcionalidades disponibles en los canales de distribución propios del operador; generando cierta tensión en las relaciones contractuales entre los diferentes agentes que puede repercutir a largo plazo en la sostenibilidad de la cadena de valor.

Paralelamente, estamos siendo testigos de cómo las plataformas digitales de venta de billetes multimodales se han convertido en los principales catalizadores del cambio modal hacia el tren, especialmente con el comienzo del proceso de apertura a la competición de las vías españolas; reuniendo la oferta de todos los operadores en una misma plataforma y facilitando el proceso de reserva. De este modo, con la llegada de nuevos operadores como Ouigo, Iryo y AVLO, así como la consiguiente democratización del tren de alta velocidad; los pasajeros españoles han visto como los precios para viajar entre Madrid y Barcelona han descendido hasta un 49%, según datos de Trainline, en comparación con tiempos pre COVID, propiciando que cada vez más españoles prioricen el tren antes que otros medios de transporte.

La cuestión ahora es cómo abordar los obstáculos existentes para continuar explotando los beneficios y el potencial de la liberalización a nivel europeo y nacional. Cabe destacar que España cuenta con una posición inigualable para abrir este debate en Europa. En primer lugar, porque ha llevado a cabo el proceso de liberalización del ferrocarril más ambicioso del continente, introduciendo más operadores que ningún otro país, junto a una separación ejemplar entre el operador incumbente y el gestor de infraestructuras cuyo impacto positivo ya se nota tanto en el bolsillo de los españoles como en la descarbonización del transporte de pasajeros. En segundo lugar, por contar con la mayor red de alta velocidad de Europa, un modelo que además se está exportando e implantando con éxito en varios países del mundo.

Estos factores convierten a España en el mejor alumno de Europa y en un actor clave para promover el acceso de los viajeros al ferrocarril a través de la normativa sobre Servicios Digitales de Movilidad Multimodal (MDMS, por sus siglas en inglés), especialmente en el contexto de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que comienza en julio. Sin embargo, los posibles retrasos en la presentación de este reglamento, así como los plazos de aplicación y las propias elecciones al Parlamento Europeo del año que viene, podrían retrasar la aplicación de esta ley durante años. Por este motivo, urge abrir una conversación pública a nivel nacional que incluya a todos los actores, desde Gobierno, autoridades de competencia y operadores ferroviarios hasta distribuidores independientes y grupos de la sociedad civil, entre otros. Como punto de partida para una liberalización sólida de la distribución, deberíamos aspirar a crear un marco regulador y de competencia para la venta independiente de billetes de tren que lo haga más atractivo para los clientes, fomente la innovación y promueva el cambio modal y la sostenibilidad en nuestro país.

En este sentido, queremos trabajar con los operadores por una mayor cooperación en tres puntos que son esenciales para lograr el cambio modal. Primero favoreciendo el intercambio justo y equitativo de datos para poder informar a los pasajeros y ofrecer una mejor experiencia de viaje. También es preciso colaborar para integrar oportunidades de marketing, dando a los operadores independientes la posibilidad de ofrecer las mismas tarifas, códigos y descuentos para aumentar el trasvase de viajeros al tren. Por último, sobre la remuneración, es decir, lograr comisiones viables para que los proveedores independientes del sector podamos continuar invirtiendo, innovando y, en definitiva, continuar siendo los digitalizadores del sector ferroviario en España y Europa.

Estamos convencidos de que, si juntos conseguimos cumplir con estos requisitos, alineando a todos los actores del sector y trabajando por un bien común, la liberalización del ferrocarril alcanzará todo su potencial y España cumplirá con nota con los ambiciosos objetivos climáticos de la UE para 2030.