Lo que no vemos en el arte del Thyssen-Bornemisza

El arte oculto: una exposición revela los mensajes cifrados en las obras de las colecciones Thyssen-Bornemisza.

Los saberes ocultos han sobrevivido durante siglos en un entorno cultural hostil —dominado primero por la religión hegemónica y más tarde por el racionalismo y el positivismo— gracias a su capacidad de camuflaje e infiltración. Y es en las artes visuales donde las creencias esotéricas han encontrado el terreno ideal para sus mensajes cifrados: desde las alegorías herméticas del Renacimiento hasta las manifestaciones vanguardistas del siglo XX.

Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza (del 1 de julio al 24 de septiembre) reúne cincuenta y nueve obras de arte de las colecciones del museo en las que se detectan rastros esotéricos documentados. El recorrido se estructura en siete secciones: Alquimia; Astrología; Demonología; Espiritismo; Teosofía; Chamanismo; Sueños, oráculos y premoniciones.

Destacan en la muestra las manifestaciones alquímicas halladas en la pintura renacentista. Pese al declive derivado de la revolución científica su simbolismo persistió en el arte y reapareció con fuerza en el siglo XX, especialmente con el surrealismo.

Enraizada en la concepción de la Tierra como centro del universo y desplazada por la nueva física de Galileo fuera de los límites de la ciencia, la astrología siguió suscitando interés y dejando huellas en el arte. El simbolismo de la luna y el influjo de sus ciclos han sido fuente de inspiración para pintores de todas las épocas, desde el Cristo resucitado de Bramantino hasta Calle de Nueva York con luna de Georgia O’Keeffe.

La fascinación por las variedades de lo demoníaco recorre toda la historia de la iconografía cristiana. Esta sección está habitada por diversas personificaciones del diablo que demuestran su versatilidad para transformarse en diferentes cuerpos y objetos.

El ocultismo renació en el siglo XIX en Estados Unidos como una obsesión por la comunicación con los espíritus de los muertos. Uno de los pintores que frecuentó sesiones espiritistas desde edad temprana fue Edvard Munch. Vinculada al espiritismo, Helena Blavatsky y Henry S. Olcott fundaron en Nueva York la Sociedad Teosófica, creando un sistema que combinaba la filosofía neoplatónica, la tradición hermética y las religiones orientales.

Durante las vanguardias del siglo XX, muchos artistas dirigieron su mirada hacia las culturas tribales y se dejaron seducir por el chamanismo asiático y americano. Picasso, Kandinsky, Chagall ofrecen relevantes ejemplos. Fueron los surrealistas quienes se rindieron ante el ocultismo de los sueños premonitorios y los oráculos.