La atención primaria se desangra y a nadie parece importarle

Nos estamos quedando sin médicos y parece que nadie se percate lo suficiente para elaborar un verdadero plan de choque, en lugar de un sinfín de parches que no están resolviendo el problema. La atención primaria, baluarte y garante de que cualquier sistema sanitario público pueda sobrevivir a las tensiones económicas, se está muriendo. A finales de la década habrá casi 5.000 médicos menos que en la actualidad, donde ya se nota un deterioro jamás experimentado antes. El baby boom le toca jubilarse, algo lejos de ser coyuntural e imprevisible, y ahora no tenemos médicos.

El problema no está en la cantidad de personas que estudian medicina. Hay quizá más cantidad de egresados que nunca. El verdadero drama es que casi ninguno de ellos ve atractivo convertirse en médico de cabecera. Hay varios razones detrás de esto. La primera es que son puestos peor pagado y peor valorados por la sociedad que la labor de un oncólogo o un cirujano. Los estudiantes lo perciben así y todos quieren terminar siendo eminencias en servicios médicos con muchos retos por delante que terminar en un pueblo pasando consulta. La visión de sistema sanitario que cura se ha hecho con el imaginario común, por encima de un sistema que prevenga la enfermedad. Y si seguimos así, morirá por inanición presupuestaria.

Hace falta un pacto serio, llámenle de Estado si son nostálgicos, donde tanto el Gobierno central como las comunidades autónomas no se hagan trampas al solitario. Hay que hacer más atractiva la oferta de empleo para los médicos de atención primaria, homologar a mayor velocidad los títulos de extracomunitarios (la mayoría de América Latina), abandonar prácticas de competencia desleal entre territorios, sobre todo entre aquellos más ricos y otros pobres.

Una atención primaria de calidad evita muchos gastos al sistema sanitario. Igual al principio se trata de un desembolso importante, pero el retorno está garantizado. Le pasa igual que a los nuevos medicamentos, que gastas muchos al principio, pero lo compensas enseguida con otros gastos asociados a los tratamientos, como hospitalizaciones, por poner un ejemplo.

Y además, ahora mismo, hay que usar todas las herramientas que estén a mano para revertir la situación lo antes posible. Se tiene a las oficinas de farmacia, se tiene a operadores de sanidad privada. Hay que contar con ellos para solucionar un drama como el que se vive. Por poner ejemplos, imaginen no tener que pedir cita para renovar medicación o saber los resultados de una analítica. Imaginen también que hay hospitales y médicos sin colapso que pueden atender. ¿No lo usarían para mejorar el Sistema Nacional de Salud?