El papel de los despachos profesionales para el crecimiento de las pymes

La inflación, el elevado coste energético, los problemas en la cadena de suministro y la falta de financiación figuran actualmente entre las principales preocupaciones para las pymes, que deben competir con recursos limitados en un escenario en continuo cambio. En este contexto económico, en el que los desafíos se suceden de forma vertiginosa, la adaptación es fundamental para la supervivencia de las empresas: ajustarse a las nuevas normativas, reinventar los modelos de negocio, optimizar sus procesos internos, digitalizarse, captar talento y buscar nuevas oportunidades constituyen, hoy en día, algunos de los retos más relevantes del tejido empresarial español.

En esta aventura, las pymes pueden encontrarse muy solas. Y ya no solo ante el objetivo de obtener éxito en su negocio, sino en la gestión empresarial cotidiana: nos encontramos en un escenario de continua actualización normativa, con un gran número de nuevas leyes y disposiciones legales que cumplir a nivel fiscal, contable o laboral. Es obligación de las empresas estar al corriente de todas ellas, pero la falta de tiempo y de personal especializado hace que no sea un camino fácil.

En este contexto, resulta esencial el acompañamiento de un despacho profesional que se ocupe de las gestiones que exceden de la actividad normal de la empresa y que requieren estar al corriente de todas las novedades normativas, aunque no solamente.

Cuando hablamos del despacho profesional, estamos hablando de un sector realmente importante para el tejido empresarial del país. Los servicios de asesoría y consultoría representan aproximadamente el 2,1% del PIB nacional, según datos de la Federación Española de Asociaciones de Empresas de Servicios Profesionales (Fedaes).

El mundo de los despachos profesionales está experimentando una gran transformación en los últimos años. Gracias al avance de la tecnología y la especialización, los despachos son cada vez más globales y se ocupan de ofrecer un asesoramiento global al cliente, velando por su cumplimiento normativo y ejecutando otros servicios añadidos que pueden ayudar a mejorar la competitividad de las empresas.

Así, se está superando la figura del asesor tradicional –aquel que presenta los impuestos o gestiona las nóminas– y se está dando paso a un perfil que acompaña a la empresa en la gestión de su día a día con una consultoría global que ayuda a tomar las mejores decisiones empresariales. La asesoría del presente y del futuro ya no solo presenta declaraciones, sino que realiza análisis de presupuestos destinados a inversión, estudia si el negocio tiene margen para contratar a nuevo personal o examina cómo ofrecer beneficios sociales a los trabajadores; en este sentido, el papel del despacho adquiere cada vez mayor relevancia.

Al mismo tiempo, muchos despachos profesionales están apostando por la especialización en áreas de actividad concretas como valor añadido y diferencial frente a la competencia. Gracias a la tecnología, es posible agilizar las gestiones más manuales y centrarse en aspectos como la gestión fiscal y el análisis de indicadores de actividad para ayudar a una mejor toma de decisiones. De la misma forma, ofrecer servicios personalizados, velar por la satisfacción del cliente y apostar por la formación y el talento constituyen los principales retos de las asesorías.

Pero ¿qué pueden esperar las pymes de su despacho? La respuesta es muy amplia y variada. El despacho profesional busca actualmente perfiles de empleados 360º que puedan cubrir todas las necesidades de sus clientes de forma efectiva. Según datos de Barómetro de la Asesoría 2023 de Wolters Kluwer, el 49% de los despachos profesionales consideran que su reto principal es la transformación en el uso de las nuevas tecnologías y que el futuro pasa por ofrecer mayor asesoramiento a sus clientes; prácticamente el 50% de los consultados considera que la tecnología les permitirá centrarse en este aspecto.

Hoy en día, los despachos profesionales son un sector en constante transformación que se adaptan continuamente a cambios de todo tipo. Para ello, la tecnología está jugando un papel trascendental. Por poner un ejemplo, ahora ya no es necesario acudir al asesor con los tickets de cada mes para que los contabilice, sino que hay soluciones tecnológicas que permiten una comunicación mucho más fluida, directa y automatizada entre la empresa y el despacho: ambos pueden trabajar de forma colaborativa, introduciendo y consultando datos en tiempo real que permiten un ahorro de tiempo y costes muy importante para ambos.

La Administración pública también está impulsando desde hace años este proceso de digitalización, lo que ha convertido un gran número de trámites normativos obligatorios en telemáticos, con la consecuente complejidad para cumplirlos tanto por una pyme como por su asesoría ante la falta de personal cualificado y adaptado al trabajo con nuevas tecnologías. En este sentido, la dificultad de encontrar y retener el talento se convierte en otra asignatura pendiente para las pymes españolas.

Creemos que hay que poner en valor el papel que juegan los despachos profesionales dentro del tejido económico y empresarial, no solo por su labor en la gestión de la actividad interna de las pymes, sino por su función como partner indispensable de las empresas. Así, el despacho se convierte en un socio que realiza un acompañamiento necesario para que, por un lado, las empresas puedan delegar sus obligaciones normativas y que, por otro lado, actúa como consultor especializado que indica el mejor camino para seguir creciendo. Todo ello con un enfoque hacia la digitalización, la innovación, el cumplimiento normativo, la eficiencia y la satisfacción del cliente. La confianza y la colaboración se erigen como el mejor camino para todos.