El impacto positivo de la IA en el tejido empresarial

En un contexto económico marcado por una vertiginosa aceleración digital, la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en nuestro día a día como una herramienta clave para las empresas. Su capacidad para transformar los procesos comerciales y optimizar la toma de decisiones es indiscutible y la convierte en un pilar fundamental para la innovación y el crecimiento empresarial en la era digital, al margen de los desafíos que plantea a nivel ético y de privacidad.

La IA puede llegar a suponer un antes y un después de los modelos de negocio que conocemos en la actualidad, mejorando la eficiencia y la competitividad del tejido empresarial. Las oportunidades que nos depara son diversas, y aún quedan muchas por descubrir: optimización de los procesos empresariales, identificación de patrones, elaboración de predicciones que permitan renovar los procesos, personalización de la experiencia de cliente, extracción y análisis de cantidades ingentes de datos o la automatización de tareas.

Uno de los sectores en los que ya se aprecia esta transformación es en el de la salud, dada la gran capacidad de la inteligencia artificial para ayudar en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de enfermedades. De la misma forma, otros sectores productivos también han realizado avances significativos gracias a la IA: automoción (optimización de rutas, gestión del tráfico); retail (identificar patrones de consumo o gestionar los stocks de forma eficiente); o el ámbito financiero y bancario (análisis de riesgo y detección del fraude gracias a los avances tecnológicos).

Sin embargo, la IA se aplicará potencialmente en cualquier sector de actividad, por lo que el tejido empresarial en su globalidad tendrá que adaptarse a esta transformación. ¿Qué pasos deben seguir las compañías conforme esta tecnología se vaya integrando en el tejido empresarial?

Como primer paso, una rápida adaptación a los avances tecnológicos, así como una cultura empresarial que fomente la innovación y el aprendizaje continuo, constituyen la clave principal para una implementación exitosa de la inteligencia artificial. Una adopción desigual del cambio podría acentuar la brecha digital entre aquellas empresas con acceso a la tecnología y las que tienen déficit de recursos digitales, provocando desigualdades económicas y sociales. En este sentido, evitar la brecha entre las grandes corporaciones y las pymes constituye otro de los grandes desafíos que presenta el uso y aplicación de la IA.

Resulta esencial que las empresas y las asesorías entiendan qué nos puede aportar la IA. Esto significa formarse, estar al día de las novedades y comprender qué ventajas puede aportar a nuestro negocio. En especial, deberíamos identificar oportunidades y priorizar qué áreas se pueden beneficiar más de la ayuda de la IA para enfocar los recursos. Estas pueden ser, por ejemplo, tareas repetitivas, análisis de datos, atención al cliente o automatización de procesos. Otro aspecto recomendable es empezar por una adopción gradual y realizar experimentos piloto en áreas específicas. Esto va a permitir evaluar la viabilidad y el impacto antes de una implementación a gran escala. Es decir, empezar con proyectos pequeños y escalables para reducir riesgos y obtener aprendizajes.

También sería conveniente buscar colaboraciones y asociaciones con empresas especializadas en IA con el objetivo de acceder a conocimiento y experiencia de implementación, o bien apoyarse en soluciones de mercado que cubran sus necesidades y que ya estén desarrolladas con IA. En este sentido, se deben valorar aspectos como la estandarización versus la customización o la escalabilidad en costes y mantenimiento.

Por otro lado, hay que tener presente el impacto que tendrá en el mercado laboral. En este sentido, la formación resulta fundamental para, como mínimo, comprender lo que puede llegar a significar su uso. A partir de aquí, existirá una necesidad de transformación de los roles tradicionales y la aparición de nuevos perfiles, derivando hacia una combinación de habilidades técnicas y humanas como la creatividad, el pensamiento crítico o la resolución de problemas. Esta situación requerirá un incremento de la demanda de profesionales especializados en IA: ingenieros de datos, científicos de datos, analista de datos, expertos en IA e incluso expertos en ética de la IA.

En este punto, cabe destacar que las capacidades socioemocionales que se requieren en algunos puestos de trabajo van a continuar siendo imprescindibles, e incluso tendrán que ser reforzadas, ya que son las cualidades más difíciles de replicar por la inteligencia artificial y resultan esenciales para los trabajos en los que la interacción entre personas es clave.

En definitiva, la inteligencia artificial será un instrumento esencial para dibujar el tejido empresarial del presente y del futuro, sin descuidar los posibles efectos adversos desde un punto de vista ético y socioeconómico. Las empresas, la Administración pública y los expertos en la materia deberán ir de la mano para superar estos desafíos y rentabilizar el potencial de la inteligencia artificial en beneficio de la economía y la sociedad.