La crisis energética europea está matando lentamente a las industrias de la región

No debemos hacernos ilusiones. La escasez de energía no es un susto estacional basado en patrones climáticos. Se trata de una crisis que plantea una amenaza existencial en toda Europa. Aunque pasemos este invierno sin apagones, ¿qué sucederá el próximo?

El continuo enfoque cortoplacista por parte de muchos líderes gubernamentales y empresariales a la hora de abordar la crisis energética europea, supone una amenaza para los medios de subsistencia y las vidas.

Aunque la guerra en Ucrania, que ya ha superado su primer año, ha estimulado aún más la crisis, ésta ha venido gestionándose durante décadas, ya que Europa depende de las importaciones de combustibles fósiles ricos en carbono.

En los últimos 14 meses, más o menos, la región ha gastado más de 750.000 millones de euros (y subiendo) en subvenciones para mantener bajos los precios minoristas de la electricidad y el gas; 265.000 millones de euros en Alemania y 103.000 millones de euros en Reino Unido, por ejemplo. Estas enormes sumas de dinero subvencionan el combustible de ayer, pero no aseguran la energía del futuro. Los rescates a corto plazo no resolverán la amenaza a largo plazo.

El año pasado vimos a los fabricantes europeos sufrir porque no podían pagar el coste de la energía. Hemos asistido a la muerte invisible de industrias como la del vidrio, la metalúrgica y la química. Si esto se repite, aumentará la probabilidad de que las empresas deslocalicen permanentemente la producción intensiva de gas. Esto dañará todavía más la competitividad europea.

En cierta manera, este año hemos tenido suerte. Pero quizá el próximo no se den las mismas circunstancias que han permitido a los países de la UE llenar sus almacenes antes del invierno.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha dicho que la Unión Europea podría enfrentar un déficit de casi 30.000 millones de metros cúbicos (m3) el próximo invierno, lo que equivale a casi el 7% de la demanda de 2021.

La realidad es que no existe un colchón en nuestro sistema energético. Los mercados de la energía están al borde del precipicio, podrían salir adelante o podríamos sufrir apagones. Nuestra investigación interna sugiere que Irlanda, el Reino Unido, Francia, Polonia, Finlandia y Malta son los países que corren un mayor riesgo.

Basta con mirar lo sucedido en Estados Unidos hace dos años. En febrero de 2021, días después de que los expertos aseguraran que no sucedería, Texas sufrió devastadores cortes de energía que provocaron cientos de muertes. El mismo fantasma está en el horizonte de Europa.

La eficiencia energética es el héroe anónimo en nuestra búsqueda de una mayor seguridad climática y energética.

Las tecnologías actuales pueden identificar maneras de reducir el despilfarro de energía, optimizar su uso y dar soporte a la instalación de microrredes verdes, proporcionando resiliencia y continuidad a partir de energía sostenible.

En la UE, los combustibles fósiles alimentan el 70% del suministro energético, pero nosotros solo producimos una fracción de ese combustible. Es esencial reducir nuestro uso y dependencia de los combustibles fósiles, incrementar la electrificación y transitar hacia la energía renovable.

A medida que nos acercamos a la 8ª Conferencia Mundial Anual sobre Eficiencia Energética de la Agencia Internacional de la Energía, una convergencia de ministros de energía y CEOs influyentes, es vital que los líderes gubernamentales y de la industria se unan para acelerar el avance en eficiencia energética y, así, abordar la crisis de energía y los apremiantes imperativos climáticos.

Los líderes gubernamentales deben tomar medidas inmediatas y audaces para financiar los programas de electrificación y acelerar los de eficiencia energética para empresas, industrias y hogares. Con los precios domésticos al alza, los votantes se están dando cuenta del impacto en sus facturas de la escasez de energía.

Cuando el Covid se extendió por primera vez en Europa, se abordó con una acción coordinada y decisiva que demostró la capacidad de los líderes europeos para trabajar juntos y tomar decisiones difíciles pero necesarias rápidamente.

Hoy, la crisis que enfrentamos está centrada en la energía. Nuestro fracaso a la hora de descarbonizar nuestras economías, ahora, no solo se refleja en unas facturas desorbitadas, sino también en la pérdida de empleos y vidas.