Juan Parra, consejero delegado de DXC Technology Iberia: “La mitad de nuestra facturación procede de clientes con la base de su negocio en Catalunya”

DXC Technology nació hace seis años de la fusión entre CSC y el negocio de servicios a empresas de Hewlett Packard Enterprise, y cotiza en la bolsa de Nueva York. Dentro de un grupo que factura más de 14.400 millones en todo el mundo, la filial Ibérica es de las que más crece, y prevé mantener el ritmo en 2023.

Juan Parra se puso al frente de DXC en España y Portugal procedente de uno de los socios que originaron la compañía en 2017, ya que se incorporó a HP España en 1999. Había entrado como ingeniero de redes para mantenimiento, y fue ascendiendo hasta diferentes cargos a nivel nacional y europeo. Casi 25 años después, lidera una de las filiales más dinámicas de una multinacional de servicios tecnológicos que está presente en más de 70 países y da servicio tanto a empresas locales como a grandes multinacionales. Prácticamente todas las empresas del Ibex son clientes de DXC Iberia, que también las apoya en los países en los que operan.

A finales de año inauguraron un centro de excelencia de inteligencia de negocio en Santiago de Compostela, en febrero otro de ingeniería de ‘software’ en Alicante, en marzo el nuevo espacio en Sant Cugat del Vallès para hiperautomatización ¿España crece más que otros países?

España está siendo un caso de éxito dentro de DXC a nivel global. El negocio mundial va bien, pero el de España va especialmente bien. En Iberia crecimos a doble dígito en ingresos el último ejercicio, con el mejor último trimestre del año fiscal en ventas de nuestra historia. Nuestra materia prima son las personas porque damos servicios tecnológicos, y por eso hemos duplicado la plantilla en seis años y tenemos necesidad de incorporar más empleados. Empezamos con algo menos de 4.000 empleados hace seis años y somos ya casi 8.000, y este 2023 prevemos incorporar entre 1.000 y 1.500 personas más, porque nuestras perspectivas de negocio son buenas. Con competitividad en productividad y en costes.

¿Y qué peso tiene Cataluña?

Cataluña es aproximadamente la mitad de nuestro negocio en España, porque se gestiona para clientes con base de su negocio en Cataluña, sin entrar en donde esté su sede social. CaixaBank, Banco Sabadell, y multinacionales catalanas como Mango, Puig, Cellnex..., para las que gestionamos servicios a nivel global. Ya tenemos 14 centros entre España y Portugal, y el objetivo es crecer en esos centros, y cuando se da la coyuntura necesaria, abrir algún centro nuevo. Calculamos que abriremos uno o dos este año, pero no por abrir más centros somos más potentes, porque llega un momento en que ya no puedes abrir en más lugares.

¿Y cerrar?

No cerramos ninguno y no sufrimos la situación de otras compañías tecnológicas. Nuestras perspectivas son muy buenas. Incluso cuando la economía está sufriendo, nuestro negocio ligado a la tecnología y la transformación que hacemos en las empresas les permite ser más competitivas y tener mejores resultados.

Son el mejor socio tecnológico entre las empresas del Ibex, según las consultoras Quint y Whitelane Research...

Eso tiene mucho valor porque son estudios externos y, en muchos casos, cuando se lanzan procesos de licitación, se tienen en cuenta estas clasificaciones a la hora de decidir las empresas a las que se invita. También se nota en que nuestro nivel de rotación de personal es del 6%, cuando el mercado está sobre el 25%, porque nos hemos convertido en una empresa con muy buen ambiente, que forma mucho a la gente, que ofrece posibilidades de poder dedicarse a clientes y soluciones diferentes, y que permite flexibilidad para trabajar en las oficinas o en remoto. Y que el 47% de la plantilla son mujeres también es un efecto llamada para la cantera femenina, de lo que estamos orgullosos. Contratar a más de 1.000 personas cada año no es fácil, pero cuando los trabajadores están contentos trabajan bien, y los clientes están satisfechos y repiten, y salimos los primeros en los ranquings. Es todo consecuencia de haber creado una dinámica positiva.

¿Cómo ha evolucionado el negocio?

Nacimos alrededor de los 300 millones de facturación y ahora está algo por encima del doble, con crecimientos de doble dígito que esperamos mantener este año. En algunas regiones somos de las empresas que más trabajo dan en general, no solo del sector tecnológico, como en Aragón o Asturias.

¿En qué sectores destacan?

El sector financiero es el más potente, con un tercio de la facturación, porque es de los que más invierte en tecnología, y el resto tiene un peso de entre el 10 y el 15%, incluido el sector público. Estamos muy diversificados: construcción (Ferrovial, Acciona, FCC), comercio (Mango, Carrefour, etc), logística (MRW, Seur, Logista), automoción (tanto fabricantes como servicios de movilidad compartida). Cubrimos bien todas las áreas con un portafolio amplio. Nos encargamos de labores de desarrollo, gestión, procesos de negocio, sistemas críticos, etcétera, que permiten la evolución y subsistencia de esas compañías.

En los últimos tiempos han ganado varios concursos públicos potentes, a nivel nacional y autonómico. ¿Es un sector en auge?

Los fondos europeos Next Generation están ayudando a modernizar las administraciones, y por eso hemos notado en los dos últimos años un empuje superior al de otras épocas. Deberá servir tanto para ganar eficiencia en los procesos como para mejorar la atención al usuario. Hace años, lo que hacíamos era muy interno y muy poco visible, pero ahora lo ves en el día a día, cuando vas a comprar, al banco o a una administración pública.

¿Y trabajan desde España para clientes del resto del mundo?

Tenemos algunas soluciones que nacieron para clientes españoles pero estamos desplegando a nivel mundial, como sistemas logísticos. España no es un centro de servicios mundial, porque la mayoría del trabajo se centra en los clientes nacionales, pero un 10% de la plantilla de España trabaja para clientes que no son españoles ni portugueses. Tenemos personal en España que trabaja en alemán, francés e incluso chino.

¿Cómo cambió la pandemia su actividad?

No cerramos nunca las oficinas, porque además gestionamos ordenadores de servicios públicos de salud, pero el teletrabajo nos ha incrementado la productividad. Nuestro negocio es un negocio de personas, que son las que tienen el conocimiento, aunque esté todo documentado, y los trabajadores valoran la flexibilidad, y también que, como corporación tecnológica independiente, tenemos acuerdos con casi todas las empresas que desarrollan software; no estamos identificados con un producto concreto.

¿Tienen también infraestructuras como centros de datos?

Tener el ladrillo no nos aporta ventajas. Nuestro factor diferencial es la inteligencia de cómo operar los centros de datos, ya sean de nuestros clientes o de empresas especializadas, y también somos expertos en el uso de la nube pública. El negocio de infraestructuras es un tercio del total en España; otro tercio son el desarrollo, gestión, evolución y transformación de aplicaciones, y otro tercio es la evolución, transformación, consultoría y robotización de procesos de negocio.

Sí que apuestan por la inteligencia artificial...

La inteligencia artificial ha sido un boom que ha venido para quedarse. Nos va a ayudar a ser más eficientes, evitar errores humanos y cambiar el paradigma de la empresa. El valor que va a aportar todavía está iniciándose, pero va a ser alto y democrático, porque no requiere de grandes inversiones. Y su conocimiento y utilización tampoco es tan complejo. Por eso tiene tanto empuje, y nosotros estamos invirtiendo mucho en esa parte.

¿En qué invierte DXC?

Invertimos en los nuevos centros de trabajo, en crear empleo y en formación del personal no solo cuando se ganan contratos, sino antes. Hace cuatro años decidimos certificar a 1.000 personas en nube pública en España, cuando todavía no había demanda, pero entendimos que era una tecnología de futuro, y cuando ha llegado ya estábamos preparados. También invertimos en innovación sobre temas que todavía no existen, como por ejemplo entender cómo la inteligencia artificial puede permitir desarrollar software o gestionar equipos prácticamente sin intervención humana. No es algo que vayamos a poner en producción de una empresa en meses. Un 2 o 3% de lo que facturamos lo reinvertimos en capital humano y conocimiento.

Pero con la automatización, ¿los avances en inteligencia artificial no pueden acabar yendo en contra de su negocio?

Es la eterna discusión sobre la tecnología que ya surgió con la invención de la máquina de vapor en la revolución industrial. Se crearán otros tipos de trabajo. Para alguna empresa ya tenemos gente entrenando sistemas de inteligencia artificial desde hace tres o cuatro años. Son entrenadores, un rol que va a ir creciendo. Cambiarán los roles porque disminuirán algunos trabajos por la automatización, pero surgirán otros para crear, construir, operar y mantener esas máquinas. Si nuestras perspectivas son de aumentar personal es porque no todo se va a automatizar. Ha pasado durante toda la historia y volverá a ser así con la inteligencia artificial. No preveo que sea un sector en el que vaya a sobrar gente, sino que cada vez se necesitará más, porque muchas partes de negocio que no estaban en nuestro sector, ahora pasan a formar parte. La dependencia que tienen las empresas de la tecnología es cada vez mayor. Además, en nuestro sector hay mucho reciclaje porque siempre hay tecnologías que caen en desuso. Fichamos a gente joven y no tan joven de todos los perfiles, y que proceden tanto de las universidades como de la Formación Profesional, y formamos a la plantilla en las nuevas tecnologías que van surgiendo. La gente es receptiva y le gusta estar al día.

¿Qué perfiles profesionales necesitan?

Tenemos mucha necesidad de gente que opere sistemas, de desarrollo, transformación, consultoría, ciberseguridad, analítica de datos, robotización de procesos...

¿Y qué tendencias de negocio futuro auguran?

Va a ganar mucho peso todo lo vinculado a la tecnología aplicada a la sostenibilidad, y también cómo la robotización e inteligencia artificial van a permitir desarrollar aplicaciones y gestionar infraestructuras y tratar con los clientes de una manera completamente diferente. No estamos ahí todavía, pero no falta mucho tiempo para que las infraestructuras se monten casi solas y las aplicaciones se desarrollen casi solas. Es lo que hacemos en el centro de Sant Cugat. Y también cambiará la experiencia del consumidor para acceder a las tecnologías. Ahora lo más moderno es tener una aplicación móvil, pero más adelante podrás hablar con la aplicación como si fuese una persona, y mejorarán también los sistemas de identificación biométrica para prescindir de las contraseñas.

¿Algún ejemplo?

Con Microsoft ya estamos probando análisis de conversaciones para agendar una reunión automáticamente para varias personas si se menciona durante el diálogo. Y la tecnología también está revolucionando la automoción. Ahora los coches se están convirtiendo en un motor con un software, y es lo que definirá si te gusta más una marca u otra. No solo hablamos de conducción autónoma, sino de interacción. En general, en cualquier sector, la tecnología ya se ha convertido en un factor diferenciador entre compañías competidoras.