Optimismo prevacacional y para el futuro a medio plazo

Barcelona y Cataluña han empezado el verano con motivos para el optimismo a corto, medio y largo plazo, con eventos de referencia internacional que marcan sus agendas en territorio catalán, y con un nuevo Ayuntamiento de la capital que empieza a caminar con la promesa de “escuchar” todas las opiniones y defiende la colaboración público-privada como vía de progreso económico y social.

Respecto al primer punto, el mes de junio empezó con la celebración en Barcelona del principal congreso global de transporte público, y lo acabó con la asamblea mundial de aeropuertos, como algunos ejemplos paradigmáticos. Asimismo, se desveló que Cataluña será Región Mundial de la Gastronomía en 2025, y Barcelona capital mundial de la arquitectura en 2026 con la celebración del Congreso Mundial de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA). Preguntando a organizadores y asistentes, se repite la misma respuesta, vinculada a buena materia prima local y atractivo para el público internacional: “La gente quiere venir a Barcelona”.

Después de años en que se ha encadenado la crisis política regional con la pandémica, la energética, de suministros e inflacionaria, por la influencia de la guerra de Ucrania una vez superadas las restricciones del Covid-19, las perspectivas macroeconómicas para este año se han ido revisando al alza por no haberse materializado las amenazas previstas.

La incertidumbre persiste en el horizonte, pero el optimismo es el principal ingrediente para el dinamismo. Entre los retos locales, está el de que el nuevo consistorio barcelonés y el gobierno de la Generalitat, con PSC y ERC gobernando en minoría, respectivamente, logren los apoyos necesarios para sacar adelante políticas en favor de los ciudadanos y las empresas.