El valor de una oposición

Hace unas semanas se aprobó la última promoción de registradores de la propiedad, mercantiles y de bienes muebles de España. Son 46 jóvenes, con una media de edad de 29 años y de los cuales 30 son mujeres y 16 hombres. Tras realizar el curso de formación, jurarán el cargo y pasarán a servir los respectivos registros de la propiedad que se les adjudique según el escalafón y el correspondiente concurso.

Muchos de esos registros son de la llamada España despoblada y a ellos acudirán con la ilusión y el compromiso de servir como registradores por primera vez. Vértigo y mucha responsabilidad. Pero no hay nadie más preparado que ellos tras superar una dura oposición.

“Gritamos de alegría y lloramos porque el esfuerzo da su recompensa”, Pablo, 10 años opositando. “Todo lo que vale la pena se consigue con esfuerzo”, María, tres años opositando. Son sólo dos frases de dos de los nuevos registradores que hoy ya son compañeros, pero que sintetizan el valor de una oposición y elevan ese valor a la categoría de propósito.

Ese es el camino. Son cerca de 800 candidatos los que se presentaron a esta convocatoria, lo que evidencia que en España hay un gran número de jóvenes dispuestos a demostrar que la cultura del esfuerzo también es la suya; y que un ganador no es el que siempre triunfa, sino el que nunca se rinde.

Hoy, que en algunos ambientes se critica las oposiciones y que a la vez se pone en duda la capacidad de esfuerzo, de resiliencia y de constancia de la juventud, quiero romper una lanza a favor de esos jóvenes que con la idea de servir a los demás -que no es otra cosa ganar una oposición- dedican varios años de su vida, de lo mejor de su vida, a formarse y estudiar como lo han hecho estos 46 jóvenes y todos aquellos que aún no han conseguido aprobar la oposición que preparan.

Los perfiles son muy diversos, pero en común tienen esas horas de estudio (10 horas al día, seis días a la semana), que han dedicado durante largos años. Son muchas las oposiciones, pero todas implican ese sacrificio para lograr la excelencia. Excelencia, que no olvidemos, será para servirnos a todos nosotros como ciudadanos.

Una mención especial merecen quiénes les han acompañado durante estos largos años de oposición; su familia y sus preparadores. Su familia como principal apoyo, en los malos y buenos momentos, en esas tardes de incertidumbre, de lágrimas y de ganas de tirar la toalla.

Muchos de esos padres son totalmente ajenos al mundo de las oposiciones, incluso al Derecho, pero acaban escuchando los temas, y haciendo suya la oposición porque son sus hijos y los quieren. Da igual que sea Derecho hipotecario que Termodinámica, una madre, un padre, lo aguanta todo.

Y los preparadores, que sí que saben lo que supone la oposición, el esfuerzo, la incertidumbre y los nervios, y que dedican horas y horas a formar y preparar a los opositores, quitando tiempo de su ocio y su familia para ayudarles a conseguir su objetivo. Preparadores que no se limitan a tomar temas, sino que gran parte del tiempo son auténticos coaches, manteniendo el necesario equilibrio del opositor en la carrera de larga distancia que es la oposición. Me atrevo a afirmar que los preparadores dedican más palabras de ánimo que de corrección de términos jurídicos a los opositores.

El perfil medio de los nuevos registradores es muy interesante. Opositan más mujeres que hombres y algunos con dobles licenciaturas, y de los cuales muchos dominan varios idiomas. Todos han superado una oposición que es dura no sólo por el temario que en ella se afronta –372 temas sobre Derecho Civil, Mercantil, Administrativo, Procesal, Hipotecario, Fiscal y Notarial–, más dos exámenes prácticos, sino por el tiempo que dedican: entre cinco y diez años desde que terminan sus estudios universitarios.

En esta sociedad en la que los jóvenes están más formados que nunca, también quienes deciden ser servidores públicos como registradores están más preparados que nunca.

Los 46 nuevos registradores son plenamente conscientes de las connotaciones que entrañan sus nuevas responsabilidades. Tendrán la misión de garantizar la seguridad jurídica y la estabilidad en el Estado de derecho a través del control de legalidad de documentos de toda clase relativos al mercado inmobiliario y económico.

En definitiva, la salvaguarda de la seguridad jurídica y económica de España, que permite la rapidez y la certidumbre en las transacciones jurídicas y económicas. En el ámbito mercantil y en el inmobiliario. Esto genera riqueza económica y permite que importantes inversores confíen en las empresas y en los activos españoles. Los nuevos registradores, como no puede ser de otro modo en la sociedad actual, están plenamente preparados para un Registro que ya es referente en digitalización y en servicios electrónicos.

Para fortalecer un sistema que es punta de lanza en Europa, así como para ejecutar correctamente sus labores diarias, los registradores debemos seguir abordando una intensa formación continua en torno a los cambios y modificaciones legislativas, como hemos venido haciendo desde hace más de 160 años.

Es decir, que el trabajo de quienes llevan preparándose durante años para enfrentarse a una de las oposiciones más complejas de la Administración del Estado sólo acaba de empezar. Y no se trata de una cuestión baladí. No lo es porque hay mucho en juego. Los 46 nuevos registradores de España lo saben y estarán a la altura de las circunstancias. ¡Enhorabuena y bienvenidos!