Estela López

Sin responsabilidad individual no habrá triunfo colectivo

Los virus no entienden de leyes, ni fronteras, ni excepciones. Están programados genéticamente para sobrevivir a través del contagio entre huéspedes, y la única manera de combatirlos, a falta de vacuna, es evitar su propagación. Y de ahí la importancia del confinamiento, y de que cuanto mejor se haga, antes podrá acabar, permitiendo salvar vidas y recuperar las rutinas diarias y la actividad económica habitual. Las personas sí entienden de normas, y los ejemplos de ciudadanos paseando mascotas de peluche, jóvenes quedando al aire libre, familias acudiendo a las segundas residencias e incluso algún anciano cazando pokemon por la calle, son comportamientos muy peligrosos, ya que contribuyen a expandir contagios y perpetuar la crisis sanitaria. Es cierto que las conductas incívicas han disminuido respecto al inicio del estado de alarma, pero la policía sigue imponiendo cientos de multas diarias.

Todos y cada uno somos responsables de contribuir a superar esta pandemia que, a diferencia de las crisis de origen económico, no se arreglará solo con dinero, si bien requerirá de muchos miles de millones. Las administraciones públicas tienen la responsabilidad de conseguir todos los recursos necesarios para combatir al Covid-19 con la mayor eficiencia en el ámbito sanitario, social y empresarial, pero sin responsabilidad individual, los esfuerzos pueden ser inútiles.

Es fácil reclamar a los demás, pero también debe haber autoexigencia y autosacrificio, valores que se han ido perdiendo en las últimas generaciones. Pero esta crisis también ha demostrado que no está todo perdido, con la multiplicación de iniciativas solidarias por parte de ciudadanos anónimos, instituciones y empresas que se han puesto manos a la obra para combatir al Covid-19 por todos los flancos posibles.