elEconomista Capital Privado

Con confianza hacia un nuevo y próspero año

Cuando comenzó 2020, el sector del capital privado se movía en un mar en calma, mecido al calor de una enorme liquidez y de unas cifras récord de inversión por tercer año consecutivo. El miedo a un posible cambio de ciclo sobrevolaba el horizonte, pero eran pocos los que se atrevían a invocarlo en un momento de tan frenética actividad. Sin embargo, el estallido de la pandemia del coronavirus obligó a esta industria -como a otras tantas- a reinventarse. A dejar de lado los temores generados por el virus o la situación de algunos familiares para volcarse de lleno en las participadas... y en los cientos de negocios y familias que dependían de ellos. Meses más tarde, los grandes directivos del sector no terminan de creerse que el fin de la pesadilla ha llegado, pero todos confían en la vacuna como una especie de maná que les hará retornar a la normalidad. Dentro de la anormalidad en la que todavía se mueve la pandemia.

En 2019 se cerraba la década de maduración del sector, que dejó atrás unos duros años de adolescencia marcados por la crisis económica anterior y comenzaba a ver los frutos del duro trabajo realizado. Con la llegada del coronavirus, sin embargo, todo cambió y si por algo se ha caracterizado este año ha sido por la reinvención. La tendencia iniciada en los últimos años hacia diferentes estrategias de inversión o geografías ha comenzado a dar sus frutos, permitiendo a los gestores de capital privado sortear con más o menos éxito la pandemia. Y, sobre todo, perdiendo el miedo al cambio y a lo inesperado. Ahora, en esta industria se repite como un mantra la importancia de saber adaptarse a las crisis y adelantarse al futuro.

La recuperación llegará, pero gracias a Dios se han dejado atrás las cábalas sobre si será en el 2021, en el 2022 o en el 2025. Lo que importa es este momento y jugar las cartas de la mejor forma posible para movilizar el dinero de los ahorradores de todo el mundo. Y, sin olvidar, que cada una de las empresas en las que invierten sigue adelante gracias a las personas. En un momento en el que la tecnología ha llegado para quedarse, no se debe olvidar que los algoritmos no sustituyen una relación humana, aunque ahora se pueda hablar con inversores a millones de kilómetros y obtener con éxito el capital necesario. En este tiempo es más necesario que nunca que la industria del capital privado sepa abanderarse como el socio ideal de las empresas, ganando en muchos casos la batalla por la financiación a los bancos o a la bolsa. Como en cualquier víspera de año nuevo, toca hacer balance de este año, ver los errores que se han cometido para aprender de ellos y mirar al futuro con el objetivo de que el sector se consolide como una referencia en el universo de la financiación alternativa para las pymes.

Para estos meses -y futuro- inciertos, solo queda trabajar duro para que España vuelva a convertirse en un paraíso para la inversión.