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Marta Corella, alcaldesa de Orea y Premio Orgullo Rural 2020: “Estamos demostrando que en los pueblos pequeños también suceden grandes cosas”

Reconoce haber contenido las lágrimas cuando le han preguntado si ha merecido la pena entregarse a la quijotesca pelea de evitar el declive de Orea, su pueblo natal, incluso quitándole tiempo a su familia y a sí misma. Y sin responder explícitamente con un sí o un no, Marta Corella, deja a las claras que derribar ciertos gigantes bien merece sacrificios. “Entiendo que esta entrega continua no es gastar mi tiempo, sino invertirlo por los que vendrán”, dice quien ha conseguido “enderezar la pirámide poblacional” de su pequeña localidad guadalajareña, de poco más de 170 habitantes y enclavada a 1497 metros de altitud en los límites con Teruel.

Orea era una población envejecida que, como tantas, se veía abocada a la despoblación hasta que la amenaza del cierre del colegio hizo a Marta ponerse en marcha. “No es que hayamos aumentado en población, pero hoy tenemos vecinos de todas las edades”, dice con orgullo esta mujer de 49 años que desde hace cinco dirige la Alcaldía.

Afirma haber recibido la confirmación del Premio Orgullo Rural 2020 con “sorpresa” y también “con muchísima emoción”. Ahora bien, subraya, “no es nominativo, no veo un premio a Marta Corella, sino a la alcaldesa de Orea, y esta Alcaldía es un compendio de esfuerzos de mucha gente”.

Ingeniero Técnico Forestal de formación, Corella entendió hace varios años que “el eslabón entre recursos y aprovechamiento en el medio rural se había roto”, que durante décadas “se nos había enseñado que en los pueblos no había futuro” y que estos “se habían convertido en donantes de talento a las ciudades, el de los jóvenes formados con esfuerzo ímprobo de padres y abuelos”; y convirtió la defensa del medio rural en su “gran pasión”.

Creó la Asociación Del Bosque a tu Casa para favorecer la empleabilidad de las mujeres de Orea; emprendió con un alojamiento rural en el que se desarrollan campamentos especializados en la recuperación de recetas tradicionales; ultima la publicación de un libro con esas recetas; promueve la grabación de testimonios de mayores y niños para conectar sus experiencias, y es el alma máter de la campaña de FADEMUR Ningún niño sin pueblo, Ningún pueblo sin Niños! para crear puntos de encuentro entre la infancia urbana y los pueblos.

“Estamos demostrando que en los pueblos pequeños también suceden cosas grandes”, resume esta mujer que, no obstante, ratifica: “seguimos siendo donantes, de talento, de biodiversidad, de alimentos de calidad, etc.”. “La vida en los pueblos no es ni mejor, ni peor, es diferente, pero tiene que reconocerse”, afirma, “con una adaptación legislativa y fiscal y con inversiones en I+D+i para generar oportunidades y que el talento pueda quedarse”.