Medidas para impulsar la natalidad en España

El año pasado tan solo nacieron en España 329.812 bebés, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Es una cifra que no solo supone 7.011 nacimientos menos que en 2021, cuando se registraron 336.823 en total, sino que se trata además de la más baja en 81 años. Desde que existen estadísticas, en 1941, nunca habían nacido tan poco niños. Y entonces España acababa de salir de la Guerra Civil. Y lo peor es que, lejos de remitir, la situación, está empeorando aún más este año. En los dos primeros meses de 2023, los nacimientos han caído hasta los 51.929, lo que implica un descenso añadido de 676 niños respecto al año anterior.

El problema es de tal magnitud que, de acuerdo con el último estudio realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la tasa de natalidad es de 1,3 hijos por mujer, lo que supone un punto menos respecto a la media mundial.¿La consecuencia? Pues si se suma el fuerte encarecimiento de los precios, es que las ventas acumulan una caída acumulada ya en el primer trimestre del 17% y que el ritmo de descenso, además, se está acelerando, habiendo superado ya el 20% de descenso el pasado mes de marzo. Lo llamativo es que mientras que el número de nacimientos se hunde en nuestro país y la alimentación infantil sufre por ello, aumentan las personas que tienen una mascota y la comida para perros y gastos, consecuentemente, crece.

Se trata de un problema que, aunque está golpeando ya a empresas fabricantes de alimentación para niños, como Hero, que así lo ha llegado a reflejar en sus cuentas, va sin embargo mucho más allá. La falta de niños y el envejecimiento de la población tiene consecuencias no solo para la industria alimentaria, sino para la economía y la sociedad en su conjunto. Urge por ello adoptar medidas que faciliten la conciliación y, sobre todo, permitan a los jóvenes desarrollar una carrera profesional en unas condiciones optimas para poder acceder a una vivienda y crear una familia.

España se está convirtiendo en uno de los países más envejecidos del mundo y, o se toman medidas, o la situación no hará sino empeorar. Es algo en lo que se tienen que implicar todos los agentes sociales, empezando por las distintas administraciones. Pero mientras se pone solución al problema, también es cierto que las empresas deben adaptarse a la nueva realidad del consumo. Nacen menos niños y, en cambio, crece la población de mayor edad, que lógicamente, tiene unas necesidades distintas. Todo ello, además, en un momento en el que el consumo, en líneas generales, está disminuyendo como consecuencia del encarecimiento de los precios.