El supermercado físico recupera cuota de la compra ‘online’

Tras la pandemia, muchos compradores que combinaban los canales ‘on’ y ‘offline’, han vuelto a comprar solo en tiendas físicas motivados por el precio y la experiencia.

El 21% de los consumidores que compraban alimentos a través de internet en el periodo 2021/2022 han dejado de hacer la compra online en el último año o tienen pensado dejar de hacerla pronto. La inflación y la experiencia física de las tiendas de proximidad han tenido un fuerte impacto en el avance de la compra online de alimentos y bebidas, que ha retrocedido en este periodo siete puntos, según reflejan los resultados del VII Observatorio del Comercio Electrónico de Alimentación presentado por la patronal de los supermercados, Asedas, y elaborado de manera conjunta por las universidades Autónoma y Complutense de Madrid.

De esta manera, si el porcentaje de consumidores que realizaban hace un año sus compras de alimentación de forma mixta, compaginando los canales on y offline, era del 33,16%, doce meses después han pasado a ser un 27,21%. De este retroceso de esta modalidad de consumo mixto se ha beneficiado el canal exclusivamente físico, que ha pasado de representar el 60,93% en 2022 al 67,97% en 2023. En el caso de los españoles que hacen sus compras únicamente a través del e-commerce, la caída ha sido menos acusada, pasando del 5,91% al 4,82%.

Estos datos, sin embargo, no implican que la compra online haya dejado de ganar adeptos de forma progresiva, sino que refleja, entre otros fenómenos, el final de la pandemia y de las restricciones en el interior de los comercios, además de la posibilidad de hacer frente al encarecimiento de la compra mediante la comparación de precios dentro de la amplia red y variedad de establecimientos de la red de distribución alimentaria española. En este sentido, el estudio indica que un 18% de los compradores online han empezado a usar este canal durante el último año.

La principal motivación para dejar la compra online y volver al supermercado reside en la mayor facilidad para comparar precios en las tiendas físicas, mencionado en el 44% de los casos; seguida por la comodidad a la hora de hacer la compra (39%); el no tener que recurrir al comercio electrónico tras el final de la pandemia (17%); y por fidelidad a su local favorito que no tiene página web (14%). En este cambio de tendencia, los negocios más perjudicados son los comercios puramente digitales, con una tasa de abandono del 8% por motivos de precios y fin de la pandemia.

Los responsables del estudio, María Pueyes (UCM) y Gonzalo Moreno (UAM), destacaban durante su presentación la influencia de las subidas de precios en el cambio de conductas entre los compradores del canal online, ya que, a partir de otoño de 2022, cuando realizaron el primer muestreo, los consumidores ya empezaron a tomar medidas en busca de ahorro como el decantarse por productos de marca del distribuidor o el cambio de enseñas.

En el caso de los compradores que nunca recurren al comercio electrónico, la principal motivación para apostar por esta modalidad se mantiene año tras año y consiste en no poder comprobar el estado y elegir los productos personalmente en función de su caducidad y su estado de maduración, en especial de los frescos, con porcentajes de entre el 80% y el 90%. Por el contrario, los que mencionan motivos de mayor precio o la falta de seguridad en los pagos electrónicos, apenas representan en torno al 50% de las respuestas.

Para el director general de Asedas, Ignacio García Magarzo, las conclusiones del estudio, con una menor fidelidad de los clientes y una apuesta por productos de distribución a causa de la crisis de precios, reflejan que “nos enfrentamos a una inflación que nos perjudica a todos”. En este sentido, añadía: “llevamos un año y medio con una crisis de costes que ha impactado a todos los modelos de negocio y canales porque se han visto obligados a ajustar sus márgenes por el cambio de hábitos de los consumidores. Al contrario de la energía, los consumidores se han podido defender de la subida de precios de los alimentos por la existencia de un sector de la distribución que es competitivo. Tenemos una de las mejores distribuciones alimentarias del mundo como demuestran los estudios y unos precios que están subiendo por debajo de la media de Europa”.