Urge que las bodegas encuentren alternativas al mercado chino

China se ha convertido en un grave problema para el sector del vino. Y no solo en España, sino en la práctica totalidad de los países productores, con excepción de Argentina y, sobre todo, de Chile. El gigante asiático redujo sus importaciones al cierre del último año un 20,6% en volumen y un 11% en valor, hasta los 337 millones de litros y los 9.693 millones de yuanes (unos 1.300 millones de euros) respectivamente. Pero el problema viene de atrás y, de acuerdo con los datos de la aduana china, recogidos en el último informe del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), desde el récord de 2017, las importaciones chinas de vino han caído en total un 55% en volumen, pasando de 751 a 337 millones de litros. No se trata, por lo tanto, de un problema originado con la pandemia, aunque el Covid haya agravado aún más la situación, sino que viene de lejos.

La cuestión es mucho más grave. Hace años, China quería vino de alta calidad, el consumo crecía y bodegas de todo el mundo acudían a ferias y congresos a lo largo de todo el país a buscar nuevas oportunidades de crecimiento. La viticultura vivía una época de esplendor e incluso en la propia China se plantaban miles de hectáreas de viñedo, intentando imitiar los parámetros occidentales. Pero eso parece estar llegando a su fin. El país parece estar levantando una gran muralla contra el vino y el consumo está cayendo en picado. Urge, por ello, que las bodegas españolas, que han visto como sus ventas se reducían hasta un 70% en los últimos cinco años, busquen alternativas.

De hecho, no hace falta mirar muy lejos para crecer y encontrar alternativas. Mientras que el mercado del vino cae en China, en Japón está ocurriendo justamente todo lo contrario. El país nipón aumentó sus importaciones de vino un 8,9% en volumen y un 31% en valor en 2022, hasta los 265,5 millones de litros y los 245.429 millones de yenes (1.700 millones de yenes), a un precio medio que subió por encima del 20% hasta los 924,27 yenes/litro (6,57 euros). El OEMV destaca, además, que “todos los tipos de vino crecieron a un gran ritmo” y que “Japón se ha consolidado como quinto país que más gasta en vino y primero de Asia”.

Las exportaciones españolas de vino cerraron el último año con una facturación de 2.980,2 millones, lo que supone no solo un crecimiento del 3,1% respecto al año anterior, sino alcanzar, además, la cifra más alta de toda la historia, gracias fundamentalmente al incremento de los precios. El problema de fondo es que los envíos en volumen, precisamente por esa subida de los precios, sufrieron una caída del 9,2%. Hay que crecer en volumen y en valor.