Garzón debería criticar a China: en España no hay macrogranjas

La epidemia de peste porcina que sufrió en 2019 y que acabó con la mitad de su cabaña porcina ha llevado a China a lanzar un plan sin precedentes para construir macrogranjas donde el bienestar animal es la última de las preocupaciones y lo que se antepone por encima de todo es la productividad. El gigante asiático está levantando grandes edificios, de hasta 13 plantas, donde viven hacinados en jaulas hasta 50.000 cerdos. Con procesos de alimentación y reproducción absolutamente automatizados, son animales que no llegan a ver nunca la luz del sol y que son engordados en ocasiones hasta duplicar su peso natural, por encima de los 200 kilos, con el único objetivo de producir más carne. China ha logrado así recuperar gran parte de su cabaña porcina y, sobre todo, estabilizar los precios.

En España no hay nada ni mucho menos parecido. Sí que existen granjas de un mayor tamaño -aún así infinitamente menores que las chinas, de hasta 7.200 cerdos como máximo- pero las condiciones veterinarias, de higiene y de bienestar animal que exige la normativa vigente garantiza un control estrecho de la producción. Como advierten desde el sector, gracias precisamente a su tamaño, estas granjas son modernas y eficientes y garantizan una producción intensiva de máxima calidad, de la que España tiene que sentirse orgullosa. Evidentemente, la producción extensiva sería lo más deseable, pero ni en nuestro país se dan las condiciones climáticas necesarias para eso ni sería posible abastecer de este modo a toda la población. Pasaríamos de ser uno de los grandes exportadores mundiales a tener que importar.

Pero a Alberto Garzón todo eso parece no preocuparle demasiado. No ha lanzado ni una sola crítica a China. Ha preferido acudir a la prensa británica -el Reino Unido es uno de nuestros mayores clientes- y asegurar que España está exportando carne de mala calidad de animales maltratados. Eso es lo que ha dicho, literalmente, aunque algunos insistan luego desde el Gobierno en que es un bulo. Basta leer The Guardian. Para empezar, si considera que en nuestro país hay un problema de calidad o seguridad alimentaria -algo que desde luego no pasa en este momento-, lo que tiene que hacer como ministro de Consumo es gestionarlo en lugar hacer las declaraciones que ha hecho en un medio extranjero. Pero Garzón parece no saber lo que es gobernar. Vive más cómodo en el ataque y en la oposición permanente. Primero criticó al sector turístico y a la hostelería por, según él, crear empleo precario; luego a la industria de los dulces y caramelos, a los que acusó de fomentar la obesidad; o las cadenas de comida rápida, por idéntica razón. Ahora es el turno de la carne. ¿Qué será lo próximo? Debería dimitir o ser cesado de inmediato.