Teñir el empleo de verde

Nadie a estas alturas es capaz de poner en duda que el modelo económico-productivo actual presenta signos de agotamiento. En un contexto marcado por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la sobreexplotación de los recursos y la escasez de materias primas, las alarmas han saltado para avisarnos de que necesitamos algunos cambios de guion.

Y cuando la historia cambia, los actores también están obligados a hacerlo. Ha llegado el momento de que, como sociedad, modifiquemos no solo nuestra forma de relacionarnos, sino que nos replanteemos la relación que como especie tenemos con el medio ambiente y nuestro entorno. Es el momento de poner a prueba nuestra capacidad de resiliencia.

Tenemos por delante un desafío mayúsculo, posiblemente uno de los más importantes de la historia moderna, pero también la oportunidad de formar parte de la construcción de un futuro próspero y garante del bienestar de las generaciones venideras. Debemos abandonar el modelo productivo tradicional que nos ha acompañado desde la revolución industrial para migrar hacia un modelo circular.

Desde Europa, posiblemente el continente más avanzado en materia ambiental, han dejado claros los raíles sobre los que tenemos que avanzar: sostenibilidad y digitalización. Estos serán los dos mantras que nos acompañen, por lo menos hasta 2050, y seguramente durante muchos más años.

Como en cualquier proceso transformador, mirar desde la transversalidad es más que necesario; es vital. Si lo hacemos, comprobaremos que la visión holística que nos propone la economía circular nos viene como anillo al dedo para construir estructuras de pensamiento a la altura de los retos que hemos de gestionar y, sobre todo, de los cambios que esto traerá consigo. La economía circular, que va mucho más allá de la gestión de los residuos, nos plantea simplificar los procesos (descarbonizar, desmaterializar, reducir, reciclar, compartir) y, como sabemos bien, siempre es más complicado hacer “más con menos” que derrochar sin freno.

Para ello nos vemos obligados a adaptar la formación y el conocimiento a los requisitos de un nuevo escenario que trae consigo nuevas necesidades en el mercado laboral y la irrupción de una fuerza laboral más sostenible.

El adjetivo lo dice todo: verde es el color del medio ambiente y de la gestión racional de los recursos naturales. Y es el tipo de empleo que más va a crecer en los próximos años en energía, construcción, ciclo del agua, residuos, conservación de la biodiversidad, diseño industrial, movilidad, arquitectura, ingeniería. No habrá sector que se escape a la huella del empleo verde.

La Organización Internacional del Trabajo estima que la aplicación de la economía circular en la Unión Europea creará 700.000 puestos de trabajo y, según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), se estima que el crecimiento en número de empleos verdes en España sea de un 1,7% en 2030, entre las 242.000 y 348.000 personas por año.

Por eso, no podemos obviar estas cifras y una realidad que se plantea como un reto y una oportunidad al mismo tiempo.

Pero la sostenibilidad no solo necesita de una transformación del sistema económico-productivo, sino también acoplar estos cambios a la revolución tecnológica que está modificando nuestra forma de interactuar, de mejorar procesos o de consumir de manera diferente.

La creciente digitalización de la sociedad y de la actividad económica nos ofrece increíbles oportunidades que, junto a las soluciones aportadas por la economía circular, pueden dibujar un verdadero cambio de modelo. Inteligencia Artificial, Big Data, Internet de las cosas, icloud o Industria 4.0 son algunas de las llamadas tecnologías habilitadoras que están permitiendo una aceleración del desarrollo sostenible, haciendo además partícipe a la ciudadanía de este avance.

Unas oportunidades que se han materializado en Ecovidrio en nuestro Plan de Transformación Digital. Contamos con los datos de recogida de más de 245.000 contenedores de envases de vidrio repartidos por toda la geografía española. Gracias a la analítica de datos y a la aplicación de algoritmos matemáticos e Inteligencia Artificial somos capaces de establecer modelos predictivos para determinar el potencial de crecimiento en barrios concretos, incluso por secciones censales.

Este enfoque casi quirúrgico nos permite tomar decisiones concretas: las rutas de recogida de una forma óptima y eficiente, reforzar la infraestructura de contenedores en calle, reforzar la recogida o planificar campañas de movilización intensivas donde se necesite, entre otras acciones.

En definitiva, podemos concluir que la economía circular presenta cambios de calado, pero también oportunidades económicas, sociales y laborales. Lo sabemos bien en la cadena productiva de envases de vidrio de nuestro país. 25 años de historia nos han permitido presentarnos no solo como un ejemplo perfecto de modelo productivo circular sino como abanderados de un tejido empresarial estable y de calidad generador de más de 8.000 puestos de trabajo. Un ejemplo tangible de que los sistemas económicos pueden ser circulares, prósperos y sostenibles.

Decíamos al principio que cuando cambia el guion, los actores también deben hacerlo. Las decisiones que tomemos hoy determinarán el color del futuro del mañana. Si queremos acelerar la transición hacia una sociedad más justa, sostenible e igualitaria que nos permita para alcanzar con éxito los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, solo hay un camino posible: teñir el empleo de verde.