La inversión extranjera crece por los fondos pese a los ‘palos’ en vivienda

En plena batalla electoral con la vivienda como tema central, uno de los principales enemigos de los socios de Compromís y Podemos, los grandes fondos internacionales, han permitido al Gobierno de coalición sacar pecho con la segunda mayor cifra de inversión extranjera de este siglo.

La inversión extranjera se ha convertido en uno de los principales argumentos a los que recurre el presidente de la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig, en plena campaña electoral para presumir de gestión económica. Y es también una bandera a la que, paradójicamente, también se agarran sus socios de Compromís y Podemos en el Consell para escenificar los logros de la coalición en la Administración autonómica. Más allá de los anuncios de la gigafactoría de Volkswagen y la continuidad de Ford en el coche eléctrico, el último dato de inversión extranjera en la Comunitat Valenciana ha disparado el triunfalismo de los partidos de izquierdas frente a las habituales críticas de entorpecer, retrasar e incluso de poner en riesgo la llegada de multinacionales que no han dejado de recibir en las dos últimas legislaturas con polémicas en sectores como el turismo o las renovables.

La cifra oficial es incuestionable y no deja dudas del atractivo de la Comunitat Valenciana. La inversión bruta extranjera en la región ascendió a 2.036 millones de euros el año pasado, lo que representa un crecimiento del 135% respecto a 2021. Y eso a pesar de que en esas cifras no se refleja aún la llegada de la gigafactoría de Volkswagen a Sagunto. Sin duda se trata de todo un hito, ya que es el segundo mejor dato de la estadística oficial durante este siglo, solo por detrás del registrado en 2001, que se cifró una inversión total de 2.771 millones de euros.

La cifra supone un 189% más que la media registrada durante toda la última década y supone todo un espaldarazo a la economía valenciana, pero ello no quita que el análisis pormenorizado de cómo se ha llegado a esas cifras suponga una paradoja, especialmente para quienes a la vez han lanzado duros ataques a los fondos de inversión o a grandes empresas en plena campaña electoral a costa de la polémica por la vivienda o la inflación en la cesta de la compra, como Podemos. El propio vicepresidente segundo y candidato de esa formación aseguraba que iban a ser “implacables con los fondos de inversión” a los que culpaba de la especulación en la vivienda.

Los datos del año pasado revelan que por tipo de operación, el 76% de la inversión corresponde a reinversiones o ampliaciones de empresas extranjeras establecidas, con especial peso de ampliaciones de capital para capitalizar deuda. Otro 22% corresponde a adquisiciones y apenas el 3% a nuevas inversiones como tales. Si se desagregan esas inversiones, queda claro que los protagonistas de esta cifra histórica fueron precisamente los grandes fondos. Es el caso de una de las mayores firmas mundiales, Carlyle, que a principios del año pasado cerró la compra del grupo esmaltero castellonense Esmalglass-Itaca, rebautizado como Altadia.

También en Castellón, pero en el sector turístico, un fondo de los bautizados como buitres aportó su granito de arena. El dueño de Marina d’Or, el fondo Farallo, aunque ya había asumido el control de la empresa como dueño de la deuda del grupo, no fue hasta el año pasado cuando materializó la capitalización de deuda, por más de 100 millones de euros, para convertirse en el titular de más del 99% del complejo turístico.

Si Estados Unidos es la cuna de las grandes firmas de inversión y sumó casi 800 millones de euros en inversión el año pasado en la Comunitat Valenciana, el Reino Unido es otro hogar tradicional de estas firmas. Pese al Brexit fue el segundo país por inversión en la región, con 464 millones de euros. También con nombre y apellidos: el productor de mármol y piedra natural Levantina, de Novelda (Alicante) que pertenece a otro fondo, Bybrook. En su caso también ha protagonizado una operación que básicamente ha consistido en capitalizar pasivo y reestructurar deuda, aunque la firma ha comprado una planta en Nules (Castellón) en la que invertirá en total 50 millones de euros para potenciar su línea de piedra sinterizada.

A continuación, se sitúa Francia, con 463 millones de euros. De ese país es el nuevo socio mayoritario del grupo sanitario Ribera, así como del fabricante alicantino de chupetes, biberones y puericultura Suavinex. Por detrás ya se sitúan Austria (con 110 millones de euros) y otros 5 países (Italia, Países Bajos, Suecia, Alemania y Hungría), que superaron la cota de 10 millones de inversión el año pasado.