El patrón que reflotó el pez chico que aspira a ser la gran ballena española de ferris

Después de 25 años de historia, Baleària es hoy el líder naviero español después de haber protagonizado varias operaciones que van contra la propia lógica de la naturaleza y del propio mercado, en que el pez chico se acaba comiendo al pez grande. El propio nacimiento de Baleària se produjo con todo en contra, en el que un grupo de directivos y trabajadores asumieron una naviera en quiebra, la antigua Flebasa, para reflotar una compañía que por no tener ni siquiera poseía barcos para su actividad. Hoy la empresa de Dénia (Alicante) cuenta con una flota de 34 barcos y facturó 563 millones de euros en 2022, un 42% más, con 67 millones de beneficio. Unas cifras que le convierten en el primer operador de ferris español.

Pese a ello, Baleària no sólo sobrevivió, sino que acabó logrando que el que era su principal rival en el tráfico de pasajeros y carga entre Dénia y Baleares y luego entre las propias islas, Umafisa-Pitra, perteneciente al Grupo Matutes, decidiese unirse con una fusión que permitió a los dos peces pequeños desafiar al gran trasatlántico de entonces, la compañía estatal Trasmediterránea.

Precisamente Utor ya intentó mover ficha en la privatización de la naviera de bandera, que a finales de 2002 se traspasó a un grupo liderado por Acciona, con la entonces caja alicantina CAM y Matutes como socios minoritarios. Durante años las dos navieras mantuvieron en Baleares una fuerte guerra comercial. Baleària se hizo con un liderazgo sostenido que le permitió dar el salto al Estrecho o al Caribe, con su línea entre Bahamas y Estados Unidos. Cuando Acciona decidió dejar el timón de Trasmediterránea, Baleària volvió a situarse en las quinielas. Precisamente la duplicidad de ambas compañías en Baleares y el Estrecho dificultaba una fusión que generaría un gran campeón español del sector, pero que dejaría sin apenas rival algunas de las principales rutas marítimas nacionales, algo impensable para las autoridades de competencia. Eso y una elevada oferta determinaron que finalmente fuera otro referente naviero, el canario Grupo Armas que centraba su actividad en el otro gran corredor marítimo nacional, el canario.

El peso de la deuda sumado al desplome de los tráficos de pasajeros por la crisis del Covid acabó llevando a Armas a una difícil situación, que le obligó primero a vender el negocio de Trasmediterránea en Baleares a la italiana Grimaldi y después a dejar su capital y su control en manos de los fondos acreedores. Un cambio accionarial que pone ahora a Armas en el mercado y que encaja como anillo al dedo con la vieja aspiración de Utor de crear un gran campeón nacional. El presidente de Baleària además de pedir más peso al transporte marítimo en España no deja de insistir en el escaso tamaño de las navieras españolas frente a otros operadores europeos y mundiales.