La Marina de Valencia, de objeto de deseo a motivo de alta tensión con los empresarios

La cercanía de las citas electorales suele revolver las aguas en todos los ámbitos. Pero en las últimas semanas las relaciones entre las fuerzas de izquierdas que forman parte de los gobiernos estatal, autonómico y de la capital valenciana están protagonizando una escalada de tensión con un protagonista principal no deseado: el presidente de Mercadona, Juan Roig. A la polémica sobre las críticas de la ministra de Podemos, Ione Belarra, se ha sumado ahora otro caballo de batalla más local que demuestra lo difícil que es ser profeta en tu tierra, y más si es un empresario.

Nadie duda que la Marina de Valencia es una de las grandes joyas de Valencia, por su ubicación privilegiada junto al mar y por el polo emprendedor e innovador en que se ha convertido. Un referente que muchas ciudades envidian y quieren copiar, como ha demostrado el interés de la Barcelona de Ada Colau y la vecina Alicante en cuanto han salido a la luz los problemas existentes. Una referencia que sería difícil de entender sin la apuesta que hizo Juan Roig cuando la economía valenciana aún era la zona cero de la crisis de la burbuja inmobiliaria. Pocos parecen recordar ahora el estado de abandono de las antiguas bases de los equipos de la Copa América y la batalla política día tras día por la deuda con la que se pagó una infraestructura millonaria que apenas tenía uso y en que los negocios existentes cerraban porque solo había afluencia en verano.

El presidente de Mercadona no dudó en destinar cerca de 30 millones de euros de su bolsillo en los edificios que albergan la escuela de empresarios Edem, la aceleradora Lanzadera y la sede de su firma de inversión en startups Angels. En una década por ese polo han pasado más de un millar de empresas emergentes y muchas han fijado su sede. Una iniciativa que, junto a otras puestas en marcha en su mayoría de empresarios y emprendedores locales, como el caso de Innsomnia o BioHub VLC han tenido un efecto tractor en la llegada de multinacionales de las que presume el consistorio. Pese a ello, La Marina de Empresas de Roig ha visto como sus planes de crecimiento, de los que el propio alcalde Joan Ribó presumía hace meses, no ha conseguido avanzar por las trabas. Tras constantes guerras políticas por la titularidad del espacio entre Estado, Generalitat, Ayuntamiento y Puerto, lo básico, la gestión, sigue siendo un problema sin solución.

Esto sucede en una ciudad en que es fácil comparar la realidad de los futuros coliseos deportivos, el Nuevo Mestalla, encallado hace más de una década, y el futuro Arena promovido por Roig y en plenas obras. Tampoco muchos recuerdan que si se desarrolla el suelo para Volkswagen en Sagunto es porque cuando se intentaba colocar un Parc Sagunt casi vacío a inversores chinos o árabes, fue Mercadona el que compró terrenos y con su dinero la empresa pública promotora sobrevivió para lanzar la segunda fase donde ahora irá la gigafactoría.