El experimento de la semana laboral de 4 días ‘descafeinado’

Valencia anuncia una prueba sobre la reducción laboral que ni recorta los horarios ni analizará los efectos laborales y en la productividad que supone esa mediática propuesta.

Se puede llamar prueba piloto de la semana de cuatro días a varias semanas seguidas en que se trabajan cuatro días porque uno es festivo? Al menos eso es lo que defiende el Ayuntamiento de Valencia para asegurar que durante este mes la capital está siendo pionera a nivel mundial en un experimento sobre la semana laboral de 32 horas, aunque los trabajadores de la ciudad al final hagan los mismos horarios de siempre y simplemente sus festivos anuales se hayan concentrado. De hecho, aunque el consistorio de Joan Ribó cuenta como cuatro semanas las que se trabajan cuatro días, realmente son cinco si se añade la anterior con el viernes santo.

La propia presidenta de la patronal CEV Valencia, Eva Blasco, lo define como “una acumulación de festivos en un mes que nada tiene que ver con la jornada de cuatro días” y cuyos resultados servirán de poco, dado que al incluir fechas excepcionales como la Semana de Pascua sin colegios y universidades, por ejemplo, distorsiona la realidad.

Según Blasco, la patronal no está en contra de esta medida, pero debe ser en el marco de la negociación del convenio colectivo de cada empresa donde se negocie, también apuntó el interés electoral de que se haga ahora en vísperas electorales. El propio Ribó ha dejado claro que “el ayuntamiento no entra en los aspectos laborales o de negociación colectiva entre empresarios y trabajadores”. El experimento se limitará a cuantificar los efectos en la movilidad, el tráfico, las emisiones contaminantes o la hostelería, además de una encuesta a 2.000 vecinos. En el barómetro municipal sólo el anuncio de la iniciativa ya había sido calificada con 7,9 puntos sobre 10, pese a que apenas se conocía en que iba a consistir. No deja de ser paradójico que un estudio pionero a escala mundial sobre la reducción del horario de trabajo no mida los efectos laborales ni en los propios trabajadores ni en la productividad de las empresas ni en la economía.

La semana laboral de cuatro días, de la que Compromís y otros partidos de izquierda como Podemos son adalides, tampoco cuenta con unanimidad entre los sindicatos. En un coloquio reciente con el propio Ribó, la secretaria general de CCOO PV, Ana García, mostró su apoyo a la jornada de cuatro días con argumentos similares a los del alcalde. Así, consideró que además de suponer una mejora laboral, supondrá mejoras medioambientales al reducir los desplazamientos e incentivará actividades relacionadas con el ocio y el turismo, además de contribuir a la conciliación. Sin embargo, el secretario de UGT en Valencia, Ismael Sáez, reflejó una posición más distante: “No estoy convencido de que necesariamente tengamos que ir de cinco a cuatro días. Queda bien, pero no tiene que ser la mejor formulación”. Sáez recordó que “la jornada no deja de ser salario, lo que se deja de trabajar es menos productividad” y consideró poco realista que en un contexto en que los convenios recogen alzas salariales inferiores a la inflación se puedan alcanzar acuerdos para reducir horas, salvo con un cambio en el reparto del trabajo por la revolución tecnológica.

La prueba coincide con la nueva convocatoria de ayudas a empresas para promover la jornada de 32 horas semanales, con ayudas de hasta 9.611 euros por trabajador. La primera apenas se concedió a tres de las más de 50 compañías que lo solicitaron.