Las dos velocidades que amenazan con descarrilar proyectos estratégicos

La llegada el otoño ha traído nubarrones a algunos de los grandes proyectos en que la Comunitat Valenciana tiene puestas sus esperanzas para la próxima década. Tras casi dos años sin parar de hablar de los fondos Next Generation para transformar la economía, las dudas se han cernido sobre los dos buques insignias en los que se confía apoyar la reindustrialización. Por un lado Ford, después de haber asegurado la fabricación de coches eléctricos tras meses de incertidumbre en torno a Almussafes, daba calabazas a las ayudas públicas del Perte del Vehículo Eléctrico. Por el otro, Volkswagen recordaba que precisamente su decisión de levantar una gigafactoría de baterías en Sagunto de 3.000 millones estaba condicionada a los fondos públicos de ese mismo Perte, que se iba a aprobar en septiembre y no se ha formalizado hasta finales de octubre.

En el caso de Ford, el motivo aducido para renunciar al Proyecto Estratégico que todos los fabricantes aguardaban como agua de mayo era que los plazos de tiempo que exigen son demasiados cortos y sus planes de inversión no llegarán a tiempo para cumplir las fechas puestas como límite en julio de 2025. Para Volkswagen, además del volumen, el problema era justo el contrario, los continuos retrasos en la aprobación preocupan para poder cumplir con los plazos que se ha marcado.

“Los tiempos de la Administración no son los de la empresa”. Esa idea, aunque formulada con distintas palabras, ha sido una de las pegas que más han repetido los empresarios a la hora de mostrar sus reservas ante los anuncios del maná de ayudas millonarias con los fondos europeos. Dos velocidades que han vuelto a quedar de manifiesto en el Perte del Vehículo Eléctrico, el adelantado y punta de lanza de los planes del Gobierno para el resto de los sectores industriales.

Las dos velocidades también han estado detrás de una de las últimas crisis dentro de la Generalitat Valenciana, a cuenta de la tramitación de las plantas de energías renovables. Después de siete años de grandes discursos a favor de la transición verde y contra el cambio climático, los datos muestran no solo que la Comunitat Valenciana apenas ha incrementado su potencia eléctrica renovable conectada a la red, sino que mientras aquí las solicitudes se acumulan, en la Administración en las regiones vecinas se multiplicaban los molinos de viento y las placas fotovoltaicas.

Por si fuera poco, el fantasma de las Actuaciones Territoriales Estratégicas (ATE), el modelo diseñado en la época del PP para tramitar y agilizar proyectos que se consideraban estratégicos y de los que no llegó a fructificar ninguno, amenaza con repetirse con la fórmula del Botánic, los Proyectos de Inversión Estratégica Sostenible (PIES) de los que, por el momento, solo se ha admitido uno a trámite.