Hacia una crisis alimentaria con el grifo del agua cerrado y sin barreras a las plagas

La frase hecha de que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra vuelve a retratar la realidad en uno de los grandes sectores económicos valencianos, el primario, cuyas crisis se repiten de forma cíclica desde hace décadas pese al dicho popular de que con las cosas de comer no se juega. Ni la experiencia reciente de la pandemia, que convirtió al sector alimentario valenciano y español en protagonista por su fortaleza y capacidad para mantener el suministro, ni los efectos de lo que muchos expertos consideran ya una crisis de alimentos mundial por los efectos de la guerra de Ucrania, parecen que hayan convertido en prioritario este sector.

Los últimos acontecimientos demuestran que la visión de la agroalimentación ha cambiado poco en las altas esferas políticas. El último ejemplo para el campo valenciano ha sido el pulso en la Comisión Europea con el tratamiento en frío para los cítricos importados desde Sudáfrica. Una medida destinada a evitar que esos productos puedan transportar nuevas plagas como la falsa polilla, después de que otro insecto de ese país, el cotonet haya provocado serios daños a la producción española. Su aplicación también supondría reducir la competencia del que se ha convertido en uno de los rivales de las naranjas españolas en Europa, ya que ese tratamiento encarece el transporte, al igual que exigen otros países como Estados Unidos para introducir los cítricos europeos.

Después de una semana en vilo, parece que finalmente la intención de la UE de implantar esta inici´ativa saldrá adelante tras una dura negociación. Una decisión que ha estado a punto de ir al traste ante el temor de algunos países a las posibles represalias a otras exportaciones europeas a ese países. Es decir, los productos hortofrutícolas vuelven a ser moneda de cambio en las negociaciones comerciales con otros países mientras las alertas sanitarias por la llegada de cítricos de otras partes del mundo, como Turquía. Solo en en el primer trimestre del año se han interceptado 180 envíos de ese país por contener plaguicidas no aptos para la aplimentación humana. Una situación que coincide con una caída de las ventas de más del 6% en los cítricos valencianos.

La otra muestra de que poco ha cambiado en la valoración de la actividad agroalimentaria es la repetición de las protestas en Alicante por el recorte en el trasvase del Tajo-Segura. Una situación en la que los políticos parecen más interesados en sacar réditos electorales y agitar banderas para enfrentar a territorios que en buscar una solución que asegure tener con que poder mantener algo tan cotidiano como poco valorado como es realizar tres comidas diarias. De momento, la guerra de Ucrania ya ha tenido efectos en grandes operadores de esta industria alimentaria, que como Vicky Foods han ralentizado sus inversiones por las subidas de precios y los problemas de suministro y materias primas.