Los sectores valencianos, víctimas colaterales de la guerra en Ucrania

Los costes de energía y materias primas amenazan a todas las empresas, con industrias como la cerámica, la alimentación y la química en una situación más que delicada

Cuando parecía que la pandemia del coronavirus por fin empieza a dar un respiro con el fin de la sexta ola, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha vuelto a torpedear la recuperación económica. Pese a la distancia del foco del conflicto y a que el peso en las exportaciones valencianas de ambos países es muy marginal, los efectos generados en la coyuntura internacional ya han tenido un impacto sobre todo en los costes energéticos y en los problemas de suministro de algunas materias primas que también sufrirán una nueva alza de precios.

En el caso de Rusia, este país había reducido notablemente sus compras a la región desde las sanciones de 2014, que llevaron a prohibir ciertas importaciones europeos, fundamentalmente de alimento. Un veto que en el caso valenciano afectó fundamentalmente a los cítricos, que estaban teniendo un fuerte impulso en esa zona, con casos como el de Anecoop, que incluso llegó a instalar una filial para crecer en ese mercado. En 2021 las exportaciones a Rusia supusieron 260 millones de euros, muy inferiores a los 377 millones que importó la Comunitat Valenciana del país de Putin y a los 600 millones de exportaciones anteriores al veto.

En el caso de Ucrania las ventas regionales son aún inferiores, apenas 92,5 millones de euros el año pasado. En su caso las importaciones regionales también son más voluminosas, por valor de 245 millones de euros. Pero la casi totalidad de esas importaciones se corresponden a un único sector, el cerámico de Castellón, que desde hace años ha incrementado el suministro de materias primas, fundamentalmente arcillas blancas y minerales. Las azulejeras ya se vieron afectadas por el conflicto en el este de Ucrania, que precisamente alberga el principal puerto de exportación de sus suministros.

La industria de la cerámica es altamente dependiente de las importaciones de caolín y arcillas procedentes de Ucrania, materias básicas para su proceso de producción. Ucrania es el principal mercado proveedor, con casi tres cuartas partes de las importaciones de estas materias primas en 2021, una dependencia que incluso ha aumentado en los últimos años. Esta tendencia al alza se ha debido a dos factores: el precio, muy por debajo de la media de otros países proveedores, y la cercanía geográfica.

Pese al estado de guerra de facto desde 2014 en el este del país, la importación a través del puerto de Castellón no ha dejado de crecer. Ucrania es el segundo país por tráfico de graneles sólidos, tras Turquía, con más de 1,66 millones de toneladas durante 2021. Casi el 18% de los graneles sólidos que movieron los muelles de Castellón procedieron de Ucrania. Un tráfico que creció un 66%, en la parte final del año también por la voluntad del propio sector de aprovisionarse ante la amenaza de una guerra que finalmente ha llegado.

Aunque siempre hay la alternativa de otras fuentes de aprovisionamiento, parece claro que la situación en el este volverá a encarecer los precios de estos materiales. Las principales alternativas, además de Turquía, son otros países del este de Europa, como Rumanía o Chequia. También Reino Unido, que históricamente fue el primer proveedor de arcillas blancas a Castellón, en concreto a Porcelanosa, es un posible proveedor, pero sus precios son mucho mayores.

La llave de la energía

Sin duda los fabricantes cerámicos y sus proveedores químicos son los principales afectados directos por esta guerra en el este. El conflicto bélico ha desbocado aún más el precio del gas, el combustible básico para fabricar en sus hornos que ha multiplicado sus precios y cuyo principal suministrador europeo es Rusia. “El gas cuesta hoy un 1.600% y la luz cerca de un 900% más que hace un año”, señalaba hace unos días Joaquín Font de Mora, presidente de la patronal de proveedores de esmaltes, fritas y colores cerámicos Anffecc.“No es posible seguir soportando esta situación, no ya solo para nuestro clúster, sino para toda la industria europea, que de seguir así pronto se verá abocada a paradas de producción y por lo tanto a una destrucción de empleo”, añadía.

El fantasma de los Ertes ante el elevado coste de la producción se ha extendido con fuerza y no sólo en la cerámica. La patronal autonómica CEV ya ha pedido activar Ertes similares a los del Covid para evitar una debacle empresarial y social. En el caso de otra de las grandes industrias regionales, el automóvil, cuando aún no se ha recuperado de los problemas de falta de chips y la factoría de Ford en Almussafes ya ha anunciado un nuevo Erte de 15 días hasta junio. El 90% de los proveedores ya ha percibido impactos por la crisis. Además, Rusia y Ucrania son piezas clave para el sector de la automoción ya que son las principales fuentes de paladio, gas neón y del cableado de catalizadores y de semiconductores.

Rusia es uno de los grandes exportadores de petróleo y gas. Sin embargo, está lejos de ser una de las fuentes principales de la refinería de bp en Castellón y de la regasificadora de Saggas en Sagunto. El año pasado apenas supuso el 3,5% del tráfico de gas en Sagunto, donde Argelia representó el 35,5% y se disparó el procedente de Estados Unidos por encima del 25%. Eso sí, la planta de Saggas está siendo uno de los ganadores ante el riesgo del suministro ruso: aumentó un 150% el tráfico en enero según la Autoridad Portuaria de Valencia, que destaca que ya era una tónica en el último trimestre de 2021, espoleada por los precios del gas y las alarmas sobre el riesgo de desabastecimiento.

Además del sector cerámico, la industria agroalimentaria y la química son las que pueden verse más negativamente afectadas por su dependencia de materias primas de esos dos países, según destacan desde el departamento de estudios de Cámara Valencia. España es el quinto mercado del maíz ucraniano y Ucrania es nuestro principal proveedor (31% del total importado). La Comunitat Valenciana es el tercer exportador y Ucrania supone el 37% del total importado. Destaca la presencia en ese país de Dacsa, que desde 2018 posee una filial con una molienda que aún se encontraba en proceso de desarrollo. El cierre de este mercado incidirá notablemente en los suministros de las empresas fabricantes de piensos para animales, pero también es fuente de almidones para las industrias agroalimentarias, farmacéuticas o la papelera. Uno de los mayores exportadores españoles, Anecoop cuenta con una filial comercial en Rusia desde hace más de 10 años con su propio almacén. Tras el veto a los cítricos y verduras sus ventas eran los vinos, aunque ahora la incertidumbre es si Putin cumplirá sus amenazas de nacionalizar las firmas extranjeras.

En el caso de la industria química, las importaciones de amoniaco por parte del sector valenciano en 2021 se realizaron solo de 2 países: Rusia y Argelia. Desde la patronal Quimacova también apuntan que están sufriendo fuertes incrementos de precio algunos alcoholes y la urea. Según señalan, las más afectadas son la fabricación de productos cosméticos; la fabricación de fritas, esmaltes y colorificios cerámicos; la fabricación de pinturas y barnices y la fabricación de fertilizantes. “Estamos viendo incrementos de facturas energéticas en empresas de casi un 50%, o empresas en las que la factura energética ya es más alta, incluso, que la de los salarios”, asegura Miguel Burdeos, presidente de Quimacova.

El turismo es otro de los sectores a los que la incertidumbre no sienta bien. Aunque Rusia no es un mercado emisor relevante, con menos del 2% de cuota, los rusos han sido compradores de vivienda muy activos de segunda residencia de Alicante. “Un conflicto de estas dimensiones va a condicionar económica y socialmente a toda la población y terminará afectando de forma negativa a los flujos turísticos”, apunta la patronal hotelera Hosbec.