El conflicto entre Ucrania y Rusia, una prueba de resistencia para nuestras empresas

Las empresas llevan dos años sufriendo las consecuencias de la pandemia. Solo en la Comunitat Valenciana han cesado su actividad 2.600 empresas. Las de menor tamaño han sido especialmente vulnerables a la pandemia, tres de cada cuatro empresas concursadas tenían menos de 10 trabajadores.

Pese a la recuperación económica de 2021, muchas empresas todavía tienen grandes dificultades derivadas de la reducción de su facturación, la disminución de su capacidad de financiación, los problemas de abastecimiento de materias primas y productos auxiliares o el incremento del coste de los transportes.

En este contexto, la capacidad de resistencia de nuestras empresas es ahora mucho menor. La situación con la que las empresas afrontan el conflicto de Rusia y Ucrania y la crisis energética actual es de desconfianza y debilidad, debido al aumento de su carga financiera, provocada tanto por el aumento del endeudamiento y el descenso de los resultados empresariales.

Prácticamente todas las ramas de actividad de la industria manufacturera valenciana han experimentado una disminución de su actividad y por tanto del consumo de mercancías. Con el actual conflicto entre Rusia y Ucrania, las previsiones de reactivación económica proyectadas para 2022 se han desvanecido. En el contexto actual, caracterizado por una elevada inestabilidad de los mercados financieros y el incremento de la energía y las materias primas, son varios los frentes en los que el impacto económico directo de la guerra es evidente. En el comercio exterior, que ya fue clave en la recuperación de las crisis anteriores, las exportaciones de productos valencianos a Rusia y Ucrania van a ser drásticamente reducidas, al igual que las importaciones, clave para nuestra industria.

En la Comunitat los sectores más afectados son los productos cerámicos, fritas y esmaltes, calzado y la industria agroalimentaria transformada -aceite, conservas, productos panadería, cacao, etc.-, que había logrado mantenerse estable en el mercado ruso en los últimos años. En cuanto a las importaciones de materias primas desde Rusia, los últimos años han ido disminuyendo en algunos sectores, como el azulejero o el de bebidas -botellas de vidrio procedentes de Ucrania- y a medida que avanza el conflicto, este mercado se aleja como alternativa de suministro para los empresarios valencianos.

En la construcción, el incremento en el precio de los suministros de construcción y los costes energéticos, así como la incertidumbre geopolítica están paralizando la construcción de nuevas promociones, lo que puede provocar una subida de precios.

En las empresas turísticas, las buenas expectativas de los empresarios turísticos sobre la recuperación de la actividad a lo largo de 2022 se han ralentizado y el horizonte de recuperación de la actividad se retrasa hasta 2023.

La actividad comercial también está sufriendo de manera directa la crisis actual, no solo por el incremento del precio de los carburantes de automoción (esencial en una actividad en la que el transporte y la logística es crucial), sino también por el encarecimiento de los aprovisionamientos de mercancías y material auxiliar. Hay que tener en cuenta que en la actividad comercial operan las actividades que forman parte del último eslabón de la cadena de valor, por lo que los productos están soportando la repercusión de los costes de todas las etapas anteriores. El fuerte aumento de los costes energéticos está obligando al sector a reducir sus márgenes o a trasladar parte de sus costes a los precios de venta a los clientes lo que podría suponer una caída de las ventas.

Existen además riesgos asociados al incremento de los precios de la energía y los carburantes de automoción, ya que, de continuar aumentando, podrían producir tensiones en la cadena de suministros, que podrían provocar falta de aprovisionamiento y roturas de stock.

En la actual situación de crisis, la disponibilidad del producto premia frente al precio, lo que se traduce en la necesidad de una diversificación de los mercados proveedores. Mercados que en los últimos años habían reducido su peso en el aprovisionamiento de la empresa española pueden recuperarse -como es el caso de América Latina-, mientras que otros ven potenciados su perfil de proveedor -Estados Unidos, países del este no afectados por el conflicto, India o África Occidental-.

Ante este escenario, es urgente implantar medidas que eviten las tensiones en las cadenas de suministros así como proporcionar a las empresas liquidez para cubrir los gastos energéticos y los derivados de la escasez de materias primas, con la finalidad de evitar suspensiones de pagos e incluso quiebras.

Algunas de estas medidas se pueden canalizar mediante instrumentos presupuestarios -por ejemplo la modificación temporal de políticas impositivas- o mediante instrumentos extrapresupuestarios orientadas a facilitar la provisión de liquidez a las empresas afectadas por la crisis energética- por ejemplo programas de avales públicos para las ayudas directas a empresas-. Sin perder de vista la ejecución de infraestructuras como el Corredor Mediterráneo y Corredor Cantábrico-Mediterráneo como redes de interconexión de la Comunitat Valenciana con otros territorios nacionales e internacionales. La creación de un hub logístico alrededor de dichas interconexiones, junto con la ampliación del Puerto de Valencia, atraerá inversión extranjera y mejorará la competitividad de las empresas valencianas.

Si algo ha puesto de manifiesto las anteriores crisis, es que nuestras empresas poseen una fortaleza y una capacidad de adaptación que las hace capaces de afrontar esta crisis. Pero nos enfrentamos a un reto de tal magnitud que se requieren pactos de estado para ayudar a nuestras empresas a superar este trance, incrementando a la vez su productividad y competitividad. En este objetivo, las cámaras de comercio estaremos a su lado.