La industria pierde peso en 40 años pero es el mayor inversor regional

La tendencia imparable hacia la terciarización ha mermado la aportación de otros sectores a la economía valenciana en las últimas cuatro décadas. La industria ha reducido en 10 puntos su peso en la riqueza y el empleo pero, paradójicamente, ha crecido hasta concentrar casi un tercio de la inversión autonómica.

Los sectores del comercio y de los servicios son los reyes indudables en la economía valenciana actual. Entre los dos suponen algo más del 62% del Valor Agregado Bruto (VAB) o lo que se viene a considerar la producción de bienes y servicios de Comunitat Valenciana. En los últimos 40 años ambos sectores han aumentado en 12 puntos porcentuales su peso en la economía, según refleja el informe La economía valenciana 40 años después del Estatut d’Autonomia de 1982 elaborado por los investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) precisamente para analizar la evolución desde que se implantó el sistema autonómico.

La expansión del sector servicios como motor fundamental de la actividad en estas décadas ha tenido como principales víctimas a la agricultura y a la industria manufacturera valenciana, mientras que la construcción, más allá de altibajos cíclicos mantiene su aportación. En 1982 el campo representaba algo más de 6% de la producción de la economía valenciana y todavía suponía el 12% del empleo (hoy ronda el 3%). Por su parte, la actividad industrial era la auténtica joya de la corona, al aportar algo más de 3 de cada 10 pesetas que generaba la Comunitat Valenciana entonces, ligeramente por encima del comercio (29,65%) y a distancia del resto de servicios (20,81%), según los datos recopilados por el estudio de Ivie.

El cambio es evidente para cualquier espectador de la realidad valenciana, pero las cifras dan cuenta de hasta que punto la economía regional se ha mutado. La industria ha perdido más de diez puntos en estas cuatro décadas tanto en peso económico como en empleo. Hoy representa en torno al 20% del primero y algo más del 15% del segundo. En ese mismo periodo el comercio y los servicios han pasado de concentrar algo menos del 50% del empleo total a representar más del 70% del mercado laboral de la autonomía.

El informe apunta entre los motivos que explican esa evolución a que “en la primera mitad de los años ochenta la industria de la Comunitat Valenciana perdió una cuarta parte de los puestos de trabajo existentes en 1980, una proporción notablemente superior a la registrada para el conjunto de España, donde se perdió alrededor del 15%”. Además, el informe del Ivie apunta que “la estructura productiva industrial valenciana, con predominio de sectores maduros con perspectivas de crecimiento de su demanda bastante moderadas, la hacía particularmente sensible a la competencia de los nuevos países industrializados asiáticos de un lado y de grandes empresas con mayor capacidad de innovación ubicadas en países altamente desarrollados de otro”.

Una situación que se produjo después de la crisis energética del petróleo y en plena política de reconversión industrial, con un claro ejemplo en tierras valencianas: el abandono en 1983 del proyecto de construcción de la denominada IV Planta Siderúrgica Integral de Sagunto. Apenas unos meses después se produciría “el apagado de los Altos Hornos del Mediterráneo y posterior cierre de la planta siderúrgica de Sagunto el 5 de octubre de 1984, que dejó sin trabajo a más de 3.300 trabajadores”, como recuerda el propio informe.

Un declive con la reconversión industrial con el que paulatinamente también “desaparecieron los astilleros de Valencia, la fábrica de motores marinos y de centrales térmicas de Manises y un gran número de empresas auxiliares”, según recuerda el estudio. Además, menciona el caso de otros sectores muy golpeados, como el textil, cuero y calzado, con el final en esos años de grandes empresas como Segarra -la empresa de calzado más antigua de España creada de Vall d’Uixó (Castellón)-, u otras empresas como Colortex de Ontinyent, grandes fábricas de mantas en Bocairent, o de confección como Ferry’s y la marca de vaqueros Lois.

Sin embargo, pese a esa pérdida de relevancia en el conjunto de la economía, hay un factor que sigue revelando el músculo industrial valenciano pese a la terciarización: el de la inversión. En estos 40 años los sectores industriales no sólo no han retrocedido en este capítulo, sino que incluso han crecido frente al resto de actividades económicas. Tanto comercio como servicios han registrado incrementos en su peso sobre la inversión total, pero su progresión ha sido incluso menor. La industria ha aumentado en 13 puntos porcentuales su peso como motor inversor en estos 40 años y representa casi un tercio del total.

El análisis del Ivie, que será la base para un debate impulsado por el propio Gobierno autonómico con los agentes sociales para tratar de fijar la hoja de ruta del modelo económico valenciano para los próximos años, muestra también que sectores de la industria han tenido un comportamiento más y menos favorable en estos años. Las caídas se han cebado precisamente en la siderometalurgia (a casi un tercio de lo que suponía en 1982) y en el textil, cuero y calzado, que suponía más de una cuarta parte del total de la industria regional y que ahora se sitúan en el 16%. El mueble también ha sufrido un declive, aunque menos profundo.

En el otro lado de la balanza, hay actividades industriales que han salido claramente reforzadas. Una de ellas es la fabricación de material de transporte, que incluye la industria de automoción vinculada a Ford, que en estos 40 años ha logrado más que doblar su peso. Otro triunfador es la industria química, que supera en aportación al VAB al material de transporte. La industria alimentaria, a pesar de la contracción del sector agrícola, es otra de las que ha experimentado una fuerte expansión, mientras que el azulejo y el plástico también han crecido.

Otra gran reconversión: la financiera

El estudio del Ivie muestra que pese a la terciarización, también dentro del sector servicios ha habido ajustes muy duros en algunos subsectores. De hecho, la última gran reconversión en la autonomía no fue de una industria o de la construcción, sino del sector bancario. “El volumen de negocio intermediado por las instituciones financieras con hogares y empresas creció hasta casi seis veces entre 1987 y 2009 para descender a la mitad en 2021” cita el documento. Sólo en las cajas de ahorro y las entidades bancarias que las han sucedido se han perdido más de 8.000 empleos en la Comunitat Valenciana desde 2009, el 72% del que mantenían. Además, el cierre de oficinas ha hecho que se haya multiplicado por tres el ratio de habitantes por sucursales.