Sostenibilidad radiactiva

La Unión Europea tiene un objetivo claro: liderar la transformación sostenible de la economía. Para ello, la Comisión está esforzándose en reorientar los flujos de capital hacia actividades económicas sostenibles. Pero, ¿en qué se basan los inversores a la hora de identificar estas actividades?

La Comisión Europea publicó en 2020 un reglamento dónde se establecía un sistema de clasificación común que permitía identificar objetiva y unificadamente las actividades económicas sostenibles, más comúnmente conocido como Taxonomía Medioambiental de la UE. En ella se distinguen 6 objetivos: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos, transición hacia una economía circular, prevención y control de la contaminación, y protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas. Para que una actividad económica se considere medioambientalmente sostenible, ésta deberá contribuir sustancialmente a la consecución de uno de ellos, sin causar daño significativo al resto.

Para cada uno de estos objetivos, la Comisión se comprometió a publicar un acto delegado donde se especificasen los Criterios Técnicos de Selección (CTS) que los inversores deben considerar a la hora de determinar si una actividad económica es o no sostenible medioambientalmente. Los CTS relativos a los objetivos climáticos entraron en vigor el 1 de enero de 2022 e identifican actividades económicas pertenecientes a los siguientes sectores: silvicultura; actividades de protección y restauración del medioambiente; fabricación; energía; actividades de suministro de agua, saneamiento, gestión de residuos y descontaminación; transporte; actividades de construcción de edificios y promoción inmobiliaria; información y comunicación; actividades profesionales, científicas y técnicas; actividades financieras y de seguros; educación; actividades sanitarias y de servicios sociales y, finalmente, actividades de creación artísticas y espectáculos

Como es de esperar, el Grupo de Expertos Técnicos encargado de aconsejar a la Comisión en materia de la Taxonomía recomendó excluir de la Taxonomía la energía nuclear y el gas natural. No obstante, en contra de sus recomendaciones, el 2 de febrero de 2022, la Comisión aprobó un acto delegado complementario donde se definen los CTS para estas actividades, pasando a considerarse energías de transición, es decir, importantes para la consecución de los objetivos climáticos.

Los CTS contribuyen a hacer frente a dos de los principales problemas que actualmente afectan al mercado. Por un lado, la falta de un método de evaluación estandarizado. Los CTS han supuesto una importante barrera al greenwashing, ya que proporcionan un método de evaluación común y riguroso basado en las mejores prácticas, normas y metodologías desarrolladas por entidades públicas y privadas de prestigio internacional. Por otro lado, afrontan la dicotomía entre la información relativa a la sostenibilidad que necesitan los inversores y la que, en efecto, comunican las empresas, ya que brindan directrices sobre el camino que ambos agentes necesitan seguir.

La principal controversia con respecto a los CTS reside en la integración del gas natural y la energía nuclear. Países como España, Luxemburgo y Austria han manifestado su oposición en reiteradas ocasiones. En el caso de España, somos el país con mayor potencial de beneficiarse de la apuesta por las energías renovables. En cambio, Francia, el segundo país del mundo en producción de energía nuclear, se aferraba a que ésta fuese incluida a toda costa.

La aprobación de este último acto delegado complementario ha puesto en tela de juicio la credibilidad de la Taxonomía y de la UE como referente mundial en sostenibilidad. La introducción del gas natural y de la energía nuclear en la Taxonomía se debe estrictamente a intereses políticos y económicos, ya que es más que evidente que ninguna de las dos es sostenible: no se puede afirmar que la energía nuclear cumpla con el principio de no causar un daño significativo sobre el resto de objetivos medioambientales, mientras que las emisiones fugitivas de gas suponen un grave riesgo. Por tanto, no deberían formar parte de la Taxonomía.

Importancia de las CTS para las empresas

La Comisión Europea afirma que “el cambio climático puede afectar a todos los sectores de la economía. En consecuencia, todos deberán adaptarse al impacto negativo del cambio climático que ya está teniendo lugar y del previsto para el futuro”.

Además, los esfuerzos de la Comisión por conducir la financiación pública y privada hacia las actividades sostenibles ponen en riesgo a aquellas empresas que no sean capaces de cumplir con los CTS, ya que no podrán establecerse como una actividad económica sostenible y verán dificultado su acceso a la financiación.

Cómo adaptarse a ellos dependerá del sector y actividad económica que desarrolle la empresa. Los CTS definen un conjunto de umbrales cuantitativos y requisitos cualitativos específicos que las empresas deben cumplir a fin de justificar que son medioambientalmente sostenibles. Algunos ejemplos son el no sobrepasar cierto nivel de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), realizar una sólida evaluación de las vulnerabilidades y los riesgos climáticos inherentes a la actividad o completar una evaluación del impacto ambiental (EIA).

Sin embargo, los CTS aplicables a ciertas actividades se basan en elementos de considerable complejidad técnica, siendo necesarios conocimientos especializados para la evaluación de su cumplimiento. En consecuencia, un tercero independiente deberá verificar el cumplimiento de los CTS relativos a dichas actividades.