Una planta de referencia para la lucha biológica contra las plagas del siglo XXI

Tras ser clave en la lucha contra la mosca del Mediterráneo, una inversión de 14 millones convertirá a Caudete de las Fuentes en un gran centro frente a las epidemias agrícolas

La pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia la vertiginosa velocidad de expansión de muchos organismos de riesgo para la salud humana en un mundo marcado por la globalización y las fuertes relaciones comerciales internacionales. Un riesgo que también afecta a una de las cadenas fundamentales de la economía y de la propia subsistencia, la de la agricultura y la alimentación. Un sector que además afronta el inmenso reto de ser capaz de mantener su producción recurriendo cada vez en menor medida a las soluciones químicas que tradicionalmente han protegido a los cultivos de sus enemigos naturales.

Una guerra biológica en que la investigación y el desarrollo pasan por encontrar nuevas armas biológicas o naturales con las que combatir a las plagas que pueden marcar la diferencia entre una buena o mala cosecha. El centro de control biológico de la Generalitat Valenciana en el municipio valenciano de Caudete de las Fuentes trabaja desde 2007 en lo que se denomina la técnica pionera del insecto estéril.

Una fórmula que se ha convertido en el principal método de lucha contra la mosca del Mediterráneo (ceratitis capitata), que afecta principalmente a los cítricos, el producto estrella fundamental del sector agro valenciano. La esterilización y posterior suelta masiva de los machos estériles hace inviable la fecundación y viabilidad de los huevos, de manera que se preservan los cultivos y se reducen en un 50% las poblaciones de ese insecto.

Los resultados de la experiencia han permitido reducir en un 95 % la fumigación química por medios aéreos. De hecho, el objetivo del proyecto de ampliación es incrementar en un 60% la capacidad de producción de machos estériles, de 500 a 800 millones de larvas semanales, y, por tanto, extender el método de lucha al 100% de los campos de cítricos y a otras 40.000 hectáreas de frutales vulnerables a la plaga, como el níspero, el cerezo, el ciruelo o el melocotonero.

Con los nuevos planes para la planta, que contemplan una inversión de 14,2 millones de euros en la construcción de un nuevo edificio con una nueva planta y una mayor robotización, esta instalación que ya es la segunda más grande de Europa, se situará como gran referente en la lucha biológica para proteger los cultivos. “El aumento de capacidad y producción ampliaría en 60.000 hectáreas -de las 140.000 actuales a 200.000- las zonas de liberación y suelta”. Además, según explicó la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, esto permitirá también otros proyectos de control biológico contra otras grandes amenazas actuales del campo valenciano como el ‘cotonet’ o la mosca del olivo.