El gas amenaza con dinamitar la mayor industria de Castellón

La subida desorbitada del precio de la energía por la guerra de Ucrania ya está teniendo efecto en las fábricas cerámicas, que han visto como su factura se ha triplicado en un año, por encima de 2.500 millones de euros. Un sobrecoste que costará 1.300 empleos a corto plazo según un estudio del sector.

Antes de que comenzaran a caer bombas sobre Ucrania la industria del azulejo ya había percibido el cambio de la dirección del viento en su actividad. Pese a que las fábricas aumentaron durante los meses previos su producción y sus stocks de materia prima como arcillas y minerales, que antes de la guerra importaba fundamentalmente de ese país, esas medidas no han podido paliar el efecto más devastador: la subida sin fin del gas natural que utilizan sus hornos.

Las cifras hablan por sí mismas. La factura del gas de las cerca de 200 empresas del sector de todo 2022 ascenderá a cerca de 2.130 millones de euros, un 214% más que un año antes, en que los precios de enero a diciembre también se habían más que triplicado. Si se añade la electricidad, que también se ha incrementado más de un 60%, y los derechos de emisión de CO2, en total el sector ha tenido que destinar casi 2.700 millones de euros a estos costes.

“De dos euros que facturamos, uno lo destinamos a energía, es imposible sacar adelante cualquier empresa”, resumía recientemente el presidente de la patronal sectorial Ascer, Vicente Nomdedeu, que aseguraba que nunca antes esta industria se había enfrentado a una crisis de este tipo. La caída de la producción es una realidad que se ha acentuado especialmente desde el verano. Las plantas de Castellón, el mayor fabricante por metros cuadrados de Europa, prevén terminar el año con un descenso del 15% respecto al año anterior, el primer gran desplome desde la burbuja del sector inmobiliario en España. Una situación que contrasta con un fuerte incremento de las ventas en euros, que se estima que llegarán a 5.700 millones de euros, un 17% más. Un incremento engañoso que se debe al traslado a los precios del producto de una parte de la fuerte subida de costes experimentada.

Sus consecuencias ya son evidentes en la proliferación de expedientes de regulación temporal de empleo (Erte) a lo largo del año. Casi 90 expedientes se han encadenado a lo largo de este año como si fueran piezas de dominó. Unos ajustes que han incluido a algo más de 9.800 trabajadores, más de la mitad del empleo de las factorías azulejeras que supera los 17.000 empleados.

Las paradas de los hornos cuando el gas eleva sus precios es una realidad que se ha normalizado y que depende en buena parte también de las horquillas de precios que maneja cada productor. Así, algunas empresas con más márgenes de momento han esquivado los Erte, aunque con medidas alternativas como ampliar o modificar los periodos vacacionales.

La mayoría, sin embargo, ya ha tenido que acogerse a los expedientes temporales. Una lista en la que se encuentran grandes grupos del sector, como varias de las filiales del mayor fabricante español, el grupo Pamesa de Fernando Roig; Marazzi Iberia, la fábrica del mayor grupo mundial de cerámica, la estadounidense Mohawk; o marcas como Grespania.

“Los Ertes se van a convertir en ERE porque esto ya no es coyuntural y la situación de la tesorería de muchas empresas está al límite”, en palabras del presidente de Ascer, que prevé que los dos próximos años se mantendrá una coyuntura de precios de la energía elevados. Una visión en la que coinciden los sindicatos. “Muchas empresas llevan todo el año aplicando Erte y el año que vienen no podrán aguantar sin medidas más traumáticas”, reconoce Antonio Durán, de UGT.

La pérdida de empleo ya ha llegado a los eslabones más débiles de la industria azulejera. El pasado verano quebraron dos pequeñas empresas del sector, Eneacer y Struker Porcelánico, incapaces de aguantar financieramente el coste de la factura de gas. Otra empresa que acumulaba pérdidas desde hace años, la histórica Todagres, del grupo murciano Fuertes, también tiraba la toalla, con su cierre definitivo y un ERE para sus más de 160 trabajadores.

Pamesa también optó por el cierre de Azulejera Alcorense, uno de los activos menos rentables de la que había sido su última adquisición un año antes, el grupo Azuliber. En su caso redujo los despidos anunciados al recolocar a 53 de los 76 empleados afectados en otras filiales. Otro de los grandes grupos que recurrió al ERE, Halcón Cerámica, ha reducido los despidos durante las negociaciones: de 185 puestos iniciales a 94 finalmente.

Esos recortes no han sido los últimos. Cerámicas Belcaire, antigua filial de Roca que fue adquirida por otro de los mayores productores mundiales, el mexicano Lamosa, también ha iniciado el proceso para reducir su plantilla de 220 trabajadores en entre 30 y 40 empleos. El último en sumarse a las medidas drásticas ha sido el grupo británico Victoria, dueño de Keraben, Saloni e Íbero, que además a prolongar su Erte ha anunciado su intención de dejar la producción en Saloni y mantener sólo su actividad logística y comercial. Una medida que afectaría a 200 trabajadores según fuentes sindicales, si bien los despidos aún no se han cuantificado

Todo apunta a que el inicio de 2023 será un nuevo punto de inflexión para el empleo del sector. Según un estudio elaborado por PwC para Ascer, se estima que el fuerte sobrecoste del gas supondrá 1.370 empleos menos en las fábricas cerámicas este año. Y ese es solo una parte del impacto total en el empleo, ya que considera que habrá 3.232 empleos indirectos menos, además de un recorte de casi 1.300 puestos menos en el empleo inducido.

Efecto contagio en los proveedores

De hecho, el efecto contagio ya es apreciable en la principal industria auxiliar de las azulejeras, los proveedores de fritas, esmaltes y colores cerámicos. Una actividad que se ha concentrado a nivel prácticamente mundial en Castellón, con una veintena de empresas que se encuentran mayoritariamente en manos de seis grandes holdings, y que también tienen una fuerte dependencia del gas como fuente de energía para sus hornos.

Así, a los Erte de la filial de la italiana Colorobbia y Esmaldur se ha sumado el mayor grupo del mundo de este sector, Altadia, controlado por Carlyle y que ha solicitado un expediente para cerca de mil empleados en varias de sus sociedades.

La caída de la producción en Castellón ya ha traspasado las fronteras del propio sector. Entre las empresas que también han tenido que recurrir a expedientes temporales ante la caída de la actividad de sus principales clientes cerámicos se encuentra el grupo Cartonajes La Plana, que ha ajustado la fabricación de sus dos plantas en la provincia ante el desplome de los fabricantes cerámicos, que supone cerca del 50% de su negocio.

Según el informe de PwC, con este contexto el 78% de las compañías del sector, que representan casi el 60% de la producción, se encuentran en una situación de riesgo elevado al tener unos márgenes limitados y con fuerte dependencia de la variación de los costes. La otra cara de la moneda es una minoría de los fabricantes, el 17%, presentan un riesgo bajo debido a sus mayores márgenes.

La patronal del sector lleva más de una año reclamando ayudas directas al Gobierno y critica la falta de ayudas frente al apoyo que reciben sus homólogas en Italia, el principal rival europeo, que llegan a suponer el 30% de la factura de gas. Pese al anuncio del Gobierno de Pedro Sánchez de activar 450 millones de euros y 500 millones de euros en créditos a la industria intensiva de gas en el nuevo paquete de medidas anticrisis, para Ascer “las ayudas anunciadas no están definidas” y además de llegar con retraso tienen mucho de incertidumbre.

Desde la patronal llevan tiempo instando al Gobierno central a que se apruebe una batería de medidas de apoyo. “Estamos pidiendo a corto plazo ayudas contundentes y urgentes, sin esas ayudas habrá ajustes de empresas y deslocalización de empresas”, alerta Nomdedeu.