Vicente Lafuente, presidente de Femeval: “Si matamos a la gallina de los huevos de oro con las subidas salariales al final no habrá salarios”

El presidente de Femeval, una de las principales voces del empresariado autonómico, alerta de las consecuencias de generar una burbuja con las alzas salariales ligados al IPC, que en el caso de su convenio supone un incremento del 7,3% este año, y pide a trabajadores y sindicatos visión a medio y largo plazo para negociar.

La Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana (Femeval) es la mayor patronal sectorial de Comunitat Valenciana por representatividad con 35 asociaciones integradas y 2.828 empresas asociadas. Un peso que también lo ha convertido en una de las principales voces dentro de la patronal autonómica.

¿Cómo ha salido el sector del metal valenciano de la pandemia?

No hemos sido ajenos a la situación general de crisis, pero de hecho ha habido crecimiento y hasta creación de empleo que ha absorbido el efecto negativo del Covid durante el año pasado. Lo que no hemos podido absorber es todo lo que nos está viniendo de subida de costes energéticos, de subida de costes salariales y de costes de materias primas y fletes. Es una combinación perfecta para una crisis.

¿Las empresas están viviendo ahora un año incluso más duro que el de la explosión del Covid?

Es un año tremendamente complejo. A los empresarios nos gusta la estabilidad y estamos en la situación completamente opuesta. No podemos hacer previsiones y muchas de las decisiones que se tienen que tomar no están en nuestras manos. Los empresarios tenemos que tener resiliencia para poder afrontar los problemas que surgen todos los días.

Este año y quizá el año que viene van a ser de transición para generar las bases para los años venideros... eso si no nos sale nada nuevo. Por el momento nos falta lo que pueda pasar con las restricciones que está habiendo en China, porque cerrar Shanghái y sus puertos tendrá su impacto. Es como un tsunami, en algún momento te va a llegar la ola. Y lo de Rusia y las sanciones es algo que se va a alargar en el tiempo.

Los costes energéticos y la situación de las materias primas, ¿están provocando paradas productivas o Ertes en su actividad?

En principio no tenemos constancia de paradas productivas por la situación del suministro energético en el sector. Sí que estamos notando un cambio tremendo en los costes de materias primas y energéticos, que son desorbitados. Lo único en lo que podemos incidir como patronal a nuestras empresas es que intenten poner coeficientes coyunturales. Estamos en una situación en que si no aplicas una subida de precios cierras y cuando haces eso generas una burbuja tremenda. Por eso nosotros recomendamos no hacer subidas lineales y aplicar coeficientes y fórmulas en función de la evolución de los costes, porque si dentro de unos meses los costes bajan no puede quedar un coste de la vida elevadísimo. Si todas estas subidas de precios se consolidan en el tiempo vamos a ir a una estanflación seguro. Y es un escenario en el que no nos gustaría estar.

También están influyendo los costes salariales. Este año en el sector en Valencia hemos aplicado un porcentaje de subida que está restando muchísima competitividad a nuestras empresas, pero hemos cumplido nuestra palabra. Si esto se tiene que consolidar con los IPC que estamos viendo mes a mes en nuestro país, difícilmente va a quedar una empresa dentro de unos años. Debemos tener la capacidad de negociación con los agentes sindicales para tener una visión de transición ante esta situación.

Este año han aplicado un incremento salarial del 7,3% para cumplir el convenio colectivo sectorial. ¿Las empresas pueden asumir una subida tan fuerte?

Está siendo durísimo. Entendemos que a los trabajadores les están subiendo los costes de la vida y tienen el derecho de pensar que esa subida les pertenece. Pero tenemos que tener todos una visión a medio y largo plazo. La clase trabajadora, la empresarial y la sociedad vivimos de que haya industria y empresas que funcionen. Si matamos a la gallina de los huevos de oro no es que no haya subida salariales, es que no habrá salarios. Habría que pedir a los sindicatos que tuvieran capacidad de ver a largo plazo para sentarse. En nuestro caso, hemos intentado anticiparnos y pactar para años venideros, pero hemos tenido un no por respuesta. En este momento hay muchas empresas en un momento difícil y no querer verlo es una mirada muy cortoplacista. Ahora mismo no creo que haya predisposición a nivel nacional ni provincial.

La subida se negoció en un momento en que nadie pensaba que el IPC se iba a disparar como lo ha hecho. Y también quiero dejar claro que sin la crisis de la guerra de Ucrania ya estábamos en un incremento de cerca del 7% en la inflación, por lo tanto el problema es anterior a ella y viene derivada en una proporción importantísima de la incapacidad de las administraciones de negociar unos costes energéticos que sirvan para que las empresas puedan funcionar.

¿Qué medidas consideran que son necesarias para poder reducir la factura energética?

Asistimos con perplejidad a la fórmula que se está aplicando. Si tenemos energía renovable que está saliendo más económica, ¿por qué tenemos que estar pagando esos kilovatios al coste de un gas que viene de un país en guerra? Tenemos que hacer un estudio muy claro de nuestro mix energético porque no podemos estrangular a los ciudadanos. La indexación que se ha hecho de la energía a partir de la generación más cara me parece que va en detrimento de la competitividad de las empresas y estamos haciéndole un favor a grandes empresas que están teniendo unos resultados tremendos a costa de los problemas que estamos teniendo las pequeñas y medianas empresas, con aumentos de cerca de un 400% del coste de la energía. Son unos sobrecostes que van directamente a la cuenta de resultados de las empresas, en el caso de las que se lo pueden permitir, porque a las que no les puede llevar al cierre.

Esperamos que las negociaciones del Estado para cambiarlo vayan en buena dirección, pero tenía que haberse hecho mucho antes. También tengo la sensación de que estamos pagando una transición energética europea en la que quizás al querer ir a una velocidad tan grande nos está repercutiendo a toda la ciudadanía en unos costes mayores. En una situación crítica como una guerra habría que volver a mirar si no valdría la pena prolongar esos plazos e ir más despacio, pero permitir que la gente pudiera vivir medianamente bien.

¿Cómo valora las medidas adoptadas hasta ahora por la Administración?

Las medidas son cosméticas, la realidad es que cuando te viene una renovación de un contrato anual de gas o de luz estás absolutamente vendido. Ahora ya se aplican fórmulas flexibles indexadas a la cotización diaria, con lo que uno llega a la conclusión de que te va a salir mucho más caro y las suministradoras nunca van a perder porcentaje. Quizá ahí es donde habría que incidir.

Una de las cuestiones que centran el debate es si sería el momento de rebajar impuestos ante la pérdida de poder adquisitivo y competitividad

En este momento estamos en unas posiciones enfrentadas ideológicamente entre un Partido Popular que dice que hay que rebajar impuestos para que funcione la economía y un Partido Socialista diciendo que si queremos el Estado de Bienestar hay que subir impuestos. Como empresario diría que no necesitamos más carga fiscal porque en las empresas el hilo se va a romper a poco que estiremos.

Existe una vía intermedia, como refleja un estudio de CEOE que valora la optimización de las administraciones públicas y la eliminación de duplicidades y estamentos innecesarios. Estamos hablando que se ahorrarían 60.000 millones de euros anuales. Si a eso le sumásemos una campaña contra la economía sumergida, que en el conjunto de Europa está en el 13% y en España en el 24%, si trabajásemos en esa línea podríamos reducir las tasas fiscales sin ir en detrimento del Estado del Bienestar. Me gustaría que cuando las administraciones nos piden un esfuerzo y reducir costes se aplicaran el mismo criterio e hicieran ese mismo esfuerzo de una manera proporcional.

Y en el caso de los planes anunciados por la Administración autonómica, ¿creen que tendrán efectos en las empresas del sector?

Como sector quizás seamos el más grande en peso económico y en empleo en la Comunitat Valenciana, pero al ser tan heterogéneos y con una gran dispersión territorial no tenemos tanta visibilidad como otros sectores. El sistema de ayudas llega para otros sectores más territorializados y más visibles. Ese es un agravio histórico que nos gustaría que se solvente, pero que dudo que se vaya a poder solucionar. Donde tenemos problemas con la Administración es en las aperturas de nuevas actividades y licencias. Durante el Covid creo que frenó más la actividad económica la propia lentitud de la Administración que la pandemia. Con instrumentos como la declaración responsable, el silencio positivo y un sistema de digitalización ágil en la Administración se podría facilitar la actividad y dinamizar la economía.

Con todas estas crisis encadenadas la reforma de la financiación autonómica vuelve a estar fuera de la agenda de las grandes cuestiones de Estado

Estamos en un momento en que a los partidos nacionales en la Comunitat les tenemos que pedir que no sean franquicias. Si el PSPV tiene que decirle al PSOE que por ahí no, tendrá que salir y morder los dientes porque lo que hay no nos vale a la sociedad valenciana. Las organizaciones empresariales y sindicatos no debemos dejar de exigir la financiación porque nos digan que ahora no se puede, porque nunca va a ser el momento.

Otra de las prioridades Femeval es la formación, ¿se ha avanzado en las necesidades de las empresas?

Es importante dignificar la formación profesional y adaptarla a las necesidades de las empresas, que las temáticas sean las que las empresas detectamos que se necesitan y queremos participar en esa definición de categorías. Todos hablamos de formación dual, que es excelente, pero es para un tamaño de empresas que en Comunitat Valenciana son muy poquitas las que la puedan hacer. Formación dual sí, pero compaginada con otro tipo específica para pequeñas y medianas empresas. Otra de las claves es un sistema de formación continua muchísimo mejor, porque las tecnologías cambian muy rápido y todos los profesionales necesitamos actualizarnos.

Entre tanta coyuntura negativa, el anuncio de la nueva planta de baterías de Volkswagen en Sagunto ha sido un bálsamo.

Es una excelente noticia que hay que saber trabajar bien. Como Federación queremos ponernos a disposición de la planta para ver que capacitaciones o empresas suministradoras necesita y enraizar este proyecto en la industria valenciana. Aunque es precipitado hablar de cifras, está claro que cuando una industria de estas características se instala en un territorio hace crecer a su alrededor. Nos pasó con Ford cuando la Comunitat Valenciana apenas tenía industria. Muchísimas empresas de componentes ya no solo venden a Ford sino a fabricantes de todo el mundo, están preparadas y han aprendido a ser industria con Ford. Si el Perte para la planta de acumuladores de energía de Power Electronics sale y Ford decide permanecer, tendríamos un círculo perfecto que demostraría lo que siempre hemos dicho: que el futuro de la Comunitat depende de la industria, en este caso vinculada al metal.