En el vagón de cola de una financiación que sigue atascada

La región repite como la peor financiada y el Gobierno central habla de “años” para la reforma

Pasan los años y cambian las excusas, pero la realidad es que la principal reivindicación de la sociedad valenciana, la reforma del sistema de financiación autonómico caducado en 2014, sigue sin fecha. Mientras las cifras vuelven a poner encima de la mesa la realidad de la infrafinanciación y el presidente autonómico intenta forjar una alianza con otras regiones, las últimas visitas de miembros del Gobierno central han vuelto a demostrar la falta de voluntad y de un criterio claro para incluir en la agenda una reforma que sus propios partidos en la región consideran urgente e inaplazable.

El principal jarro de agua fría para la aspiración valenciana vino de la vicepresidenta primera y responsable de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que ante el propio Puig declaró que la reforma del modelo no era ahora la prioridad y que llevará “años” conseguirla. En línea con el posicionamiento que mostró en julio la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, Calviño situó como más acuciantes la recuperación de la crisis del Covid y los próximos presupuestos en lo que considera que es un entorno político que no hace viable el acuerdo necesario en el parlamento. Su planteamiento fue dejar ese cambio para más adelante “cuando sea más viable lograr un acuerdo”. Un posicionamiento que chocó con el de empresarios como el presidente de la CEV, Salvador Navarro, y que dejó en una posición incómoda a Puig ante sus propios socios, que piden más compromiso a los socialistas.

Precisamente esa ambigüedad o pragmatismo socialista con la financiación autonómica fue utilizada por otra vicepresidenta, la titular de trabajo Yolanda Díaz, para volver a abrir hueco con su compañera de Gobierno con la que ha mantenido roces como los del Salario Mínimo Interprofesional. La líder de Podemos sí que recogió el guante de la urgencia de esa reforma y ofreció su apoyo, aunque también desde la seguridad que supone no tener competencias y a la vez que lanzaba guiños a Compromís de cara a posibles alianzas electorales.

No ha sido el único revés del presidente valenciano a cuenta del principal objetivo que se marcó cuando llegó hace ya seis años al Palau. El socialista también escenificó su acercamiento con el Govern catalán con un encuentro en Valencia con su presidente, Pere Aragonés, en un intento de normalizar las relaciones institucionales hundidas por el procès. Un gesto con el que confiaba sumar a Cataluña al frente de la financiación autonómica. Sin embargo, Aragonès mantuvo su discurso independentista y más allá del apoyo moral frente al centralismo, descarta participar en unas negociaciones con el resto de CCAA e insistió en que su estrategia pasa por hablar de tú a tú con Sánchez.

Pero más allá de la oratoria de unos y otros, la realidad es que el último informe La evolución de la financiación de las comunidades autónomas de régimen común, 2002-2019, publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), ha vuelto a poner el dedo en la llaga en esta herida sangrante. El documento que actualiza las series de financiación homogénea de las comunidades autónomas de régimen común con los datos de 2019 vuelve a situar a la Comunitat Valenciana como la última de España en el reparto de los recursos financieros.

De esa forma la diferencia entre los índices de financiación por habitante de la comunidad mejor tratada por el sistema de financiación autonómica, Cantabria, y la Comunitat Valenciana se situaba en 24,8 puntos según el índice que compara la evolución desde 2002. En euros contantes y sonantes, según Fedea eso supone que cada cántabro recibió 3.321 euros frente a los 2.618 euros que recibió cada valenciano, es decir, unos 703 euros menos.

Además de volver a reflejar la dramática situación valenciana, que incluso se agrava respecto a 2009, y se mantiene en las dos últimas décadas entre siete y ocho puntos por debajo de las 15 CCAA de régimen común, el estudio también aclara las posiciones de otras regiones. Por ejemplo, Madrid y Cataluña, que en 2009 estaban por encima de la media, ahora están mucho más alineados con ella. En el caso de la comunidad madrileña que preside la popular Díaz Ayuso y que se ha convertido en uno de los blancos habituales de Puig, al menos en financiación autonómica no parece que sea quien haya aspirado los recursos.

Por su parte, Baleares, uno de los aliados en los que más ha insistido Puig, se situó como la cuarta autonomía más beneficiada en 2019 tras Cantabria, Canarias y La Rioja con 10 puntos sobre la media. Si hay regiones que se pueden sentir agraviadas por el modelo como la valenciana éstas son sin duda Murcia y Andalucía. Precisamente con el presidente andaluz, el popular Juanma Moreno, es con quien Puig parece tener una sintonía más propicia pese a pertenecer a partidos enfrentados. Otra región que ha dado también pasos para buscar alianzas, pero en sentido contrario al criterio de población ajustada, es Castilla-La Mancha, también por debajo de la media en los datos de las últimas dos décadas.