Otro suspenso en la eterna asignatura pendiente de la reforma de la financiación

La reforma del modelo de financiación autonómica que caducó en 2014 y desde entonces es vital para todos los partidos y agentes sociales valencianos sigue sin ser una prioridad en la agenda política estatal. Pese a la sintonía entre el Botánic que preside Ximo Puig y el Gobierno de Pedro Sánchez con Podemos, lo cierto es que los avances conseguidos por el líder socialista valenciano hasta ahora con la ministra María Jesús Montero recuerdan a los del popular Alberto Fabra con el entonces ministro de Hacienda de su propio partido, Cristóbal Montoro. Todos reconocen que el actual sistema perjudica a la Comunidad Valenciana y no es equilibrado, pero siempre hay otras prioridades que atender.

La semana pasada el presidente valenciano volvió a obtener como respuesta a esta reivindicación un nuevo aplazamiento en Madrid. Montero se comprometió “a agilizar en los próximos meses” la presentación de la propuesta del nuevo modelo, el punto de arranque para una negociación que lleva en el aire varios años. Unas buenas palabras que por desgracia a la sociedad valenciana ya le suenan y no tranquilizan precisamente.

Para muchos la financiación autonómica empieza a sonar como esa eterna asignatura pendiente que los malos estudiantes dejan curso tras curso sin ni siquiera presentarse al examen.

La falta de una fecha clara para la reforma de un sistema que ha generado una infrafinanciación prolongada de las arcas autonómicas valencianas puede convertirse en un nuevo motivo de tensión entre socialistas y Compromís en la Generalitat. El partido valencianista había dado su apoyo a la investidura de Sánchez en el Congreso de los Diputados después de arrancar un plazo, ocho meses, para que se iniciase el proceso de reforma. 14 meses después el estado de alarma por el coronavirus primero, las elecciones catalanas después y ahora con las madrileñas en el horizonte nadie quiere abrir el melón de la financiación autonómica.

Sin embargo, el tiempo sigue corriendo y con él el volumen de deuda autonómica valenciana que roza los 50.000 millones. Aunque los fondos extra del Estado por la emergencia han supuesto un bálsamo momentáneo, el gasto público extra para combatir el coronavirus, con unos presupuestos regionales de récord de nuevo para este año y en un contexto económico en que aún no se vislumbra una recuperación sólida y continuada tampoco soplan a favor de la Administración valenciana. La pandemia puede justificar ciertos retrasos, pero precisamente en un momento en que será más necesario un impulso público sostenido para dejar atrás la crisis el ancla del actual sistema y de su deuda pueden agravar las dificultades.