La alimentación asume el trono de la exportación regional ‘postcovid’

Las ventas de productos agroalimentarios valencianos crecieron frente a la caída generalizada de la exportación y han rebasado al automóvil, el tradicional dominador.

El equipamiento de vivienda y el material eléctrico también emergen con fuerza

El coronavirus supuso un giro radical a la actividad económica en 2020 y todo apunta a que algunas de las tendencias que ha marcado se van a mantener una temporada. Las exportaciones de la Comunidad Valenciana, una de sus grandes fortalezas al permitir a la economía regional cosechar año tras año superávit comercial, no han sido ajenas a este vuelco. El principal ganador del nuevo contexto ha sido el sector agroalimentario, pero no es el único. Industrias como la cerámica y el equipamiento de vivienda y los bienes de equipos vinculados a la energía han despuntado y se encuentran con nuevas oportunidades tras la pandemia.

El sector agroalimentario valenciano logró incrementar su negocio internacional más de un 10% en 2020 en una coyuntura como la del Covid, en la que las exportaciones valencianas menguaron un 8,1%. Con un valor de más de 6.586 millones de euros, alimentación y bebidas supusieron el 23% de todo lo que la Comunidad Valenciana vendió a otros países, cuando un año antes representaba el 19,2%, por detrás de la industria de la automoción. Las tornas se han dado la vuelta y la agroalimentación representa ya casi cuatro puntos más que los coches y sus componentes en el negocio internacional.

La Comunidad Valenciana es la mayor productora de cítricos de España, con alrededor del 48%, una variedad que es el principal producto agrario de su territorio al suponer el 36,5% del total. Pero además, según refleja el Observatorio sobre el sector agroalimentario de las regiones españolas de Cajamar también es la tercera autonomía por producción de plantas y la quinta en vegetales frescos. Según ese estudio, el sector agroalimentario valenciano es el tercero más importante en España, solo por detrás de Andalucía y Cataluña. Con un peso en la economía de 9.817 millones de euros, representa el 9,6% del Valor Añadido Bruto (VAB) agroalimentario del país y el 9,4% de la economía valenciana. Un sector que según las cifras obtenidas para el Observatorio por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) genera en la Comunidad Valenciana 252.955 puestos de trabajo, el 12,6% del total del empleo regional.

El alza de las ventas al exterior de productos alimentarios valencianos fue el doble que el que registró el sector en toda España. Un indicador claro de las oportunidades que puede tener el sector valenciano si sabe consolidar el tirón internacional logrado por la crisis sanitaria. “En el período de confinamiento del inicio de la pandemia, la población ha elevado su gasto en alimentación, como producto esencial, y ha variado sus preferencias hacia un consumo de productos más sanos -frutas y hortalizas, sobre todo frescas, zumos- y aquellos con posibilidad de almacenamiento -conservas, preparados alimenticios, arroz, aceite de oliva-”, destaca el informe Los productos exportados por la Comunidad Valenciana: Oportunidades post-Covid elaborado por Cámara Valencia y CaixaBank. Ambas entidades sitúan a este sector como motor del comercio internacional valenciano en los próximos años por su resiliencia.

En el año de la pandemia los principales países de destino de las exportaciones agroalimentarias de la Comunidad Valenciana fueron Alemania, con un 22,8% sobre el total y un incremento del 20%, Francia con el 17,4%, Italia con un 8,6%, Reino Unido con un 6,7%, y los Países Bajos con el 4,9%. Todos mercados europeos.

“La pandemia ha reforzado el papel estratégico del sector agroalimentario valenciano en el abastecimiento del mercado europeo, pero también ha estimulado cambios en las prioridades del consumidor final: mayor calidad del producto y de la seguridad alimentaria y fitosanitaria. El exportador debe de apostar por la Marca España, por su buen posicionamiento en los mercados internacionales y por productos relacionados con la dieta mediterránea”, señala el documento de Cámara Valencia.

Además, la crisis sanitaria ha permitido plantear un “reequilibrio de las relaciones entre los eslabones de la cadena agroalimentaria, apostando por la integración vertical, y fomentando los canales cortos de comercialización”, apunta. También alerta de los riesgos futuros con “los acuerdos comerciales de la Unión Europea que suponen una progresiva apertura del mercado europeo a productos agrarios de terceros países. Por ello, el sector agrario y la industria alimentaria valenciana debe de prepararse para ser más eficiente, invirtiendo en innovación para avanzar en la digitalización -donde el relevo generacional juega un papel importante-, la eficiencia energética, y sostenibilidad”, añade.

La postpandemia ha coincidido con un cambio coyuntural que también puede impulsar al agro valenciano precisamente en uno de los mercados mundiales donde el factor calidad es más valorado, el estadounidense. La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ha permitido levantar los aranceles que lastraban la exportación de varios productos españoles por la guerra comercial con la Unión Europea, al menos por cuatro meses. Según explican desde el sindicato agrario La Unió, la medida suponía aranceles adicionales del 25 % que afectaban a los cítricos, el aceite de oliva envasado, la carne de porcino, vinos envasados con menos de 14 grados, aceitunas verdes, quesos o conservas de moluscos.

En el conjunto de las exportaciones agroalimentarias valencianas Estados Unidos hasta ahora no supone un volumen significativo y por ello el daño por esta subida arancelaria era limitado. Un estudio de las Cámaras cifraba en 40 millones las ventas anuales al país norteamericano afectadas por esas barreras, fundamentalmente vino, aceitunas, limones y aceite de oliva. Pero para productores y comercializadores se abre una oportunidad para recuperar ese mercado en casos como el de los cítricos.

Desde La Unió explican que la última campaña ya con los aranceles de Trump apenas se exportaron 45 toneladas. Antes de esos recargos, las ventas a ese mercado ya se habían desplomado, desde las más de 60.000 toneladas de 2010 a poco más de 9.000 en 2018. Y es que en la práctica las condiciones ordinarias exigidas a los cítricos españoles ya suponen un importante obstáculo. “Nuestras clementinas están gravadas allí con un arancel de 1,9 centavos por kilogramo, mientras que las procedentes de países como Australia, Canadá, Chile, Israel, Marruecos, México o Perú están exentas al tener firmados con EEUU acuerdos de libre comercio”, indican desde el sindicato agrario, que ha pedido al Ministerio de Agricultura que se aproveche para negociar un nuevo protocolo de exportación con Estados Unidos.

Los otros ganadores

El agroalimentario se ha convertido en el gran abanderado del comercio exterior valenciano, pero no es el único segmento que se ha revalorizado con esta crisis. La industria cerámica también ha dado muestra de músculo, con un incremento de sus ventas exteriores superior al 4% en 2020 pese a tener que parar sus hornos de forma obligada. Uno de cada diez euros de productos valencianos vendidos en otros países el año pasado fueron azulejos de arcilla made in Castellón. El sector también ha arrancado con fuerza este año, con un incremento en enero del 10,6%.

Para los técnicos de Cámara Valencia, uno de los segmentos con mejores perspectivas internacionales a medio y largo plazo son “los materiales de construcción, liderados por las baldosas cerámicas -especialmente en los mercados de Oriente Medio, Europa y Norteamérica-, pero también por semimanufacturas de madera y aluminio que incorporen innovación, tecnología y se alineen con la sostenibilidad medioambiental y la seguridad sanitaria”.

En ese grupo también incluyen el equipamiento para la vivienda y el hogar por los cambios introducidos con el confinamiento. “Teletrabajo, redescubrimiento de actividades en el hogar, preocupación por un lugar limpio libre de virus, etc. Cambios que van a suponer oportunidades para redireccionar el gasto hacia la inversión en el hogar. Situación que se ha visto ya reflejada en el aumento de las exportaciones de muebles, colchones, almohadas, productos para cocina y baño -tanto de plástico como de cerámica-, vajillas y artículos domésticos, y que, con seguridad, se consolidará a lo largo de 2021”, recoge el informe sobre sectores con más oportunidades internacionales tras la crisis.

El documento también apunta otro segmento de productos que experimentó un fuerte alza en 2020, el del material eléctrico vinculado a transformadores y convertidores eléctricos, que entre enero y octubre creció un 58%, hasta 322 millones de euros. De hecho, es la única partida del apartado de bienes de equipo que creció en 2020. La fuerte demanda de equipos vinculados a las renovables explica ese tirón, que todo apunta que puede mantenerse por las fuertes inversiones previstas para la descarbonización y la revolución energética.