De protagonizar el auge y caída del ‘boom’ solar a la revolución de las baterías

Carlos Navarro, fundador del que llegó a ser el mayor fabricante valenciano de paneles solares Siliken, con más de 380 millones de negocio y un millar de empleados antes de su desaparición, se reinventa con las baterías eléctricas y otro ‘ex’ de la energía fotovoltaica, Ander Muelas.

La historia de Ícaro en la mitología griega recuerda como volar muy alto también conlleva el riesgo de una caída irreparable. Llevado al ámbito empresarial, Carlos Navarro ha sido uno de los emprendedores que ha protagonizado en su propia carnes una historia de éxito empresarial tan fulgurante como efímera.

Al igual que en el caso de Ícaro, el sol tuvo mucho que ver en su historia. Este ingeniero de la industria de la automoción fue uno de los que apostó por la energía solar cuando en su sector se hablaba más de biocombustibles para reducir el uso de la gasolina que del motor eléctrico. A principios del siglo XXI Navarro tenía claro que en países como España los paneles solares eran un futuro que estaba más cerca de lo que muchos pensaban entonces y encontró la forma de aportar su granito de arena: aplicar los sistemas de producción de la industria del automóvil para reducir los costes de fabricación de los módulos fotovoltaicos.

Una idea sencilla que llevó a la práctica en 2001 en una pequeña nave de Rafelbuñol (Valencia) y que se vio impulsada por el viento a favor de las primas a renovables que impulsaban las instalación de huertos solares en España y en otros países. Un boom solar que permitió que Siliken pasase a facturar 384 millones de euros en 2008, con más de un millar de empleados y fábricas en México, Canadá y Rumanía. Un ejemplo de lo que hoy se denominaría una startup de éxito y cuya ambición no se quedaba ahí. La empresa se unió a la Universidad Politécnica para crear un centro de investigación de referencia en células fotovoltaicas y su gran ambición era abarcar todo el ciclo del producto, desde el silicio a los proyectos llave en mano. Tras la entrada en el accionariado de Pablo Serratosa, Siliken invirtió 100 millones en una planta para producir silicio en Albacete.

Sin embargo, el parón legal con la crisis a las plantas fotovoltaicas en España y la competencia de la sobreproducción china llevó a la desaparición a Siliken. Con esa experiencia, sin embargo, Navarro no ha dejado de apostar por la revolución energética. En 2018 se unió a Ander Muelas, uno de los artífices del éxito de la valenciana Grupotec en la energía fotovoltaica en Reino Unido, y lanzaron Endurance Motive para entrar en el desarrollo y fabricación de baterías. Y lo hicieron a partir de vehículos industriales menos populares que los coches, como las carretillas y elevadores, pero que en la práctica sacan mucha ventaja en penetración a los automóviles.

Tras facturar 2,3 millones en 2020, han cerrado una ronda de financiación de 2 millones y quieren cotizar en el BME Growth. En un sector en plena ebullición, Navarro aporta el valor añadido de quien tras el éxito y el fracaso empresarial ha sido capaz de volverse a levantar.