El Botànic pincha en su primer plan de energías renovables

La nueva potencia eléctrica renovable conectada a la red ha crecido menos de un 2% en cinco años y sólo se ha instalado el 12% de lo previsto por el Consell para 2020

El boom de las energías renovables en todo el mundo apenas ha pasado de las palabras y los discursos en la Comunitat Valenciana en los últimos cinco años. Los datos muestran que entre 2015 y 2020 la potencia instalada de las denominadas energías limpias conectadas a la red apenas han aumentado un 1,7%, hasta un total de 3.833 megavatios de potencia eléctrica renovable, según la estadística de Red Eléctrica de España (REE).

La pobre evolución en el desarrollo de estas energías alternativas en la Comunitat queda aún más en evidencia si se compara con los objetivos marcados por la propia Generalitat Valenciana. Poco después de que PSPV y Compromís, con el apoyo de Podemos, formaran el primer Gobierno de coalición del Botànic en 2015, varios departamentos empezaron a trabajar en el Plan de Energía Sostenible de la Comunitat Valenciana 2020 (PESCV 2020), para impulsar el desarrollo de estas energías en todo el territorio. Una iniciativa que planteaba la instalación de 790 nuevos megavatios de potencia de este tipo de 2015 a 2020. La realidad es que a 31 de diciembre del año pasado apenas se habían instalado 94 megavatios más, es decir, sólo se materializó algo menos del 12% de lo previsto.

No solo eso. Si se analizan los datos de producción eléctrica entre enero y octubre de 2020 -último mes con datos definitivos-, la producción renovable valenciana supuso el 12,1% de la demanda eléctrica y el 16,87% de la producción total autonómica. Unas cifras que se quedan también muy lejos de las que el PESCV se había marcado como objetivo para el año pasado: las renovables debían suponer el 26% de la producción eléctrica autonómica y el 31% de la demanda bruta de electricidad.

El escaso avance de las energías principalmente eólica y fotovoltaica en este periodo llama especialmente la atención porque el actual Ejecutivo tripartito apela de forma continua al mensaje medioambiental. De hecho, la sostenibilidad es uno de los ejes tanto de su pacto de gobierno como de sus políticas tanto en el terreno económico como en la ordenación del territorio.

Un mensaje verde que choca con la realidad de las renovables valencianas, sobre todo si se tiene en cuenta la evolución tanto en el conjunto de España, donde la potencia instalada de fuentes renovables ha crecido en ese mismo periodo más de un 22%, como en otras comunidades autónomas vecinas, en que las energías renovables han protagonizado un fulgurante desarrollo.

Es cierto que el Gobierno del Botànic ha heredado un gran escollo administrativo en la tecnología renovable que ha tenido un mayor despegue en el resto del país, la eólica. La normativa creada por el Plan Eólico Valenciano aprobado en la época de Eduardo Zaplana en la Generalitat y que repartía entre varios grupos adjudicatarios las 15 zonas del territorio valenciano donde se podían instalar molinos de viento acabó convirtiéndose en un tapón para nuevas instalaciones, ya que impedía la presentación de otros proyectos. Y eso a pesar de que casi de los 1.700 megavatios previstos casi un 30% no se ha llegado a levantar después de casi dos décadas.

“El Plan Eólico era un engorro”, resume Marcos Lacruz, presidente de la Asociación de Energía de la Comunitat Valenciana (Avaesen), que considera que “era imposible el cumplimiento de los objetivos del PESCV por las tramitaciones tan farragosas existentes” tanto para eólica como fotovoltaica. Pese a que la Conselleria de Economía anunció y aprobó varias modificaciones en el Plan Eólico Valenciano, la realidad es que en estos cinco años sólo se ha instalado un nuevo parque en todo el territorio. Una instalación con 13 torres en Cofrentes, que precisamente pertenece a uno de los adjudicatorios del plan eólico, Elecnor, y ubicado en una de las zonas que había conseguido.

En el caso de la potencia eólica, la Comunitat Valenciana apenas representa el 4,6% del total nacional. Mientras en los últimos años apenas ha crecido en la región, en otras autonomías vecinas ha vivido una auténtica fiebre. Por ejemplo, Aragón ha duplicado su potencia eólica y multiplica por más de tres veces la valenciana, al igual que Castilla-La Mancha.

Un déficit que no mengua

En el caso de Murcia, el vecino del sur no ha aumentado su potencia eólica, que en este caso sí es mucho más limitada que la valenciana. En su lugar, la apuesta es la energía solar fotovoltaica, que ha pasado de 468 megavatios a 1.221 megavatios de 2015 a 2020. Pese a la abundancia de su materia prima, el sol, en la Comunidad Valenciana, otras regiones también nos sacan los colores en cuanto a capacidad instalada y velocidad para desarrollar proyectos. Con 364 megavatios instalado al cierre de 2020 en la Comunitat, la potencia de los paneles solares conectados a la red eléctrica apenas ha aumentado un 4,6% desde 2015. En ese mismo periodo, Aragón ha multiplicado casi por diez esta energía, hasta 1.115 megavatios. Por su parte, Castilla-La Mancha roza los 2.000 megavatios, tras haber multiplicado por tres la potencia en el mismo periodo.

El análisis de lo que ocurre en las autonomías que lindan con la valenciana va más allá de la mera comparación. La autonomía es históricamente deficitaria en generación eléctrica y tiene que recurrir a la importación de esta energía por la red de transporte. Un déficit que anteriores planes de energía regionales han intentado reducir con escaso éxito. Según los últimos datos, el 33% de la demanda de electricidad de la Comunidad Valenciana no se cubre con la producción autonómica, es decir, se tiene que importar de fuera de la región. Por eso que otras comunidades limítrofes hayan aprovechado la fiebre inversora estos años, ya sea por la mayor facilidad burocrática o por factores como terrenos a mejor precio, debe servir de toque de atención.

Además, el principal motor eléctrico de la región, la central nuclear de Cofrentes de Iberdrola, tiene fecha de caducidad según el actual Gobierno central, que contempla que esta energía deje de estar operativa completamente en 2035.

Y todo ello en un momento en que la mayor electrificación para sustituir a los combustibles fósiles conllevará un mayor consumo y que buena parte de los fondos europeos para financiar la recuperación post-covid están ligados a la descarbonización y van dirigidos al desarrollo de energías renovables.

Nuevo marco normativo y nuevo plan

La gran esperanza de las empresas valencianas es un nuevo decreto de la Conselleria de Economía que se aprobó el pasado mes de agosto. Según Lacruz, en él se recogen las medidas para agilizar los proyectos eólicos y fotovoltaicos que la patronal llevaba tiempo reclamando. “Fundamentalmente permite adelantar los permisos para los proyectos que no se ubican en zonas sensibles medioambientalmente y no tengan más de 50 megavatios de potencia”, explica el presidente de Avaesen. La nueva norma incluye que se declaren “inversiones de interés estratégico para la Comunitat Valenciana” los nuevos proyectos de eólica y fotovoltaica. Para agilizar su tramitación, establece que el máximo para resolver los expedientes tendrá que ser de diez meses desde su admisión a trámite. Todo un avance para las empresas del sector, aunque su experiencia hasta ahora también les hace reclamar más medios para hacer frente al elevado número de expedientes en tramitación. “Somos escépticos sobre la capacidad de la administración para poder gestionarlo, por la falta de personal existente”, reconoce Lacruz.

El nuevo marco normativo también apuesta por el autoconsumo y la creación de comunidades locales que se abastezcan de estas instalaciones renovables. “En la Comunitat Valenciana, ya existe el ‘Plan Estratégico de Comunidades Energéticas 2030’, puesto en marcha por la Generalitat, que la convierte en pionera en España en la implantación de este modelo de autoconsumo energético”, explica Juan Sacri, cofundador y presidente de Sapiens Energía. Su firma ha promovido cinco proyectos de comunidades energéticas dentro de ese plan.

Para Avaesen otro de los motivos de optimismo del nuevo decreto es que incluye un objetivo de implantación de eólica y fotovoltaica muy ambicioso, en línea con las propias previsiones de la patronal valenciana que ha visto como sus ambiciosas estimaciones se iban posponiendo. Así, la norma prevé alcanzar los 6.000 megavatios en centrales fotovoltaicas y 4.000 megavatios en eólicas “con un horizonte posible de 2030”. Unas cifras que supondrían sumar más de 8.411 megavatios de esas tecnologías, o lo que es lo mismo, algo más de toda la potencia instalada actualmente en la Comunidad Valenciana.

“Estamos hablando de unos volúmenes de más de 5.000 millones de euros de inversión y la creación de 3.000 empleos en cinco años”, asegura Lacruz. El empresario apunta que ya hay un efecto llamada en los inversores. Otro de los problemas que ha vivido el sector ha sido la burbuja en las solicitudes de puntos de conexión a la red, que la Comunidad Valenciana ha llegado a sumar para 8.000 megavatios. Según Lacruz, los avales servirán para separar los proyectos reales de los especulativos.

“Debemos aprender de lo que ha pasado. La oportunidad es hacerlo ahora, porque si no, no lo haremos nunca”, resume el presidente de Avaesen.