La reconversión bancaria se cobra más de 2.500 oficinas en la región

El mercado bancario valenciano ha cambiado por completo en apenas una década. La desaparición de las grandes cajas de ahorro y el repliegue de la red de sucursales, con el cierre del 57% en la última década, se cierra con el ascenso de CaixaBank como el gran referente, con cerca de un tercio de cuota.

La calle Pintor Sorolla de Valencia, el corazón de la city financiera valenciana o más popularmente la calle de los bancos, se ha convertido en espejo y testigo de excepción del vertiginoso proceso de transformación que ha sufrido el sector bancario en la última década. Si en 2010 el histórico edificio del Banco de Valencia albergaba una entidad controlada por Bancaja, cuya sede se ubicaba apenas unos pasos más allá, en los últimos meses esa jerarquía se ha revertido después de que CaixaBank haya absorbido Bankia. Ahora el antiguo edificio que encabeza la calle alberga el domicilio social y es la cabecera del nuevo líder del sector español, frente al inmueble de la antigua caja de ahorros y después sede social de Bankia, que ya tiene la estrella de CaixaBank en su fachada.

El banco resultado de esa operación que preside José Ignacio Goirigolzarri y dirige como consejero delegado Gonzalo Gortázar asume una posición de dominio en la Comunidad Valenciana, con cerca del 39% de las oficinas bancarias y cuotas cercanas al 30% tanto en depósitos como en créditos. No es casualidad que de entre los 84 municipios y barrios donde la Comisión Nacional de la Competencia y de los Mercados ha exigido compromisos adicionales por no existir prácticamente competencia o alternativa, 18 se encuentren en la autonomía –15 en la provincia de Valencia y tres en Castellón–.

Por ello tampoco es de extrañar que en los planes de ajuste anunciados recientemente por CaixaBank, la región también esté incluida entre las tres más afectadas. Los planes iniciales del banco son reducir en 942 empleados su plantilla en la Comunidad Valenciana con el expediente de regulación de empleo (ERE), cuando antes de la fusión ambas entidades sumaban cerca de 4.500 trabajadores en la región. La reestructuración también supondrá un importante recorte en el número de sucursales, aunque en este caso aún no se han cuantificado los cierres por territorios. La entidad ha anunciado que prevé suprimir 1.534 oficinas en toda España con este proceso y está claro que en las comunidades donde tenían más presencia ambas, como en el caso de la valenciana, las duplicidades son mayores.

La reestructuración de la nueva CaixaBank sin duda es la más significativa por su peso y el hecho de tener su domicilio social por obra del procés en el centro de Valencia. Pero lo cierto es que ni mucho menos es la única entidad que ha vuelto a recurrir a un recorte laboral y de su red comercial ante un mercado en que los tipos de interés reducen la rentabilidad de unas entidades que también se han visto golpeadas por la incertidumbre económica por la pandemia y por la irrupción de las nuevas tecnologías y nuevos competidores no tradicionales. El otro gran banco que está negociando actualmente un ERE es el BBVA. En su caso, la entidad que anteriormente absorbió Catalunya Caixa o Unimm se plantea la salida en la Comunidad Valenciana de 248 empleados (115 en Valencia, 107 en Alicante y 26 en Castellón). Además, su intención es clausurar 35 sucursales de su dirección territorial Este –que incluye además de Comunidad Valenciana a Murcia y Baleares–.

Por su parte, otra entidad con sede en la región, Banco Sabadell, que durante meses estuvo negociando una posible fusión con BBVA, también puso en marcha un proceso para la salida de cerca de 1.800 personas de sus sucursales y servicios centrales en toda España, en este caso mediante un plan de ajuste voluntario. La entidad con sede en Alicante preveía cerrar ese proceso en los primeros meses de este año.

Tampoco debe tardar en mover ficha otro de los bancos resultado de otra fusión, la de Unicaja y Liberbank. Aunque este último llegó a tener una red significativa en la Comunidad Valenciana sobre todo tras asumir la quebrada Caja Castilla-La Mancha, en estos años ya había aplicado un fuerte tijeretazo y reducido notablemente sus oficinas en la región.

De hecho, en la última década la Comunidad Valenciana ha visto como se cerraban más sucursales bancarias de las que hay ahora mismo operando en todo su territorio. Según los datos del último Boletín de las Entidades de Depósito de la Comunitat Valenciana elaborado por la Conselleria de Hacienda y Modelo Económico, al cierre de 2020 existían 2.157 oficinas bancarias en funcionamiento en la autonomía. Una cifra que representa un 57% menos que en 2010, cuando a pesar del estallido de la crisis financiera abrían todos los días 4.729 sucursales.Precisamente la crisis de 2008 marcó el punto de inflexión en el sector bancario. Ese año se registró el máximo histórico de oficinas en la autonomía, con 5.061 oficinas.

El proceso de concentración bancaria se mantuvo durante el año pasado, con el cierre de 175 puntos de atención al cliente en la región. Los nuevos ERE y ajustes apuntan que este año volverá a estar marcado por otro fuerte recorte. Una desaparición de las redes bancarias que está teniendo especial relevancia en la provincia de Castellón, que en los últimos diez años ha perdido casi el 60% de ellas. Una provincia que tiene 135 municipios y 263 oficinas bancarias en estos momentos.

Pese a esta reducción de las redes físicas, uno de los dos pilares tradicionales de la actividad bancaria, los depósitos, han crecido de forma estable durante esta última década en la autonomía. Según los datos del último Boletín de las Entidades de Depósito de la Comunitat Valenciana, los depósitos en bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito alcanzaron los 120.492 millones de euros al cierre de 2020, prácticamente un 20% más que en el año 2000. El último año, con un crecimiento del 8,4%, fue especialmente significativo, al dejarse notar el incremento del ahorro por la crisis del Covid y el freno del gasto por el confinamiento y las limitaciones.

El crédito vuelve a crecer

Precisamente la pandemia también provocó que por primera vez en los últimos años el otro gran pilar del negocio bancario clásico, los créditos, rompiesen su tendencia a la baja y volviesen a crecer en la economía valenciana. El volumen total ascendió a 112.866 millones de euros, 5.000 millones y un 4,6% más que el año anterior.

Un repunte, que se explica por el recurso a los créditos avalados por el ICO para evitar la asfixia de empresas y autónomos. Según los datos oficiales, hasta el pasado 31 de marzo se realizaron más de 106.000 operaciones en la región, con solicitudes de avales por importe de 9.172 millones de euros que supusieron un volumen de financiación de 11.898 millones. Pese al incremento de esta partida, el volumen de deuda en manos de los bancos en la Comunidad Valenciana es muy inferior, casi un 40%, a la existente hace una década.

En el año 2010 las cajas de ahorros eran las grandes dominadores del mercado bancario minorista., con una cuota que rozaba el 56% en depósitos y más del 50% en créditos. Hoy el 85,8% de los depósitos están en bancos y las últimas cajas de ahorro, como la de Ontinyent, que aún no se han transformado en bancos, mientras que en manos de cooperativas de crédito se mantienen un total de 17.104 millones de euros. Los datos de la Generalitat revelan un fuerte impulso de los depósitos en cooperativas de crédito, que han crecido un 15,6% en 2020 respecto a 2019. Este incremento se sitúa por encima del experimentado en el conjunto del país. En cuanto a los créditos, las cooperativas y cajas rurales experimentaron un crecimiento del 4,8%, similar al registrado por las otorgados por bancos y cajas de ahorro, que se situó en el 4,6% según los datos oficiales.

El sector de las cooperativas de crédito también ha vivido su propia concentración con la integración de buena parte de las casi cuarenta entidades locales que existían en la región primero en Ruralcaja y luego con la absorción de esta por parte de Cajamar. Actualmente alrededor de una quincena de rurales y cooperativas valencianas mantienen su actividad de forma independiente.

Unas entidades que han aumentado su cuota de mercado en la Comunidad Valenciana poco a poco. En depósitos las cooperativas han crecido en estos diez años del 12,4% al 14,2%, mientras que en el caso de los créditos en la última década han pasado del 8,14% al 10,09%.