Un verano con el turista extranjero en peligro de extinción

La pandemia mundial y las restricciones a los viajes han reducido la llegada de visitantes internacionales casi un 70%. Un duro golpe para uno de los motores económicos de la Comunitat que había logrado encadenar un crecimiento continuo de viajeros de otros países

Un verano más que atípico y no solo por la mascarilla. Y muy especialmente para una industria que en la última década se había consolidado como uno de los grandes motores de la economía valenciana: el turismo. Después de más de tres meses de cierre obligado tras el estallido del coronavirus, el sector ha visto como parte de sus esperanzas para lograr remontar en temporada alta se han visto desinfladas a medida que pasaba el verano y las restricciones a la movilidad se extendían.

Los temores a los rebrotes y las medidas aprobadas por algunos de los principales países emisores de turistas a las costas valencianas han marcado un periodo estival atípico, en que se ha cortado dramáticamente la bonanza de los últimos años. Precisamente una de las claves de la edad dorada del turismo en los últimos ejercicios pasaba por el continuo incremento de visitantes extranjeros y con ellos de su gasto, mayor que el de los nacionales. Una pujanza que permitió al sector turístico alcanzar el 14,6% del PIB de la autonomía y aportar alrededor del 15,1% del empleo, según los datos de Exceltur. Un crecimiento que además de a los tradicionales destinos de sol y playa también se extendió a zonas donde esta actividad no tenía tanto peso históricamente, como el caso de la propia capital, Valencia

La decisión de algunos estados europeos de poner en su lista negra de destinos vacacionales a España o aplicar cuarentenas para quienes viajasen a la región ha tenido unos efectos demoledores en el que se había convertido en la principal fuente de ingresos del sector. Y ello a pesar del destacable peso del turismo de segunda residencia de europeos en la región, que la Agencia Valenciana de Turisme sitúa por encima del 10% de los foráneos que llegan a la región. Entre enero y julio la Comunidad Valenciana recibió 1,63 millones de turistas extranjeros, un 69,4% menos, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. En los tres años anteriores, en ese mismo periodo, la región había superado ampliamente los 5 millones de viajeros de otros países.

El coste de la pérdida de esas visitas en la economía valenciana es indudable. El año pasado los turistas internacionales dejaron en la autonomía 9.620 millones, con más de 1.000 euros de gasto medio por persona. Una cifra que sin duda este año se reducirá en una medida similar a la caída de viajeros foráneos.

Aeropuertos en mínimos

Otro indicador de esta “nueva normalidad” turística se encuentra en la principal puerta de entrada de los clientes internacionales. Los dos grandes aeródromos autonómicos corroboran el derrumbe de los viajes internacionales en sus estadísticas. La terminal de Alicante-Elche, uno de los cinco mayores aeropuertos españoles por tráfico, redujo el número de pasajeros un 71% en agosto y ni siquiera llegó al medio millón de usuarios. Un año antes había rozado los 1,7 millones de pasajeros en el que fue el mes de mayor actividad de su historia.

La situación del transporte aéreo por el Covid-19 ha tenido un impacto directo en los tráficos con Reino Unido, el primer mercado de origen de la Costa Blanca. En agosto el número de viajeros de ida o vuelta a las Islas Británicas superó ligeramente los 100.000, cerca de un 84% menos que en 2019. El descenso de pasajeros estuvo acompañado de muchos menos vuelos, con casi la mitad de aterrizajes y despegues en sus pistas que en el mismo mes del año anterior.

La pandemia también ha cortado la trayectoria al alza del aeropuerto de Manises. La instalación valenciana superó los 8 millones de pasajeros el año pasado tras romper año tras año su techo. Pese a comenzar 2020 con más vuelos y rutas en cartera, la expansión del coronavirus frenó en seco sus expectativas y hasta agosto ha registrado un 65% menos de tráfico. En el caso del aeropuerto de Castellón, que pertenece a la Generalitat Valenciana, la pandemia ha frenado en seco las expectativas creadas por las nuevas rutas subvencionadas por la Administración autonómica.

Un repunte nacional desigual

La incertidumbre para viajar ha confirmado que el éxito de esta campaña estival se jugaba en casa. Según el balance de la propia patronal Hosbec, “el mercado nacional ha sido el salvador en una temporada estival atípica y llena de incertidumbre, siendo los destinos menos dependientes del turismo internacional los mejor parados en materia de ocupación”. La respuesta del mercado doméstico ha marcado la evolución en los distintas comarcas de Alicante, Castellón y Valencia. Así, frente a destinos como Benidorm, donde el mercado británico supone casi la mitad de sus visitantes, la Costa Azahar de Castellón y zonas como Gandía y Cullera se han visto favorecidas por la presencia tradicional del veraneante nacional.

Los datos de la patronal hotelera Hosbec muestran que los establecimientos castellonenses no solo fueron los que menos cayeron en ocupación, sino que incluso superaron en ese indicador a Benidorm, la tercera ciudad de España por plazas hoteleras tras Barcelona y Madrid. Con todo, el nivel cosechado, con apenas el 57% en pleno agosto, muestra como este año la temporada alta está lejos de poder considerarse satisfactoria.

En este verano atípico hasta los datos de ocupación son más relativos y difíciles de comparar. No todos los hoteles han abierto sus puertas, ya sea por la situación arrastrada en los meses previos, por la incertidumbre o por estrategia ante unas reservas que no cumplían las expectativas.

En Benidorm, en el mes de julio las pernoctaciones hoteleras de desplomaron un 85%, con cerca de la mitad de sus hoteles sin abrir. Por su parte, en las provincias de Castellón y de Valencia, el 19% y el 15% de los establecimientos permanecieron cerrados en julio, respectivamente.

En este contexto, los ingresos por habitación en los hoteles de la Comunitat sufrieron una importante merma, con una reducido de un 60% de media en julio. Y la caída de los ingresos ha tenido un efecto directo en los empleos. El mercado laboral también se ha visto muy afectado. Solo en las empresas hoteleras la reducción en el número de trabajadores se ha situado en torno al 50% en julio. Sus efectos en toda la economía vinculada a esta actividad han llegado hasta el punto de que las afiliaciones de empleados turísticos en la Seguridad Social han caído un 14,5% en agosto en la Comunitat, algo inaudito.

Lo que pide el sector

Desde las empresas turísticas admiten que la Administración es consciente del momento crítico que atraviesan y comparte su preocupación. Con todo, las principales medidas para recuperar al turismo extranjero deberían venir precisamente de sus países de origen. “Urge de forma inmediata tomar medidas para el levantamiento de medidas restrictivas sobre todo en el ámbito de la Unión Europa y Reino Unido”, señaló el presidente de Hosbec, Toni Mayor, en el último análisis de los datos de ocupación del sector.

Además de pedir que se reduzcan esas limitaciones a la movilidad internacional, unas actuaciones que se antojan difíciles de ver a corto plazo, Mayor considera que la demanda de turismo de proximidad de fin de semana puede ser la alternativa para intentar compensar la caída de la temporada alta. En esa línea, las empresas han obtenido respuesta a sus peticiones al secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, de ayudas para incentivar la demanda dentro de la propia autonomía. El presidente Ximo Puig anunció la creación de un programa de bono-viaje para los residentes en la región, que contemplará el abono del 70% de un máximo de 600 euros que se destinen al pago de alojamiento u otros servicios que se contraten a través de agencias de viajes. Puig cifró en 196 millones de euros el presupuesto previsto para reimpulsar el turismo durante los próximos siete años.

En cuanto al respiro laboral que han supuesto las medidas temporales del Ejecutivo, los hoteleros consideran que para que realmente sean efectivas tendrán que prolongarse en el tiempo hasta la primavera del próximo año y con más ambición. “El Gobierno tiene que contemplar la extensión de los Erte, pero en su versión inicial, la de marzo con el 100% de bonificación de cuotas a partir del 1 de octubre hasta abril de 2021. No hay otra alternativa para que el turismo pueda llegar al camino de la recuperación una vez que se haya conseguido controlar de forma definitiva la amenaza sanitaria”, en palabras de Mayor.