El 'made in Spain': más que una moda, una necesidad

La capacidad de contagio de un virus desconocido hasta hace apenas unos meses ha servido no sólo para hacer tambalear la atención sanitaria y la actividad económica en buena parte del mundo. También ha dejado al descubierto con toda su crudeza algunas de las carencias de una Europa que presume de sus logros sociales, pero que recurrió al “sálvese quien pueda” para hacer frente a la falta de material sanitario en los momentos de mayor pánico.

Una lección que no debería olvidarse fácilmente. La realidad de la emergencia sanitaria vuelve a poner de actualidad las eternas reivindicaciones de empresarios y expertos que instan a cuidar y apoyar la industria valenciana para garantizar la salud de la economía desde hace años. Ahora además es la propia salud de las personas la que ha subrayado esos argumentos para potenciar la industria valenciana.

Precisamente por la crudeza de esta realidad, que coincide además en un momento en que muchos mensajes políticos y sociales se alinean para apostar por el tejido industrial y con los ansiados fondos de recuperación de la Unión Europea, es un momento crucial para poder afrontar ese reto. El propio presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, repite una y otra vez en la reindustrialización de la Comunitat Valenciana como eje para mejorar la economía y las condiciones de vida en el futuro.

Además de voluntades y acuerdo para conseguirlo y las posibilidades financieras que ofrecerán los fondos europeos, otro elemento esencial para ese proceso de reindustrialización es la experiencia con la que cuenta un empresariado que en muchos casos lleva décadas siendo un ejemplo de lo que ahora se ha bautizado como resiliente.

La Comunitat Valenciana atesora en su ADN empresarial compañías que han sido capaces de reinventarse y sobrevivir a todo tipo de vicisitudes y competidores. Y ese conocimiento resulta clave para conseguir que la lluvia de millones que tanto desde el Gobierno estatal como desde el valenciano se anuncian que van a llegar de Bruselas se materialice en proyectos industriales viables. Desde sectores que hoy en día son los mayores fabricantes de toda Europa, como el azulejero y las fritas y esmaltes cerámicos, a otros que han conseguido sobrevivir a contracorriente gracias a la especialización en nichos, como el calzado, el textil o el juguete.

Los mimbres existen y están ahí, ahora es el momento de ser capaces de unirlos y darles forma, y aprovechar la experiencia para no repetir los mismos errores del pasado reciente.