Tiempos de pandemia, momento de revisar la factura eléctrica

La crisis del Covid-19 está poniendo patas arriba la economía española, con un impacto que afecta en especial a pymes y particulares. El dolor por las víctimas y la incertidumbre a la que estamos sometidos compromete nuestro bienestar y hace que esta situación sea particularmente angustiosa.

El suministro eléctrico es uno de los principales gastos tanto de pymes como de particulares y una medida muy positiva ha sido la de permitir a cualquier pyme o autónomo variar su potencia o paralizar su suministro sin recargo durante el estado de alarma. Con el fin de contribuir, queremos hacer públicas varias medidas más para tener en cuenta por parte del Gobierno y los consumidores. Algunas de ellas son deficiencias que se vienen arrastrando durante mucho tiempo y que, sin demasiado esfuerzo por parte de nadie, podrían beneficiar sustancialmente a los consumidores.

Un porcentaje importante de los suministros de este país no tienen optimizada su potencia contratada. La mayoría de las veces, por desconocimiento o por mal asesoramiento, el término de potencia que pagan a las distribuidoras, a través de sus comercializadoras, está mal dimensionado. En general es fruto de contratos antiguos en los que han ido arrastrando las condiciones que tenían acordadas en su inicio, sin tener en cuenta que la tecnología actual hace que nuestros electrodomésticos, iluminaria y demás aparatos eléctricos, sean muy eficientes. También podríamos pensar que se arrastran sobredimensionamientos de las épocas de bonanza económica y “champán para todos”.

En cualquier caso, las distribuidoras deberían hacer accesible para las comercializadoras el dato de potencia máxima demandada por parte de cada suministro, igual que actualmente lo hacen con el consumo de energía. Esto permitiría a las comercializadoras conocer con exactitud la potencia necesaria en cada hogar según los registros históricos y poder asesorar a los clientes haciendo más eficiente su factura. Para entender de lo que hablamos: ¿Para qué quiero un camión para transportar 20 sacos de patatas, si me vale con una pequeña furgoneta? ¿Por qué querría un ordenador muy potente si sólo lo voy a usar para tareas simples como la ofimática para mi trabajo o ver series en mi tiempo libre?

Es obvio que en los ejemplos anteriores el coste estaría sobredimensionado respecto a nuestras necesidades. En Activa Energía calculamos que de media, los consumidores se podrían ahorrar en sus casas y comercios unos 60 euros anuales más los impuestos. La cuestión es que a algunos puede no interesarles dar esa información...

Otra cosa muy común y extendida en el sector eléctrico son los famosos descuentos en la factura. Eternas promesas de descuentos increíbles en tu consumo y descuentos asociados a la contratación de otros servicios.

Durante muchos años hemos estado comprobando que una de las estrategias más usadas en las grandes compañías -y algunas no tan grandes-, es la de aplicar un descuentazo durante el primer año de contrato.

Algunos clientes quedan muy satisfechos al creer que verdaderamente se les aplican descuentos de hasta el 25% por su consumo de electricidad. En la mayoría de los casos, por desgracia, ni siquiera saben el precio sobre el que se les aplica el descuento.

Será más caro 1 kilo de naranjas a 2 euros con un descuento del 25% (1,50 euros) que 1 kilo de naranjas que nos cueste 1 euro pero sin ningún descuento, ¿verdad?

Es algo simple pero que, aplicado a los precios de la electricidad, complejos ya de por sí, puede resultar engañoso. Algunas compañías lo saben y se aprovechan de ello.

Otro mal son las permanencias ligadas a estos descuentos, que atan al consumidor y no le dejan opciones cuando se da cuenta de que está pagando igual o más que antes, provocando una angustia y desencanto general con el sector y todo lo que tenga que ver con su factura. Un dolor de cabeza provocado por las malas praxis.

Por otro lado, aproximadamente el 70% de la factura de la electricidad son costes regulados e impuestos. Uno de los costes más llamativos es el llamado Impuesto sobre la Electricidad -impuesto eléctrico-.

A este impuesto también se le está aplicando el IVA, que es otro impuesto que todos conocemos. Si el valor del impuesto eléctrico, que es de aproximadamente un 5%, le aplicamos también el IVA, entonces vemos que este impuesto asciende por encima del 6%. ¿Qué sentido tiene gravar a un impuesto con otro impuesto?

La doble imposición es un mal que se debe erradicar. Por poner un ejemplo, esta doble imposición en una factura cuya base imponible sea de 100 euros, supondría un euro extra, por lo que al año estaríamos hablando de unos 12 euros extra debido a este problema.

Algunos dirán que esto no soluciona nada, pero lo que es evidente es que alguno de los dos impuestos tendría que desaparecer, ¿no? Mientras vamos a un restaurante o a un supermercado y pagamos un impuesto más bajo por considerarlo bienes o servicios básicos, ¿qué le ocurre al suministro eléctrico? ¿Acaso no es el suministro eléctrico en nuestros hogares un servicio de primera necesidad como para tener un tipo reducido o al menos no tener una doble imposición?

En definitiva, en un sector cuya merecida mala fama es una opinión extendida en nuestra sociedad, hace falta una revisión de ciertos aspectos que puedan aportarnos mayor claridad y justicia a los consumidores, que recordemos que somos todos y cada uno de nosotros sin excepción. Y más, si cabe, en esta desgraciada situación.