400.000 razones para creer en la empresa valenciana

El agujero económico del Covid-19 es innegable, pero también lo es la entrega de empresarios y trabajadores que siguen adelante o mantienen latentes 400.000 empleos en un ERTE

Nada puede tapar el agujero económico que va a dejar la crisis del Covid-19. Puede llegar a ser de más del 12% del PIB español, según las últimas estimaciones del Banco de España. Pero de poco sirve lamentarse de la consecuencia inevitable de haber detenido la economía para contener el Covid-19. La energía ha de dirigirse a reducir al máximo el impacto del coronavirus, algo que la empresa valenciana lleva haciendo desde el primer día de estado de alarma con el propósito de que la recuperación sea lo más rápida posible.

Prueba de ello son los más de 400.000 empleos suspendidos -que no destruidos- mediante la herramienta del ERTE habilitada por el Gobierno. La cifra es dolorosa, pues supone que un gran volumen de empleados valencianos todavía no pueden trabajar. Pero conviene mirarla también desde el prisma opuesto. Se trata del número de trabajadores cuyas empresas no han tirado la toalla y aspiran a continuar, un dato que contrasta con los 74.800 puestos de trabajo que sí se han perdido, según el dato interanual de paro registrado en la región correspondiente al mes de abril.

Ante tal escenario de resistencia, elEconomista Comunitat Valenciana quiere rendir su particular homenaje al tejido productivo de la autonomía, un aplauso a las compañías que, bien manteniendo la actividad, deteniéndola para frenar la pandemia, o reinventándose ante las circunstancias, han arrimado el hombro para que el empleo y la riqueza sufran el menor de los retrocesos.

La situación al cierre del presente mes de mayo, el primero de la desescalada del confinamiento, permite un análisis preliminar sobre el impacto de la crisis en los distintos sectores y el esfuerzo a realizar en el objetivo común de minimizar la crisis. Tal y como subraya con frecuencia el presidente valenciano, Ximo Puig, de la pasada recesión, que se produjo a partir de 2008, la Comunitat Valenciana salió adelante gracias a la tracción de las exportaciones y el turismo, dos pilares que han sufrido especialmente los efectos del coronavirus.

Las exportaciones aguantaron en marzo

Por lo que respecta al comercio exterior, las cifras reflejarán un retroceso inevitable al cierre del presente ejercicio 2020, pero conviene reseñar que, a excepción de las dos semanas del periodo de hibernación, el grueso de la industria valenciana ha mantenido una actividad importante. Sectores cruciales como la industria azulejera ni siquiera dejaron de exportar esos días de paro total. Un sector industrial que sí tuvo que detener su actividad fue el del automóvil, si bien es cierto que, tras mes y medio de inactividad, Ford Almussafes ha vuelto a fabricar con un calendario ambicioso que contempla producir coches al 100% a partir del mes de julio.

Un dato para el optimismo es que las exportaciones del primer trimestre, pese al ocaso de la segunda quincena de marzo, tan solo menguaron un 0,9% en la Comunitat. Superaron los 7.900 millones de euros, valor que situó a la comunidad como la segunda región española más exportadora, según las cifras difundidas por la Conselleria de Economía que dirige Rafael Climent. Como es obvio, los datos del primer cuatrimestre serán mucho peores al incorporar los malos resultados de abril, pero las cifras de principios de año dan buena cuenta de la salud que presentaban las exportaciones valencianas al comienzo del ejercicio, una tendencia que las empresas ahora se apresuran a recuperar.

Para facilitar este reto, la Cámara de Comercio de Valencia ha elaborado un informe sobre las tendencias que se prevén en el comercio internacional tras la crisis provocada por la pandemia del Covid-19, sobre la que subraya que, a diferencia de otras crisis, la actual es “global, simétrica y con un origen no económico”. El documento de la Cámara concluye que el tejido empresarial valenciano deberá tener “una mayor flexibilidad” así como “pensar en global y actuar en local”, es decir: ir hacia la producción más cercana, sin dejar de mirar el exterior y sin reducir la productividad y competitividad. En esta línea, el organismo que preside José Vicente Morata apuesta por “una reducción de la dependencia a las cadenas de suministro global -para lograr un mayor control gracias a la proximidad- unido a un refuerzo de las actividades de carácter más local -que permitirá potenciar el empleo y el Valor Añadido local-”.

La otra gran pata de la pasada recuperación fue el turismo, que en esta ocasión es, sin duda, el sector más golpeado. Será un año para salvar los muebles, pero el sector está dispuesto a emplearse a fondo para minimizar el grave impacto de la pandemia. Una buena noticia para lograrlo es el reciente anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “Habrá temporada turística este verano, con el propósito de reactivar el turismo nacional, por lo que invito a todos los establecimientos, bares, restaurantes”, dijo, e invitó a todos los destinos turísticos del país a “reanudar su actividad”. Es pronto para calibrar las pérdidas que generará la pandemia en el turismo, pero por inferior que sea la actividad este año al menos habrá campaña estival y no ocurrirá como con la Semana Santa o las Fallas, cuyo negocio y empleo se perdió por completo.

Muy ligado al turismo, comercio y hostelería incrementan paulatinamente su actividad en las primeras dos semanas de la Fase 1 de la desescalada. Sobre el primero arrojó un dato positivo el Observatorio sobre Gobierno, Estrategia y Competitividad de las Empresas (GECE), impulsado por Bankia y el Ivie, que aseguró que el 83,2% del empleo de las empresas familiares en la Comunitat Valenciana dedicadas al comercio se concentra en compañías en posiciones “altamente competitivas”, lo que les puede permitir afrontar con “gran solidez” situaciones de dificultad como la crisis del Covid-19. Por lo que respecta a la hostelería, el sector ha iniciado la desescalada con mucha más timidez, pero las reaperturas se producen de forma progresiva y, pese a los inconvenientes para mantener la seguridad, la clientela empieza a responder.

La alimentación tira del carro

En cuanto al sector primario, y a pesar de los innumerables contratiempos que ha provocado el Covid-19 durante el confinamiento, los productores de alimentos han continuado trabajando sin descanso para abastecer a los supermercados, como también lo han hecho en su conjunto los proveedores de las grandes cadenas de distribución, que tienen en Mercadona y Consum los principales referentes valencianos. En ambas cadenas las ventas se han disparado en el nuevo escenario, que ha provocado grandes cambios en los hábitos de compra de los consumidores. En su caso, no solo han mantenido el empleo, sino que incluso lo han incrementado.

Más allá de los sectores mencionados, otros como la construcción también han respirado en la desescalada y afrontan una ‘nueva normalidad’ con las administraciones públicas, por una vez, concienciadas de la necesidad de reactivar la obra pública y agilizar las licencias de la actividad privada. No cabe duda de que la economía valenciana va a sufrir muchísimo, ni de que pasarán incluso años hasta que la autonomía recupere su actividad anterior a la pandemia. Pero tampoco está en duda que su tejido empresarial, como siempre lo ha hecho, se va a entregar al máximo para que ese hito sea alcanzado lo antes posible.