Esto solo lo arregla el Dúo Dinámico

Açò també passarà, rezaba el lema de la falla municipal de Valencia. La apuesta de este año era rompedora: una enorme figura femenina meditando, imaginada para sembrar la calma en el corazón de una ciudad efervescente durante su fiesta grande. Todo cambió, como es sabido. Pero el mensaje resultó incluso más oportuno ante la crisis del COVID-19: “Esto también pasará”, espeta ahora con más fuerza el rostro reflexivo de la mujer, provista de la célebre mascarilla que le colocó su autor para redirigir el mensaje contra el virus. Los valencianos lo repiten confinados en sus casas: “esto pasará”.

“Pero costará”, cabría advertir para adaptar el lema a la gravedad del escenario, porque tendrá graves consecuencias que la sociedad solo superará con muchísimo esfuerzo, porque el impacto de la pandemia a la que nos enfrentamos en absoluto se desvanecerá como por arte de magia. Sin ir más lejos, el golpe humano ya es irreparable. Cabe esperar que la ciencia dé con una vacuna, y que su producción y distribución libre al mundo del coronavirus. Pero nada reparará las decenas de miles de muertes que ya ha provocado. Ni será sencillo superar estas pérdidas para familiares y amigos.

Y tampoco va a ser fácil reparar los estragos derivados del COVID-19, cuya expansión ha llevado a la sociedad a un inevitable suicidio económico. No bastará con esperar. Pasará la ola, pero no encontraremos la misma playa cuando emerjamos a la superficie.

Que nadie se lleve a engaño: nos dirigimos a una importante crisis económica. Está por ver la magnitud de la misma, pero podría durar todo un año y elevar el paro en España en un millón de desempleados más, según las previsiones expertas recogidas el pasado 21 de marzo por elEconomista.

Cada día de confinamiento es un día perdido para un sinfín de empresas, pymes, micropymes y autónomos, incapaces de producir sus bienes o de brindar sus servicios en este escenario de emergencia sanitaria. Cada empleado afectado por un ERTE es, de pronto, un consumidor temeroso, y no solo por recibir un 70% de su sueldo: también por el miedo a perder su trabajo de forma definitiva, un temor que se prolongará. Y ni siquiera hará falta haber sufrido estos ajustes: la sombra del desempleo se cierne sobre los asalariados de cualquier firma golpeada por el virus, por mucho que estén ahora trabajando tanto o más desde sus casas.

Muchos negocios están y seguirán sufriendo. Pero es que hay otros que ni siquiera levantarán de nuevo la persiana, porque el coronavirus ha sido el empujón definitivo para quien ya caminaba por la cornisa. “Esto también pasará”, insiste el lema cada día, convertido en hashtag. Pero el optimismo pasivo no será suficiente. Quizá se ajusta más al reto el célebre Resistiré del Dúo Dinámico.