Es el momento de apoyar a las empresas familiares, no de aumentar la presión fiscal

La pandemia de la Covid ha hecho que nuestras empresas vivan momentos complicados. A la crisis sanitaria, que todavía nos azota, se une la situación económica. Sin duda, muchas de las compañías familiares -que representan el 90% de nuestro tejido empresarial- están pasando por momentos críticos de viabilidad, especialmente en los sectores como hostelería o turismo, donde ha caído de forma importante la actividad. El resto de sectores, de una forma u otra, también cuentan con algún tipo de afección que hace que los dirigentes de empresas familiares estén pasando malos momentos. Cabe recordar que estas empresas son, en la mayoría de los casos, pequeñas, y no superan los 10 trabajadores.

Las empresas familiares necesitamos, ahora más que nunca el apoyo de las administraciones públicas. Sobre nuestras espaldas pesa el 85% del empleo existente en la Comunitat Valenciana. Y estamos dispuestos a mantenerlo. Pero para ello, no puede aumentar la presión fiscal. Porque afectaría de lleno a la viabilidad de la empresa familiar. Subir los impuestos en esta situación, ya sea el de Patrimonio, Sucesiones o cualquier otro, conllevaría el cierre de muchas de las empresas familiares, que luchan cada día por levantar la persiana, y por mantener los puestos de trabajo creados.

La situación de nuestras empresas está en clara desventaja con el resto de España. En el caso español, el impuesto sobre Sucesiones es un tributo estatal, pero cedido a las comunidades autónomas, que tienen una amplia competencia para modificar los tipos y fijar bonificaciones. De hecho, la Comunitat Valenciana es la tercera autonomía con un Impuesto de Sucesiones más alto, por detrás de Asturias y Castilla y León frente a Galicia, Cantabria y Andalucía, que tienen una cuota cero en este tributo.

Otras como la Comunidad de Madrid, lo tiene exento al 100%, lo que permite una mayor capacidad a empresas familiares de contratar y generar riqueza en su entorno. Respecto al impuesto de Patrimonio, los ciudadanos de Aragón, Extremadura y Cataluña son los que más pagan, mientras que en Madrid, y algunas provincias del País Vasco es de cero.

Pero también España, con el resto de Europa, está en desventaja: A pesar de que la mayor parte de países desarrollados contempla en su sistema fiscal algún tipo de figura para gravar las herencias, el impuesto sobre Sucesiones no se aplica o es residual (la recaudación del tributo no alcanza el 0,1% del PIB) en la mitad de los países de la UE.

En concreto, en 15 estados miembros la tendencia normativa europea es a la desaparición o, en el peor de los casos, a una aplicación residual.

Por lo que respecta al impuesto sobre la riqueza (Patrimonio y Sucesión), España es una excepción en la Unión Europea, ya que es el único país en el que aún se aplica, después de que Francia lo suprimiera a partir del 1 de enero del 2018, reemplazándolo por un gravamen sobre las viviendas con un valor superior a 1,3 millones de euros (excluye la fortuna no inmobiliaria). De hecho, muchos países nunca han tenido un tributo sobre el patrimonio (como Italia, Grecia, Portugal, la República Checa, Hungría o el Reino Unido), mientras que otros Estados lo han ido eliminando progresivamente en las últimas décadas.

En España, el impuesto de Patrimonio fue suprimido por el Gobierno en 2008. Cuando la crisis mostró su peor cara, el Ejecutivo tuvo que restablecerlo en el 2011. La idea era mantenerlo solo un par de años, pero no se cumplió.

En este sentido, desde IVEFA pedimos a nuestros dirigentes políticos que se alineen con los valores de la empresa familiar y nos ayuden a su pervivencia: la empresa familiar es la que más empleo crea en España, y en la Comunitat Valenciana, y será la que lo siga haciendo al pasar todas estas circunstancias.

La empresa familiar genera riqueza y ayuda al desarrollo de las zonas donde se ubican: son los principales motores de las regiones o zonas donde las multinacionales no se instalan o no ven oportunidades.

La empresa familiar está comprometida con su entorno, y crea valor. Es la primera interesada en reactivar zonas económicas que de otra forma no se reactivarían y busca consolidar puestos de empleo.

Sin duda, la empresa familiar quiere contribuir a crear puestos de trabajo, a que los Erte no se conviertan en ERE y a que tras acabar esta pandemia, la actividad vuelva a la normalidad.

Por si fuera poco el tema de los impuestos, desde la patronal de empresa familiar, observamos una falta de incentivos de la Comunitat Valenciana para la retención y la atracción no sólo de grandes patrimonios, sino también de emprendedores y talentos que pueden mantener un patrimonio medio que ahora pasa a tributar de manera considerable. La Comunitat Valenciana tiene que mejorar para atraer y retener talento, y para ello, es imprescindible poner ‘las cosas fáciles’ a los emprendedores, y empresarios más jóvenes y arriesgados. Del mismo modo, este debe resultar una eficaz herramienta de política fiscal acorde con la realidad empresarial valenciana, formada principalmente por pequeñas y medianas empresas.

Dado que las fechas en las que nos encontramos invitan a pedir deseos, la carta de IVEFA va dirigida a nuestros gobernantes en representación de todas las empresas familiares valencianas. Nos gustaría que para el próximo año 2021 se refuerce el papel de nuestros empresarios y se incentive su esfuerzo, porque nuestras empresas son el motor que está permitiendo mantener la paz social y económica, aún arriesgando parte de patrimonio y recursos. Estamos seguros que las empresas familiares serán capaces de devolverles con creces ese apoyo creando más puestos de trabajo y aumentado la riqueza de nuestra Comunitat.