Coger el volante para evitar quedarse en la cuneta

Imaginar como sería la economía valenciana hoy en día si Ford no hubiese elegido unos campos de naranjos junto a La Albufera para instalar su factoría resulta casi imposible. La planta de la multinacional estadounidense que está a punto de cumplir 45 años no solo ha creado un potente sector capaz de hacerse hueco en una de las industrias más competitivas y globalizadas. Hoy el automóvil y sus componentes suponen más de una cuarta parte de los que la Comunidad Valenciana vende al resto del mundo. Pero, además, su influencia ha sido palpable para mejorar la eficiencia en sectores tan diversos como el agroalimentario o la distribución.

En un momento crucial para el futuro del sector del automóvil ante retos como la descarbonización y la electrificación o la irrupción de nuevas tecnologías y del coche autónomo, las empresas valencianas han decidido unir fuerzas para ser ellas las que tomen el volante en un periplo que supondrá saltar del vehículo tradicional a toda una amalgama de servicios para ofrecer soluciones de movilidad a medida.

A través del clúster Avia las compañías quieren tener un papel protagonista en la transformación de uno de los grandes motores productivos, que además será uno de los nichos que contarán con una importante inyección de recursos de la Unión Europea para la reconstrucción tras la crisis del coronavirus. Quizá por su propia experiencia en un negocio en que para ensamblar un vehículo son necesarias miles de piezas de cientos de fabricantes distintos, las empresas de automoción son conscientes que para lograr el éxito no solo se necesitan unas a otras. También tienen que sumar músculo y , sobre todo, materia gris, de otros sectores y de la propia Administración.

Algunas de las grandes aspiraciones para asegurar el futuro del automóvil en la región, como una megafactoría de baterías eléctricas, dependen más que nunca de esa capacidad para tejer grandes alianzas entre operadores de campos completamente distintos.

De momento, el Gobierno autonómico ha demostrado que considera la industria del motor un activo fundamental de la Comunidad Valenciana. Entre 2021 y 2019 la Generalitat valenciana ha aportado 112 millones directamente a Ford, que durante ese periodo ha multiplicado por más de diez esos fondos con sus inversiones. Ahora el reto es impulsar en la misma dirección todos los esfuerzos y la financiación para garantizar la continuidad de un sector que supone cerca del 11% del PIB regional. Aunque sea para que una parte de sus empresas salten de los componentes de coches a actividades ahora impensables. Un proceso que muchas pymes que trabajaban para el mueble, el baño o el juguete, ya vivieron para suministrar a Ford cuando aterrizó en Valencia.