Cara y cruz para las industrias valencianas de la Navidad

Mientras el turrón y la uva del Vinalopó confían mantener o incluso aumentar sus ventas en unas fiestas más hogareñas que nunca, el cava y el juguete se verán golpeados por el impacto de las restricciones por la pandemia en la hostelería y en el comercio

Las Navidades son algo más que unas fiestas entrañables y familiares para las empresas de la Comunidad Valenciana que pertenecen a alguno de los sectores que se juegan en estas semanas del año la mayoría de su negocio. A la incertidumbre que siempre supone esa estacionalidad, este año se ha añadido la situación generada por el coronavirus y las restricciones para tratar de frenar su contagio, que han hecho que lo único seguro a estas alturas es que estas serán unas Navidades completamente atípicas.

La provincia de Alicante es la cuna de dos de las industrias tradicionalmente más enfocadas a las Navidades: el juguete y el turrón. La comarca de la Foia de Castalla, rebautizada como el Valle del Juguete y que incluye municipios como Ibi y Onil, sigue siendo un destacado núcleo histórico juguetero, una industria en la que la Comunidad Valenciana se mantiene como la primera región española tanto por número de empresas, unas 90, como por ventas, con el 38% de la facturación total de esta industria, que facturó 1.649 millones de euros en 2019.

Para el presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, José Antonio Pastor, la fuerte dependencia de Papa Noel y los Reyes Magos que hacen del mercado español el más estacional de Europa, con cerca del 70% de las ventas en estas fechas, también tiene su lado positivo. “En estas fechas el juguete en España es casi un bien de primera necesidad y eso hace que las variaciones de ventas, tanto hacia arriba como hacia abajo, nunca sean muy pronunciadas”, comenta.

Pese a ello, la evolución de 2020 no permite ser optimistas. “Hasta noviembre la caída acumulada de ventas en España es del 8% y confiábamos en un repunte en ese mes, de cara a adelantar las compras de regalos navideños, que no se ha producido”, señala Pastor. Aunque en los últimos años la tendencia era a más ventas de última hora, lo cierto es que este año el temor a nuevas restricciones en los comercios si no se rebajan los contagios puede ahogar ese tirón final. “Es complicado que se pueda remontar la caída acumulada de este año y hay demasiados factores que no dependen de nosotros”, reconoce el presidente de la patronal de fabricantes. Hay previsiones mucho más pesimistas, como la de un informe de EAE Business School que cuantifica una caída de las ventas del 28%.

Para los fabricantes, la gran preocupación es que pueda ocurrir en el primer semestre del próximo año, sobre todo con una parte del comercio que ha vivido una auténtica pesadilla en 2020 y cuya continuidad puede verse en el aire.

En el caso de las exportaciones, las expectativas son mejores y se espera poder igualar o incluso mejorar ligeramente las cifras de 2019. “En el primer semestre el comercio internacional de juguete creció un 20%, aunque de forma muy distinta en los países que mantuvieron el comercio abierto a los que optaron por el cierre”, asegura Pastor, que considera que precisamente el confinamiento originó “más necesidad de juguetes en muchos hogares al pasar los niños más tiempo en casa”. Sin duda otra de las tendencias que se reforzó ha sido la compra online, que ya se cifra por encima del 20% del mercado, y el crecimiento de los juegos de mesa y puzles frente a otras categorías, como las muñecas, las tradicionales reinas del sector en España.

El dulce navideño por excelencia

A muy poca distancia del Valle del Juguete se ubica otra localidad alicantina cuyo nombre es sinónimo de Navidad: Jijona, la capital del turrón. Los productores de este dulce navideño por antonomasia se juegan cerca del 80% de su negocio en la campaña navideña, según explica José Manuel Sirvent, presidente de la Asociación de Fabricantes de Turrón, Derivados y Chocolates de la Comunidad Valenciana, que agrupa a 28 empresas principalmente de Alicante con una facturación superior a los mil millones de euros anuales.

“En términos de ventas, están siendo similares a las del año pasado”, apunta Sirvent, también presidente de Confectionary Holding, fabricante de marcas como 1880, El Lobo y Doña Jimena. “Precisamente por la tradición navideña el turrón es un producto muy estable”, comenta Sirvent. Por eso y porque la mayoría se comercializa a través del canal de distribución alimentaria y se consume en el hogar no prevén grandes variaciones, aunque el hecho de que este año no se permitan las fiestas de Nochevieja incluso podría tener cierto efecto repunte del consumo en casa. “Sí que hemos notado un cierto cambio de hábitos en el consumidor, ahora se está escalonando más la compra, y también se percibe un incremento de las ventas en tiendas y supermercados de proximidad”, señala.

Donde los turroneros sí han percibido los efectos de las restricciones impuestas por la pandemia ha sido en uno de los canales por los que apuestan para diversificar: el travelretail o ventas en aeropuertos y tiendas dirigidas a turistas, casi como souvenir. El desplome de los visitantes de otros países ha hecho desaparecer prácticamente ese canal, al igual que ha ocurrido con el mercado en ferias locales andaluzas donde es tradicional el consumo de estos dulces. Con todo, este segmento tiene una cuota poco significativa, mientras que en el caso de la exportación, que representa casi un 20% del negocio, “se ha ido recuperando a medida que ha avanzado el año”. Según Sirvent, en los principales mercados de turrón español el consumo también está ligado a estas festividades, como los países latinoamericanos y el colectivo hispano de Estados Unidos.

La industria de los viñedos

A diferencia del turrón, la pandemia sí que afectará de lleno estas Navidades a otro sector ligado a la alimentación: el cava valenciano. La Asociación de Productores de Cava de Requena, que agrupa a siete bodegas de ese municipio que elaboran su espirituosos dentro de la Denominación de Origen Cava, verán como 2020 corta en seco varios años de fuerte crecimiento. “Contamos con dos tipos de bodegas, unas de más volumen que están más presentes en los lineales de alimentación y otras que dirigen la mayoría de su producción al canal de hostelería”, explica el presidente de la asociación y de Dominio de la Vega, Emilio Expósito.

Los efectos de cierres y restricciones en el sector hostelero se han dejado notar en esas bodegas, pero también en la producción total. “El año pasado alcanzamos los 9 millones de botellas. Aunque es difícil de estimar, este año la bajada puede ser de alrededor del 30%”, asegura Expósito, que resume la sensación agridulce de los bodegueros. Si comparan con el resto del año están registrando más ventas, pero que si toman como referencia 2019 “no vamos a llegar ni de lejos”. Antes de la irrupción del Covid-19 el objetivo para 2020 eran 10 millones de botellas.

Para el cava valenciano las ventas en noviembre y diciembre llegaron a suponer el 70% de todo el año. “Tras muchos esfuerzos por desestacionalizar, sobre todo con la exportación e intentando que el cava se consuma no solo en grandes celebraciones, ahora la parte final del año ha bajado al 50%, por lo que sigue siendo muy importante”.

La situación del cava resume muy bien la de otros segmentos agroalimentarios que tienen también ese doble canal de ventas. Está claro que no siempre llueve a gusto de todos, como ha vivido en sus propias carnes otro de los grandes proveedores valencianos de la Nochevieja: los productores de uva embolsada del Vinalopó. En su caso, el año pésimo fue 2019, por las lluvias e inundaciones que provocó la DANA en el sur de Alicante y que destrozaron buena parte de su campaña, que se prolonga de finales de agosto a enero. “La campaña está siendo buena porque la anterior con la DANA fue muy mala. Pese al coronavirus hemos podido trabajar al ser una actividad esencial y nos ha beneficiado la climatología”, explica Beatriz Rocamora, directora del Consejo Regulador de la DO Uva Embolsada del Vinalopó.

Precisamente los efectos de la DANA de 2019 y el conflicto de los agricultores por el seguro agrario, que es necesario para acogerse a ella, también han hecho que este año se inscribiera de inicio menos producción dentro de la DO, con 40 millones de kilos frente a los 45 millones inscritos un año antes. Pese al descenso en producción, la comercialización está yendo mucho mejor con precios más elevados. “Si el año pasado el valor de la producción inscrita estuvo cerca de los 17 millones de euros, este año con menos producción será mayor”, señala la responsable del Consejo Regulador. Unos precios de los que tira el consumo en el hogar, que se mantendrá en estas fechas. “En nuestro caso no dependemos tanto del canal horeca”, resume Rocamora.