Lujo y gusto Michelin en plena Ribera del Duero

Marc Segarra, al frente de la oferta gastronómica de Abadía de Retuerta LeDomaine, despunta con creaciones de vanguardia con producto de proximidad

En un rincón de la orilla izquierda del Duero aparece, como de repente, uno de los regalos de la Ribera: el hotel Abadía Retuerta LeDomaine. Un cinco estrellas al que no le falta -como no podía ser de otra forma en estas tierras- una bodega que ha llevado el nombre de este monasterio del siglo XII allende las fronteras. En mitad de un mar de viñedos la antigua abadía, renovada con todo lujo de detalles para convertirse en un exclusivo hotel -en el que todas las habitaciones cuentan con mayordomo- solo podía terminar convirtiéndose en un templo de peregrinación para los que gustan de disfrutar del buen vivir: buena cama y buena copa.

También de la buena mesa. En plena Milla de Oro del vino, el restaurante Refectorio del hotel lleva desde 2014 revalidando año tras año su estrella Michelin. En la última edición de la guía roja, además, consiguió hacerse con su primera estrella Verde. Este distintivo, un icono que representa un trébol verde de cinco hojas, reconoce la labor de los restaurantes con su entorno. Y solo 21 lo han conseguido, entre otros, Aponiente y Azurmendi. El responsable de los honores -a los que hay que sumar dos soles Repsol- es Marc Segarra, el chef que se ha empeñado en ofrecer una gastronomía top basada en el producto de cercanía. Tan de proximidad que lo que se cocina llega directamente de un huerto de 1.200 m2 plantado en las inmediaciones del hotel. El hilo conductor del buen resultado en la mesa es vanguardia y personalidad, con combinaciones de sabores, texturas y temperaturas. Tal y como indica Segarra, los menús “están llenos de historias locales, de tradición, de platos de siempre a los que les hemos dado una vuelta de tuerca, como el lechazo o el escabeche”. Y todo ello enmarcado entre muros y bóvedas de piedra y bajo el fresco “La Sagrada Cena”, de 1670. Porque como su propio nombre indica, aquí es donde los monjes compartían comida y cena. Aunque sin mucho margen para la duda, bastante más frugal que los menús Terruño, Legado y Carpe Diem que firma Marc Segarra. Al fin y al cabo, se trata de sorprender “todo lo que hacemos gira en torno a esa experiencia, con el cliente en el centro. La expectativa que generan las estrellas Michelin siempre es muy alta”, añade Segarra.

El hotel acaba de reabrir sus puertas y este año la apuesta será aún más radical por el producto local, de la zona, y apegado al terruño, en el que se recuperarán productos a veces olvidados, como las muelas. También se podrá disfrutar de la versión evolucionada de uno de los clásicos de la casa, la sopa de jamón. Un aperitivo que el chef describe como “bastante cercano a la memoria gustativa de todos por lo que te conecta con la infancia y con la tierra”.

La oferta gastronómica de Abadía de Retuerta LeDomaine se completa con Vinoteca, una apuesta más informal y relajada. Algunas propuestas que sorprenderán este año: coliflor mayo almendra cuscús y trufa, lubina de estero en adobo, frita y gazpachuelo, y profiterol XL de maíz con helado de cacao tostado.

Este restaurante se encuentra sobre La Cueva, que en su momento fue la cilla o almacén y que hoy alberga la colección privada de la bodega. Es decir, 8.500 botellas, entre ellas, todas las añadas de la finca, la primera correspondiente a 1995. Porque, obviamente, el vino es uno de los protagonistas en cualquier rincón del establecimiento. El sumiller es Miguel Ángel García y propone un viaje a través de los sentidos en un mapa vitivinícola que abarca 400 etiquetas de todo el mundo en Refectorio y 40 referencias en Vinoteca, de las que aproximadamente la mitad se pueden disfrutar en copas.