El empeño de poner a cero el marcador de la huella de carbono

Con el objetivo de que la actividad turística sea lo más responsable y sostenible posible con el medioambiente, destinos y empresas llevan tiempo diseñando estrategias de compensación de la huella de carbono, apostando por un horizonte cada vez más cercano de neutralidad ambiental

Cualquier actividad tiene su impacto en lo que se tiene alrededor, desde ir a por el pan o a la otra punta del mundo de vacaciones. Indicadores como la huella de carbono pretenden reflejar el total de gases de efecto invernadero que cada sujeto, organización o producto emite a la atmósfera. Es decir, los que están directamente relacionados con el calentamiento global. La ONU, en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible -en concreto en el número 13- insta a los gobiernos de los países desarrollados a adoptar medidas urgentes para evitar el cambio climático y avanzar hacia una economía baja en carbono.

Algunos destinos llevan tiempo preocupándose por alinearse con los ODS de la ONU e intentar reducir la huella de carbono. Y para ello, lo primero es medirlo. El pasado mes de julio, Valencia se convertía en la primera ciudad del mundo en verificar la huella de carbono de la actividad turística. El trabajo, certificado por AENOR, medía las fuentes emisoras de gases de efecto invernadero y su efecto en el medio ambiente en diez ámbitos relacionados con el turismo: alojamiento, transporte, locales de ocio y compras, etc.

Destinos concienciados con la huella de carbono

Sin mucho margen para el error se podría decir que el leit motiv de Costa Rica es la sostenibilidad. De hecho, en los últimos Premios de Acción Mundial de la ONU se reconocía la iniciativa del programa de pagos por servicios ambientales (PSA), un mecanismo financiero que promueve la conservación de los ecosistemas forestales. En noviembre, el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) firmó un acuerdo con el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo) para reducir la huella de carbono de los viajes, sobre todo de los que conllevan desplazamiento aéreo. La iniciativa viene a reforzar el plan para que el país, que con un poco más de 51.000 kilómetros concentra el 6,5% de la biodiversidad mundial en sus 12 zonas climáticas, sea un destino sostenible todo el año. El proyecto consiste en que los viajeros, de forma voluntaria, pueden registrarse en una herramienta online para calcular las emisiones de carbono de su vuelo y luego realizar un pago que Fonafifo invertirá en diferentes proyectos ambientales en todo el país. La iniciativa está disponible tanto para visitantes extranjeros como costarricenses.

Los bosques cubren el 80% de la superficie de Finlandia, el país escandinavo con más de 180.000 lagos y en el que se respira el que, dicen, es el aire más puro del mundo. Por lo que no es de extrañar que la práctica de turismo sostenible sea una de sus principales preocupaciones, con un programa nacional como Sustainable Travel Finland, que tiene como objetivo hacer de la sostenibilidad una nueva norma en la industria del turismo y convertirse en uno de los destinos más sostenibles en el mundo. Además, han fijado 2035 como el año para ser neutrales en carbono. Un horizonte al que se pretende adelantar diez años Lahti, la ciudad finlandesa elegida como Capital Verde Europea 2021 y que espera alcanzar esa neutralidad en 2025. De hecho, ya han conseguido reducir el 70% de sus emisiones en enero de este año, presumiendo además de haber sido los primeros en hacer posible el comercio de emisiones de la movilidad personal para los ciudadanos. También se sienten orgullosos por facilitar e incentivar la movilidad sostenible: caminar, ir en bici, uso del transporte público y cómo no, esquí de fondo.

Hoteles y aerolíneas en la reducción del carbono

Las empresas turísticas también llevan tiempo adaptando su estrategia para reducir la huella de carbono de su actividad, una tarea que se apoya en la innovación y en la tecnología. En noviembre de 2019 Meliá se convertía en la primera compañía hotelera del mundo en utilizar el blockchain para compensar las emisiones, con el apoyo de la startup española Climate Trade. Ya en el primer trimestre de 2020 los miembros de Meliá Rewards -el programa de fidelización de la compañía- pudieron empezar a canjear puntos por créditos de carbono certificados por estándares internacionales y destinarlos al apoyo de proyectos sostenibles de su elección.

También gracias a Climate Trade, Iberia ofrece a sus clientes corporativos la posibilidad de neutralizar sus emisiones de carbono. De esta forma, cada año, Iberia informa a las empresas de las emisiones generadas por sus vuelos y les ofrecerá la posibilidad de neutralizar esta huella de carbono apoyando proyectos de desarrollo sostenible. Sigue la estela de su grupo matriz IAG -que también engloba a British Airways, Vueling, Aer Lingus y Level- cuyo propósito es llegar a 2050 con emisiones cero. El objetivo de Air France es alcanzar 2030 con una reducción del 50% de sus emisiones, lo que equivale a un consumo de combustible por pasajero inferior a 3 litros por 100 km. Solo en 2019 se plantaron 200.000 árboles gracias a la iniciativa Trip and Tree, que invita a sus pasajeros a donar un importe para un proyecto de reforestación y desarrollo humano. Aunque la compensación es solo una parte más de los esfuerzos que están llevando a cabo las aerolíneas para alcanzar la neutralidad. La incorporación a las flotas de aviones más sostenibles, como el A350 -con un 25% menos de emisiones de CO2- es otro de los pilares de la estrategia. Tanto es así que Airbus ya está trabajando en ZEROe, el primer avión comercial del mundo con hidrógeno como combustible.